La fabricación de pólvora

Goya. La fabricación de pólvora. Hacia 1810-14

La fabricación de pólvora
Hacia 1810-14
Óleo sobre tabla
32,9 x 52,2 cm
Patrimonio Nacional,
Palacio de la Zarzuela, Madrid

Pareja del cuadro siguiente, se encuentra realizado sobre tabla de pino, cubierta por un fondo verde claro. Tanto en uno como en otro aparecen números en el ángulo inferior que se corresponden con las referencias del inventario de 1857. Estuvo en principio en la Casita del Príncipe de San Lorenzo de El Escorial, pasando más tarde al Palacio Real de Madrid.

Hasta el momento se trata de los dos únicos cuadros que narran la resistencia de los españoles a los franceses en tierras de Aragón. La inscripción en cada uno de ellos es suficientemente reveladora -aunque no son de mano de Goya- y aluden a un lugar concreto, la Sierra de Tardienta, que se encuentra en una comarca particularmente abrupta a unos cincuenta kilómetros al norte de Zaragoza. Se desconoce si Goya trabajó después de haber visitado el lugar o de oídas; también se ignora el momento en que los llevó a cabo. De todos modos se tiene noticia de que en su visita a Aragón en 1808 partió de Zaragoza en dirección a su pueblo, Fuendetodos, para ponerse a salvo de los avances del ejército francés en aquellos territorios.

La precisión acerca de José Mallén es interesante y además resalta una característica de Aragón en materia de pertrechos de guerra: fue siempre una tierra famosa por la calidad de su pólvora desde mediados del siglo XV hasta mediados del XIX. Además, el personaje aludido fue un zapatero de Almudébar (Huesca) que organizó en 1810 una partida de guerrilleros que actuaban al norte del Ebro, en Aragón y Navarra y se consagró a la elaboración de pólvora en las próximas serranías, al abrigo de posibles sorpresas del enemigo que intentaba localizar esos grupúsculos para aniquilarlos, evitando así la costosa guerra de desgaste a la que los patriotas sometían a los invasores.

En esta obra, de sorprendente fuerza vital y extraordinario verismo, se observa cómo un conjunto de hombres se afanan en machacar en morteros de madera la mezcla de salitre, azufre y carbón hasta convertirla en fino polvo. El cedazo del primer término sugiere la criba del producto obtenido para su posterior empaquetado en cajas de madera, que en el presente caso, son levantadas por un hombre vestido de blanco mientras al fondo dos más se alejan cargados con los pesados recipientes, lo que les obliga a caminar inclinados. Un árbol en diagonal a la derecha pone la nota personal que tantas veces aparece en cuadros de Goya, a modo de recurso compositivo según la perspectiva escogida.

La impresión que se tiene después de un rápido análisis de los detalles, es que efectivamente Goya pudo presenciar esas tareas, ya que la abundancia de pormenores concretos es propia de las poderosas dotes de observación del pintor, cuya memoria visual retenía hasta los más mínimos aspectos de los asuntos que atraían su atención.

En lo concerniente al tratamiento pictórico, tanto la iluminación contrastada como la riqueza cromática en feliz combinación de gama cálida y fría -negros, verdosos, rojizos, ocres, azules- otorga a las obras la consideración de labores distinguidas dentro de la producción del maestro, aparte del testimonio histórico que transmiten, densamente poblado de facetas ilustradoras de una actividad singular propia del tiempo convulso del cual el autor fue protagonista, testigo y cronista.

Juan J. Luna.