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II. Historia de Irán
II. Historia de Irán: de la prehistoria a la época meda
II. Historia de Irán: de los aqueménidas al Islam
El imperio aqueménida desde Ciro el Grande hasta Darío III (550-330 a.C.)
Persia en tiempos de Alejandro y los seléucidas (330-140 a.C.)
Los partos desde Arsaces I hasta Artabanos IV (247 a.C.-224 d.C.)
Los sasánidas desde Ardashir I hasta Yezdigerdes III (224-651 a.C.)
Irán durante los primeros siglos de dominación musulmana
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  II. Historia de Irán: de los aqueménidas al Islam  

Los partos desde Arsaces I hasta Artabanos IV (247 a.C.-224 d.C.)

   
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Inmediatamente después de la muerte de su rey Antíoco II (246 a.C.; [FIG. 19]), el imperio de los seléucidas, sucesores de Alejandro en Oriente, cayó en una profunda crisis política tanto en el interior como en el exterior. Como ya se ha dicho, Seleuco II [FIG. 19] —hijo y sucesor de Antíoco— fue presionado en muchos frentes. Tuvo que luchar por su derecho al trono contra su madrastra egipcia Berenice y su hijo menor, que recibieron el apoyo del hermano de Berenice, Tolomeo III, durante la «Tercera guerra siria» (246-241 a.C.). Poco después también se enfrentó a su hermano y corregente, Antíoco Hierax (240-239 hasta antes del año 236 a.C.). Los súbditos de su reino utilizaron las luchas de los seléucidas en Occidente para fortalecer dominios independientes propios. Diodoto I y su hijo, de igual nombre, fundaron en la Bactriana el «Imperio greco-bactriano». Poco antes, el sátrapa de Partía, Andrágoras, ya había provocado la caída del gobernante aunque sin reclamar el título de rey. Pero no pudo disfrutar por mucho tiempo de su independencia, pues pronto se enzarzó en una lucha contra los parnos seminómadas, quienes tras la ocupación temporal de las zonas del norte de Partia siguieron manteniendo bajo su control otros territorios de esta provincia, que fue anteriormente aqueménida y posteriormente seléucida.

Bajo el mando de su líder Arsaces, los nuevos señores —que poco después recibirían el nombre de partos por su nueva patria, y que dieron a su soberano el nombre del fundador de la dinastía arsácida— conquistaron Hircania en la costa este del mar Caspio y también lograron defender sus territorios en la lucha contra Seleuco II. En lo que se refiere a la fase de fundación del reino, encontramos la llamada «era parta» que se inicia con el primer Nisan (= 14 de abril) en el año 247 a.C. y que junto a la «era seléucida» (312-311 a.C.) se empleará como cronología en el reino parto. Como ya hemos dicho, los éxitos del hijo de Seleuco, Antíoco III el Grande [FIG. 19], durante su campaña en Oriente obligaron a los partos a reconocer de nuevo la soberanía seléucida. No obstante, tras la derrota seléucida frente a Roma, es decir, después del 188 a.C., fueron derrotados de nuevo y en las siguientes décadas tuvieron que seguir ampliando su dominio hacia el Sur, Este y Oeste. Bajo Mitradates I (171-139/138 a.C.; [FIG. 20]) conquistaron Irán occidental y Mesopotamia y zonas anexionadas del reino greco-bactriano; de este modo sentaron las bases del estado multiétnico parto.

Después de una breve fase de enfrentamientos militares contra Hispaosines de Caracene y contra los pueblos esteparios del Noroeste, y tras intentar en vano recuperar los territorio seléucidas perdidos bajo Demetrio II y su hermano Antíoco VII [FIG. 19], Mitradates II (124/123-88/87 a.C.; [FIG. 38]) restauró la supremacía parta. Debido a su confrontación con Armenia, los partos también se situaron en el punto de mira de Roma: en el año 96 a.C., el emisario parto Orobazos tuvo un encuentro con Sula, el preceptor romano de Cilicia, inaugurando así los «encuentros» parto-romanos. En las décadas siguientes el Éufrates se convirtió en frontera común entre Roma y el reino parto, reconocida en los acuerdos partos con Luculo y Pompeyo (69 y 66 a.C.). La ruptura de los pactos por culpa de Craso —que mediante su invasión del imperio vecino pretendía conseguir un buen botín y más prestigio en los asuntos políticos de Roma— fue vengada con su fulminante derrota en Carras (53 a.C.), a tiempo que inauguraba el inicio de incontables conflictos militares entre estas dos grandes potencias.

Después de la suspensión de una de las campañas planeadas por César, a causa de su asesinato, y de que el contraataque de los partos —al mando de Pacoro y su compañero de armas romano Q. Labienus [FIG. 20]— fracasara tras unas breves victorias, en Siria y Asia Menor (41-38 a.C.), Marco Antonio intentó probar suerte, pero tuvo que emprender una vergonzosa retirada de Armenia y Media Atropatene. Hasta qué punto perjudicó la «cuestión parta» a los romanos en estas últimas décadas de la república queda plasmado no sólo en la literatura romana de dicho período, que otorga gran importancia a este tema, sino también en el especial empeño de Augusto en que sus éxitos en política interior se repitieran contra sus enemigos de Oriente. El éxito obtenido por el princeps gracias a los problemas dinásticos existentes en la estirpe arsácida en el año 20 a.C. —el rey parto Fraates IV se comprometió a devolver los estandartes romanos y a reconocer la soberanía romana en Armenia, pero el princeps romano tuvo que renunciar a una política ofensiva en el Este—, se convirtió en un tema importante de la ideología del principado de Augusto, y fue escenificada como tal en textos y representaciones gráficas. Las coloridas estatuas romanas de dicho periodo, que representan bárbaros arrodillados y de pie, condenan a los adversarios partos a dar testimonio de su sumiso respeto y de su servicio como esclavos.
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