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I. Introducción

 
Indice
 
Introducción
Presentación
Caprichos
Desastres
Tauromaquia
Disparates
 
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DISPARATES

 
     El elevado número de obras grabadas por Goya en estos años ponen de manifiesto la adecuación de este arte a las necesidades del pintor. La habilidad lograda por Goya en la combinación del aguafuerte y el aguatinta le permitían expresarse con plena libertad debido al control y dominio de los útiles y la acción del ácido. Los Disparates fue la última gran colección grabada por Goya, que quedó probablemente sin terminar. Aunque ninguna de las láminas de cobre va fechada, al menos se sabe que Goya comenzó a grabar la serie poco antes de poner a la venta la Tauromaquia en 1816 ya que en el ejemplar de dicha colección que dio a Ceán, iba una prueba de estado sólo con el aguafuerte del Disparate 13, Modo de volar. No se conoce edición de la época y es difícil explicar por qué Goya, encontrándose en circunstancias económicamente estrechas, decidió emplear estos cobres de excelente calidad y de la misma partida que los utilizados para la Tauromaquia para esta serie. Cabe pensar que su idea fuera publicarlas y que lo impidió su traslado a Francia para alejarse de la España fernandina de la Década ominosa.
     La técnica de grabado empleada vuelve a ser, por lo general, la combinación de aguafuerte y aguatinta, esta última en ocasiones matizada por el bruñidor. Pero parece como si el aguafuerte viniera a definir las figuras esbozadas en los dibujos y a ajustar la composición al marco. Los retoques suele hacerlos en esta colección con punta seca -a veces son tan ligeros los trazos de la punta que pueden confundirse con arañazos-, en muy raras ocasiones emplea el escoplo y sólo una vez ha utilizado la aguada. Y es que los Disparates es la obra más cuidada y delicadamente trabajada por Goya, parece el pintor dominar la técnica y sus propias pasiones, no hay improvisación ni rectificaciones.
     De todas las estampas creadas por el pintor, éstas, pertenecientes a su vejez, son las más herméticas y difíciles de interpretar. A la dificultad de lectura que presentan por sí solas ha venido a sumarse que en esta ocasión Ceán no conservara un ejemplar -se desconoce, por tanto, el orden que Goya pudo dar a las estampas- y, además, sólo han quedado trece pruebas de estado con el título manuscrito. Dichos títulos tienen algo en común, todos ellos comienzan con el término disparate, de ahí el título que en la actualidad tiene la colección.
     No obstante, la Academia de Bellas Artes de San Fernando, en la primera edición de 1864, la publicó bajo el título de Los Proverbios, intitulación que surgió por suponer que las escenas representadas se acomodan siempre a algún proverbio. Conviene tener presente el nombre dado por el que fuera propietario de las láminas con anterioridad a la Academia de San Fernando, Jaime Machen; quien los denominaba Caprichos fantásticos, y es imposible explicar por qué no tuvo éxito este título entre los miembros de la Academia. El resultado es la dificultad que encuentra el espectador para descifrar el significado de las estampas que han sido motivo de muchas interpretaciones y que algunos estudiosos han considerado que están en relación con el carnaval.
     Aunque se conocen veintidós estampas pertenecientes a esta serie no todas las láminas de cobre corrieron la misma suerte: dieciocho de ellas fueron ofrecidas en 1856 por Jaime Machen Casalins al Estado en un mismo lote junto a los Desastres de la guerra. El 14 de agosto de ese mismo año la Sección de Pintura de la Academia de San Fernando emitió un informe favorable para su adquisición con destino a la Calcografía por ser «una excelente escuela para los grabadores al aguafuerte», por encontrarse «en excelente estado de conservación» de manera que podían «arrojar considerable número de ejemplares sin cansarse» y además la institución creía que eran «muy interesantes por el método de ejecución, por ser muy poco conocidas y algunas de sus láminas completamente inéditas; y por poderse considerar como una excelente escuela de improvisación y de grabado al aguafuerte atendida la fuga y energía de las actitudes, la espontaneidad de los conceptos, la novedad del claro oscuro y la delicadeza de los detalles». Finalmente, al igual que los Desastres la Academia los adquirió en octubre de 1862 coincidiendo con el momento de recuperación de la técnica del aguafuerte. La primera edición, que se llevo a cabo en 1864, fue de 300 ejemplares y es similar, en cuanto a la estampación, a la primera de los Desastres.
     Las cuatro láminas restantes que grabó Goya y que pertenecen a esta serie -Disparate conocido, Disparate puntual, Disparate de bestia, Disparate de toritos- pasaron a Francia. François Liénard hizo la primera edición para la revista L'Art en 1877.
   
 
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