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Los Mayas: palacios y pirámides
II. El Lenguaje arquitectónico
         
 
  INDICE  
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  II. LENGUAJE ARQUITECTONICO  
Introducción
Chozas a pirámides
Arq. palaciega
El juego de pelota
Técnicas
Ornamentación
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  TABLA CRONOLOGICA  
  GLOSARIO  

 

EFIGIE

Efigie

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PALACIO DE LAS MASCARAS

Palacio de las máscaras

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CHICANNA

Chicanna

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OFRENDA

Ofrenda

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La concepción de la arquitectura maya no permite separar las estructuras de su ornamentación. Resulta patente en lo que respecta a la técnica del hormigón, en la que el paramento —que está constituido generalmente por un ornamento en relieve— forma parte integrante de la construcción. Como veremos más adelante, esta solución permite, sobre todo en el estilo Puuc, estandarizar la producción de cientos de bloques parecidos que entran en la composición de motivos repetitivos: mascarones, celosías talladas, etc. Dicha fórmula conduce a una verdadera anticipación de la producción en serie, y constituye una de las características técnicas más originales dentro del arte maya.

Pero en la época arcaica, los elementos ornamentales, situados sobre las superficies inclinadas de las pirámides, están hechos con la ayuda de motivos de estuco en altorrelieve, como ocurre con los enormes mascarones de divinidades que cubren el zócalo de una serie de edificios que se remontan a la época preclásica. Vamos a citar, por ejemplo, una de las pirámides de Uaxactún (estructura H-Sub 3) en Petén, lo mismo que el primer templo de Cerros (estructura 5C-2) en Belice, o la Pirámide de las Máscaras en Kohunlich, Quintana Roo. Este arte del yeso esculpido, con su rica policromía, hoy parcialmente borrada, se aplica sobre una «osamenta» de albañilería: hay unos bloques salientes que forman una «armadura», que es la que sostiene los elementos en relieve, como la nariz o el tocado del dios.

En las construcciones de estilo Chenes (Yucatán, Campeche y Quintana Roo), toda la fachada representa una enorme máscara del monstruo cósmico. Aquí, la boca, provista de hileras de enormes dientes, constituye la puerta del santuario (edificio II en Chicanna, Campeche, o templo occidental de la Casa del Adivino, en Uxmal, etc.). Este ornamento transforma una pared en escultura, y borra la frontera entre arquitectura y decoración. La construcción se transforma en una terrible boca de serpiente, dispuesta a engullir al visitante. El efecto que produce este motivo simbólico, tratado con un vigoroso esquematismo geométrico, es sobrecogedor. Demuestra la maestría del arquitecto, que trabaja también como escultor.

Entre los elementos ornamentales de las construcciones no podemos dejar de mencionar la fascinante fachada de Cods Poop, o Palacio de las Máscaras, en Kabah, con sus decenas de efigies del dios Chac, que se superponen y se repiten hasta el infinito. Es propio del arte Puuc crear una ornamentación repetitiva, concebida como un verdadero puzzle de piedra de elementos muy estilizados.

Al este de un palacio de Kabah, los arqueólogos han encontrado recientemente hermosas estatuas de bulto redondo de personajes emblemáticos. Estas esculturas en un principio estuvieron al lado de una fachada orientada al Este, y allí se han vuelto a colocar. Se trata de una estatuaria de tamaño natural, que revela un notable sentido plástico. A pesar de una rigidez corporal que hace pensar en un robot, estas esculturas —unidas a la arquitectura, como en el frontón de los templos griegos— son indudablemente un descubrimiento de interés considerable.

Tampoco podemos omitir el papel de la pintura en el arte maya. El descubrimiento, en 1946, en Bonampak (Chiapas), de un palacio cuyas salas están cubiertas de pinturas que datan del 792, confirma un notable sentido pictórico que ya dejaban entrever las más hermosas cerámicas mayas. Demuestra también el importante papel que desempeñaba la policromía en la arquitectura. Estos frescos, que tienen una importancia capital, por desgracia están hoy amenazados por la humedad: son los únicos que han llegado hasta nosotros, y que salvaguardan el mensaje de este arte demasiado efímero. El valor de estas obras está en la importancia concedida a una representación absolutamente viva del ser humano, que reviste incluso un carácter de estereotipo y no ignora el movimiento: adopta unas posturas muy naturales.

La habilidad del artista se observa, en particular, en una escena en la que aparecen unos prisioneros destinados al sacrificio. Por medio de una ornamentación en «estratos», el pintor coloca libremente a los personajes en las posturas más diversas. En su forma representativa, el arte pictórico maya da prueba de un gran dominio de los recursos figurativos. Reproduce fielmente, hasta en el menor detalle, las ceremonias del soberano y de sus «nobles». Todas estas escenas están pintadas con brillante cromatismo, y el contraste que ofrecen con la apagada fachada de los edificios resulta aún más fuerte.

A propósito del color, hay que añadir que las fachadas de las construcciones mayas generalmente estaban revestidas por una lechada de cal y eran policromadas. Los testimonios de los primeros viajeros que visitaron Palenque, al igual que los escasos restos de pigmentos que subsisten en las fachadas de las pirámides y los palacios, confirman que las estructuras arquitectónicas estaban cubiertas por tonalidades fuertes (rojo anaranjado).

 
     
 

BONAMPAK

 

ROSTRO

 
 
Bonampak
 
Rostro
 
 

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