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Los Mayas: palacios y pirámides
III.- Las grandes ciudades clásicas: los centros religisosos
         
 
  INDICE  
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  III. CIUDADES CLASICAS  
Introducción
Centros religiosos
Pirámides
¿Cómo se trabajaba?
Función pirámides
Monumentos
Quirigua
Copán
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  TABLA CRONOLOGICA  
  GLOSARIO  

 

FIGURA 1

Figura 1

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FIGURA 2

Figura 2

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FIGURA 3

Figura 3

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FIGURA 4

Figura 4

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Erigidos en terrenos de aluvión —la piedra es rara y tiene que ser traída en balsas desde canteras situadas a varias decenas de kilómetros— los monumentos olmecas están hechos, por lo general, de tierra apisonada. Se trata de amontonamientos de lodo. Este material procede de la limpieza de los canales, necesaria para mantener el sistema de drenaje y de irrigación. Así, por ejemplo, la arquitectura olmeca está totalmente hecha de tierra, como lo estarán durante mucho tiempo las primeras construcciones mayas. Constituida por formidables masas cuya acumulación da origen a plataformas, taludes y pirámides; la inclinación de estas últimas está formada por el ángulo natural de deslizamiento de los materiales blandos que las componen.

La escultura olmeca —sobre todo las cabezas colosales— tendrá un gran eco hasta en la costa del Pacífico, al sur de la actual Guatemala, en los emplazamientos de La Democracia [FIGURA 1] y de Monte Alto [FIGURA 2]. Respecto a las estelas, aparecen también en La Venta, pero sólo alcanzan su perfección en los soberbios ejemplares decorados con personajes tratados en bajorrelieve que los arqueólogos han descubierto en Kaminaljuyú (300 a.-150 d.C.) [FIGURAS 3-4], no lejos de la moderna ciudad de Guatemala. Finalmente, en Veracruz, la estela de La Mojarra [FIGURA 5] marca la aparición, en el 156 de nuestra era, de un estilo llamado «epiolmeca», en el que la efigie del personaje va acompañada por una gran inscripción cuyos glifos son análogos a los que utilizan los mayas.

Por lo tanto, alrededor del centro olmeca se observa el desarrollo de un conjunto de construcciones cuyas influencias se remontan a La Venta, Tres Zapotes o San Lorenzo. En el país maya, la arquitectura no tarda en seguir la misma evolución —con la pirámide y el juego de pelota— en las primeras ciudades edificadas en Petén y en las sierras de las regiones volcánicas de Guatemala y Honduras. Las edificaciones —que los arqueólogos llaman «estructuras»— que continúan esta tradición común son plataformas de tierra, más tarde de fábrica, destinadas a soportar templos cubiertos de hojas de palma. Su planta es sencilla: se trata de uno o dos terraplenes superpuestos de forma rectangular o cuadrada, cuyos «niveles», que retroceden conforme se van elevando, están adornados con grandes mascarones decorativos de estuco. Una escalinata axial conduce a la cima, hasta el lugar de culto del que sólo se conservan unos muros o un hueco entre postes, vestigios de una cella primitiva.

Un edificio de estas características, la estructura 5C-2 [FIGURA 6], que se remonta al año 50 de nuestra era, ha sido descubierto en Cerros, Belice. También en Uaxactún, cerca de Tikal, la «pirámide» H-Sub 3 ofrece grandes máscaras de estuco superpuestas. Finalmente, la «pirámide» llamada E-VII Sub [FIGURA 7], descubierta en 1927, mostraba una decoración análoga, pero aplicada a las cuatro fachadas del edificio, siguiendo una doble simetría axial y ortogonal. También aquí, sobre dos niveles, grandes mascarones de estuco ofrecían representaciones estilizadas de las divinidades.

 
 

FIGURA 5

 

FIGURA 6

 

FIGURA 7

 
 
Figura 5
 
Figura 6
 
Figura 7
 
 

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Este tipo de edificios religiosos, que se encuentran tanto en Edzná como en Kohunlich, demuestra una preocupación simbólica que se manifiesta en las construcciones destinadas al culto. Los trabajos de Linda Schele y David Freile demuestran que la construcción de Cerros tenía un significado cosmológico en relación con el recorrido ritual que hacían los reyes-sacerdotes. En la fachada, en el nivel inferior, a ambos lados de la escalinata, se hallaba la imagen esquemática del sol naciente a la derecha, y del sol poniente a la izquierda. Del mismo modo, en el nivel superior, las imágenes del lucero del alba, por un lado, y del lucero de la tarde, por el otro, representan los dos aspectos visibles del planeta Venus, que jugaba un papel primordial en la correlación entre el calendario astronómico de 365 días y el calendario ritual de 260.

Por lo tanto, estas investigaciones demuestran, en primer lugar, que existe un estrecho vínculo entre la arquitectura y la religión, gracias a un sistema semiológico que traduce una rigurosa representación del universo y de la «mecánica» celeste. En todo el país maya deben relacionarse las construcciones religiosas con el mundo divino en el que cree este pueblo, cuya realidad los arquitectos se esfuerzan por expresar simbólicamente en sus creaciones.

 

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