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I. Introducción
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Origen
Religiones
Lenguas iranias
 
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Figura 11
Inscripción de Dario I y Jerjes
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  Introducción  

Las lenguas iranias

           
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Entre las lenguas del período iranio medio, el persa medio —documentado desde el siglo XI d.C., heredero del persa antiguo y predecesor del neopersa que actualmente se habla en Irán, Afganistán y Asia central— es el que dispone de un mayor número de testimonios. Ésta era la lengua empleada por los soberanos sasánidas en las inscripciones reales, de las que ya se han mencionado las dos más relevantes, y también por el sumo sacerdote Kerdir en sus propias inscripciones, cuya importancia es primordial tanto para conocer la historia de los primeros reyes sasánidas como para comprender la religión zoroástrica. Tal como se ha indicado anteriormente, los testimonios más antiguos del persa medio se encuentran en las monedas de los soberanos de Fars (Persia) en el siglo I a.C. Se trata de textos breves, nombres y títulos, cuya pertenencia lingüística no resulta fácil de establecer —como en el caso de los documentos partos más antiguos, podría tratarse de arameo provincial—. Aparte de las monedas, también encontramos constancia del persa medio en sellos, cuños, pergaminos, ostraka y papiros, estos últimos fechados en 619-629 d.C., durante el breve dominio de Cosroes II en Egipto. Los textos maniqueos descubiertos en Asia central han sido fundamentales para un mejor conocimiento del persa medio. Se trata de sermones, textos dogmáticos e himnos atribuibles a Mani y a sus discípulos. El más importante de estos textos, el Sabuhragan ([libro] para Shapur), cuya redacción se atribuye al propio Mani, se interpretó como una exposición de la doctrina maniquea destinada a Shapur I (241-272 d.C). En el monasterio de Bulayïq (Asia central, al norte de Turfan) se han encontrado dos manuscritos en persa medio cursivo, un salterio y un glosario, ambos conservados de forma fragmentaria y que junto con las inscripciones en cruces de la India meridional y las Tabula Quilonensis dan fe del uso del pahlevi por parte de las comunidades cristianas. (Las Tabula Quilonensis se componen de varias planchas de cobre con un documento redactado en una lengua tamil; las firmas de la última página se han conservado en árabe, pahlevi y judeo-persa).

Los textos zoroástricos, escritos en su mayor parte durante los siglos IX y X de nuestra era, son de gran importancia para la comprensión de la historia religiosa del Irán preislámico. Si bien la mayor parte de estos textos fueron escritos en el período islámico y nos han llegado a través de manuscritos no anteriores al siglo XIV, estas obras derivan en algunos casos de originales sasánidas e incluso a veces del canon avéstico. Entre los más importantes cabe citar el Denkard, una verdadera summa de la religión, que conserva siete de los nueve libros originales; el Bundahishn, obra cosmogónica y cosmológica, también una derivación del Avesta; finalmente, el libro de leyes Madayan i Hazar Dadestan, el «libro de las mil resoluciones», tal vez el único texto pahlevi atribuible con seguridad al período sasánida.

De entre las lenguas medioiranias orientales, en primer lugar debe mencionarse el sogdiano, que durante muchos siglos fue una lengua franca en el tramo de la ruta de la seda que atraviesa Asia central hasta llegar al Turkestán chino. Es sobradamente conocido que el Asia central constituyó un verdadero crisol de lenguas, religiones, etnias y culturas diversas, por lo cual no debe sorprendernos que se conserven testimonios de la lengua sogdiana en diferentes alfabetos. El verdadero y único alfabeto sogdiano —utilizado por todas las comunidades religiosas aunque intérprete exclusivo de los textos profanos y budistas— está documentado en leyendas de monedas a partir del siglo II d.C. Los documentos esenciales más antiguos son las «Cartas antiguas» descubiertas en la Gran Muralla China, entre Tunhuang y Loulan, fechadas en el siglo IV d. C. por W B. Henning (10). Es importante destacar también un fragmento de la oración zoroástrica Ashem Vohu (la ley es el mejor bien), definida por I. Gershevitch (11) como «genuine Old Sogdian of Achaemenian vintage» (genuino sogdiano antiguo de la época aqueménida), si bien se encontró en un manuscrito mucho más tardío. Entre los textos profanos hay que señalar los del archivo del soberano Dewashtich encontrado en el Monte Mugh y los numerosos grafitos encontrados recientemente en la región superior del curso del Indo. La interesante literatura budista consta en su mayor parte de traducciones del chino, pero el estilo vivaz de la Vessantara Jataka (una Jataka es la historia de una vida anterior de Gautama Buda) permite concluir que se trata de una reinterpretación local. Los maniqueos y los cristianos emplearon cada uno su propio sistema de escritura. Los maniqueos utilizaron un alfabeto propio, una variante del alfabeto palmireno según modelos arameos, para redactar volúmenes que, desgraciadamente, nos han llegado en un estado muy fragmentario, mientras que los cristianos, cuyos textos han sido hallados en su mayoría en el monasterio nestoriano de Bulayïq, adoptaron el alfabeto siríaco. El único fragmento escrito en alfabeto brahmi se conserva en Berlín, en la colección de la Berliner Akademie der Wissenschaften.
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