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Románico: ciudades, catedrales y monasterios
II. Nuevas formas: el arte prerrománico
         
 
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  II. NUEVAS FORMAS  
Prerrománico
Meridional
Septentrional
Románico
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  GLOSARIO  
       El periodo de transformaciones en torno al año 1000 dio lugar a un nuevo estilo arquitectónico llamado «prerrománico», que constituyó un puente entre el arte carolingio y el románico. Sus construcciones civiles sólo se conocen a través de la arqueología; su arquitectura religiosa, en cambio, incluye las muestras mejor conservadas de este periodo en el terreno monumental. En efecto, Occidente se cubrió de iglesias nuevas gracias a los numerosos donativos y a la gran devoción de los constructores. Estas obras, que sustituían los edificios destruidos durante las invasiones, prefirieron la piedra a la madera. Sus mayores dimensiones se adaptaban al aumento de fieles y miembros de las comunidades monásticas. Además, presentaban ante el pueblo una riqueza arquitectónica innovadora que pretendía honrar con dignidad la gloria divina y constituir un lugar apropiado para las preciosas reliquias. Partiendo de las herencias antigua, bizantina y carolingia, el mundo del año 1000 nos dejó, pues, una creación artística muy original.
     La Italia del siglo X se vio marcada por algunas innovaciones arquitectónicas que superaron su propio patrimonio paleocristiano. Apareció la cripta, que elevaba el nivel del suelo en el coro. La noción de deambulatorio o girola se introdujo en Ravena y Verona durante la segunda mitad del siglo X. Las iglesias de Ivrea y Aosta presentan asimismo un coro rodeado de torres. Por su parte, la ciudad de Roma continuó fiel a la tradición paleocristiana, como demuestra la iglesia de San Bartolomeo all'lsola, construida por Otón II, que conserva la planta basilical. Sin embargo, el norte de Italia ya presentaba, en pleno siglo X, unos rasgos característicos del primer arte románico meridional, que se extendería por el sur de Francia y Cataluña medio siglo después.
     En Francia se edificaron monumentos muy destacados durante este periodo, como la antigua catedral de Reims, reconstruida por Adalberón hacia 976, o las construcciones de Roberto el Piadoso en Orleans, relatadas a principios del siglo XI por Helgaut, monje de Fleury. No obstante, las reconstrucciones posteriores hicieron desaparecer, al menos en parte, un buen número de iglesias importantes del siglo X, como la antigua catedral de Chartres (edificada por Fulberto), la de Orleans, la abadía de Saint-Aignan, también en dicha ciudad, San Víctor de Marsella, en el sur, o incluso, las grandes abadías del sudoeste.
 
 

FIGURA 1:
Nuestra Señora de la Basse-CEuvre

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       A pesar de todo, se han conservado restos de monumentos destacados de esa primera época: la iglesia abacial de Cluny II (963-981), que inauguró la cabecera con ábsides escalonados; su nave central con laterales simples se prolonga con un transepto bastante estrecho, provisto de cimborrio en el crucero. Hacia los años 1000-1010 se construyó, en el extremo occidental de la nave, un nártex formado por un nivel inferior y un santuario alto y enmarcado por dos torres. Esta concepción arquitectónica resultaba innovadora y desempeñaría un papel importante en la evolución de la arquitectura de la segunda mitad del siglo X. La iglesia de Saint-Vorles de Châtillon-sur-Seine ilustra a la perfección el modelo cluniacense. En Beauvais (departamento francés de Oise), la iglesia de Nuestra Señora de la Basse-CEuvre [FIGURA 1], constituye otra muestra importante de la arquitectura del siglo X, a pesar de sus lagunas y numerosas reparaciones. Su planta adopta el modelo carolingio: la nave principal con laterales, precedida por un imponente pórtico, se prolonga con tres ábsides; se halla dividida en tramos por soportes cuadrangulares en la parte norte y octogonales en la sur; el alzado, muy sencillo, muestra altas ventanas abiertas en el eje de las arcadas para iluminar todas las naves. El conjunto se completa con un transepto con cimborrio y una cabecera recta.  
 

FIGURA 2: JumiÉges

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       En Normandía, la abadía de Nuestra Señora de Jumièges (1040-1067) [FIGURA 2], que por desgracia nos ha llegado en estado de ruina, es también un edificio característico de este periodo: una nave de 25 m de altura con naves laterales sencillas estaba dividida en cuatro tramos por pilares con medias columnas adosadas. Presentaba un alzado de tres plantas con grandes arcadas, tribunas y ventanales, y estaba cubierta por una estructura de madera, excepto las naves laterales y las tribunas, formadas por bóvedas de arista entre arcos fajones. Los brazos del transepto sobresaliente estaban divididos en dos tramos y coronados por tribunas [FIGURA 3]. Un cimborrio se elevaba sobre el crucero [FIGURA 4]. Al oeste, un macizo con un pórtico y dos tribunas superpuestas se hallaba flanqueado por dos altas torres de base firme, rematadas por dos niveles de planta cuadrada con arquerías y otros dos octogonales. Este remate marca una etapa esencial en la evolución que va del macizo carolingio occidental a la fachada armoniosa del románico.  
     

Nuestra Señora de JumiÉges

FIGURA 3

FIGURA 4

 
Jumiéges
 
Jumiéges
 
 

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FIGURA 5: Vignory

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       Del mismo modo, en la región de Champaña, la iglesia de San Esteban de Vignory [FIGURA 5] , consagrada en 1050, anuncia la cabecera con girola de las iglesias románicas. El edificio se compone de nave central [FIGURA 6] y naves laterales, que cubiertas con estructura de madera conducen a un coro muy amplio, también con naves laterales, dividido en dos tramos por imponentes pilares que debían servir, seguramente, para sostener un campanario no muy elevado. La cabecera, construida entre 1051 y 1057, presenta un deambulatorio arcaico con tres capillas radiales. Esta concepción arquitectónica [FIGURA 7] parte de la necesidad de circular en el interior de la iglesia —alrededor de las reliquias situadas sobre el altar mayor o ante las reliquias dispuestas en las capillas radiales— y quedará elaborada en plenitud durante la época románica. Los elementos de la decoración son, además, primicias de la escultura monumental del románico. El alzado de la nave presenta, en efecto, falsas tribunas [FIGURA 8] sobre las grandes arcadas, con vanos abiertos a las naves laterales y divididos por pequeñas columnas con capiteles [FIGURA 9] cuya decoración geométrica anuncia los primeros procedimientos románicos, los cuales también se reflejan en la decoración esculpida de las impostas situadas sobre los pilares, de las que surgen los grandes arcos. Las columnas del coro, que alternan con pilares cuadrados, se hallan coronadas por capiteles decorados con cuadrúpedos enfrentados o adosados, con aspecto muy propio del románico [FIGURA 10].  
 
 

San Esteban de Vignory

 
 

FIGURA 6

 

FIGURA 7

 

FIGURA 8

 

FIGURA 9

 

FIGURA 10

 
 
San Esteban de Vignory
 
San Esteban de Vignory
 
San Esteban de Vignory
 
San Esteban de Vignory
 
San Esteban de Vignory
 
 

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           En Île-de-France, la iglesia abacial de Saint Germain-des-Prés también destaca por su importancia en la difusión de la escultura románica primigenia y las formas arquitectónicas de la torre-campanario.
     La arquitectura meridional anterior al siglo X se inscribe en la continuidad de la Antigüedad tardía. Se siguieron utilizando las basílicas paleocristianas durante toda la Alta Edad Media. Puede apreciarse una buena muestra de las diferentes etapas de esta arquitectura en el grupo episcopal de Tarrasa (Cataluña): las cabeceras de Santa María y San Pedro presentan una sillería pequeña y bien alineada que debe datar del siglo IX, aunque en ocasiones las han adscrito a la época visigótica. San Miguel, que se utilizó posteriormente como baptisterio, es de planta central y presenta el mismo tipo de aparejo. Este conjunto permite, además, estudiar el emplazamiento de las construcciones religiosas episcopales en las poblaciones del sur y hacernos una idea del aspecto de los otros similares de Cataluña (en La Seo de Urgel y Vic).
     En el sur de Francia, la arquitectura del siglo X sólo nos ha dejado, en esencia, edificios menores que presentan, por lo general, planta rectangular con nave única o en ocasiones con naves laterales (Arles-sur-Tech), y una cubierta de armazón. Los ábsides suelen ser pequeños y estar cubiertos con bóveda de cascarón o de cañón; en un primer momento, su planta estaba realzada en el interior y era cuadrada o poligonal en el exterior; más tarde, realzada por completo, para terminar en la planta semicircular característica del ábside románico. Esta evolución apareció, al principio, en las absidiolas laterales, como en Sant Quirze de Pedret (en el Pirineo catalán), y se definió después en el ábside principal, como en Saint Genis-des-Fontaines y Saint André-de-Sorède. Sin embargo, a lo largo del siglo X, las formas más comunes de los ábsides eran rectangulares y trapezoidales. Es posible encontrar un transepto más alto que la nave, como en San Pedro de Tarrasa o en Canapost, o, al contrario, más bajos, como en Saint-Genis-des-Fontaines. La escultura es básicamente arquitectónica y los capiteles constituyen aprovechamientos antiguos o derivados del corintio.
 
   

FIGURA 11: San Miguel de CuixÁ

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       En cualquier caso, la construcción más coherente de la segunda mitad del siglo X de entre las que se conservan en la actualidad continúa siendo la iglesia abacial de San Miguel de Cuixá, en el departamento francés de los Pirineos Orientales. [FIGURA 11]
     El edificio [FIGURA 12] presenta tres naves cortas —la anchura de la central es el doble que la de las laterales— divididas en tres tramos por pilares rectangulares y arcos. El conjunto se abre a un transepto de escasa elevación cuyo extremo norte no se ha conservado. La cabecera presenta un ábside central rectangular, típico de la arquitectura del siglo X, pero completado por cuatro ábsides laterales semicirculares que ya anuncian la llegada del románico. En un principio, dos puertas situadas a ambos lados del ábside principal se abrían al exterior. La nave central cuenta con una estructura de madera y está iluminada por ventanas abocinadas. A estas características de la arquitectura del siglo X se añaden los muros de aparejo irregular, embebido en el mortero y reforzado en las esquinas con grandes sillares. Este edificio se reconoce, en especial, por los arcos túmidos [FIGURA 13] que presentan sus arcadas, construidos en su parte inferior mediante desplomo de sus piezas, para adquirir en la superior su estructura radial (arcos enjarjados). Este tipo de arcadas no está vinculado a ninguna escuela islámica, sino que deriva de una tradición clásica, hispánica y local.
 
     
 

 San Miguel de Cuixá

 
 

FIGURA 12

 

FIGURA 13

 
     
 

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       Este edificio nos informa sobre la importante arquitectura prerrománica y hace referencia a monumentos desaparecidos, como las antiguas catedrales de Vic y La Seo de Urgel y la antigua iglesia de Ripoll. En el Rosellón, esta última fase del prerrománico catalán se aprecia en las cabeceras con tres ábsides y los anchos transeptos de las iglesias de Saint-Genis-des-Fontaines o Saint-André-de-Soréde. Este prerrománico catalán se extendió por las zonas más cercanas a la región languedociana, como los departamentos de Hérault y Aude. En definitiva, la abadía de San Miguel de Cuixá desempeña un papel fundamental porque permite seguir la evolución de la arquitectura prerrománica a la del primer arte románico meridional.  

 

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