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Introducción |
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Las investigaciones arqueológicas permiten determinar que la representación de animales —especialmente animales con cornamenta, pero también carnívoros y serpientes— es una característica común a todas las regiones de Irán en la época que abarca desde el séptimo hasta finales del cuarto milenio. Aparecen como pinturas decorativas en las vasijas y como pequeñas esculturas de formas redondeadas. A menudo, ciertos elementos, como por ejemplo los cuernos, aparecen muy acentuados o deformados. Las vasijas con forma de animal, utilizadas probablemente como objetos de culto, muestran la especial relación existente entre el hombre y los animales durante esa época. A pesar de su gran simplicidad, los dibujos captaban y reproducían fielmente aspectos fundamentales de los animales, lo que demuestra la extraordinaria sensibilidad y conocimiento acerca de la naturaleza y comportamiento de dichos animales. A veces, la cabeza, el cuello o las alas se mezclaban con elementos de otros animales semejantes, dando lugar a seres mixtos cuyo significado se desconoce, ya que carecemos de información acerca del imaginario religioso relacionado con ellos. Otra característica peculiar de la creación artística irania durante la época inicial es la frecuente representación de figuras femeninas. Existen numerosas estatuillas en miniatura que seguramente deban considerarse símbolos de la fertilidad, como testimonian las reproducciones de mujeres embarazadas o de mujeres con niño (núm. cat. 3). A partir del séptimo milenio aparece en Irán la cerámica pintada con dibujos inspirados en la técnica del trenzado, pero sus artesanos van creando motivos cada vez más complicados con los que recubrir las superficies. La técnica de confección de la cerámica alcanzó su apogeo en el cuarto milenio con piezas de paredes finas (Susa I y Tell-i Bakun A). Junto a la cerámica de uso cotidiano siempre se registran piezas decorativas. La evolución de los sellos experimenta un desarrollo similar, de modo que al principio presentan motivos trenzados, cruzados y de cintas, convirtiéndose más tarde en reproducciones de animales y de figuras humanas. A finales del cuarto y principios del tercer milenio aparecen los primeros textos económicos, al igual que en la vecina Mesopotamia de la época. La administración y el comercio precisaban de la contabilidad y junto a las cifras se hacía necesario reproducir caracteres gráficos muy sencillos. La invención del sello cilíndrico en la segunda mitad del cuarto milenio también está relacionada con este asunto: los bienes se sellaban para protegerlos de la apropiación indebida y ciertos acuerdos se ratificaban con el testimonio que proporcionaban los sellos cilíndricos. A diferencia del sello normal, la superficie del cilindro ofrecía espacio suficiente para representar una escena figurativa que podía imprimirse a voluntad sobre la arcilla húmeda. Tercer y segundo milenio: La misma composición de figuras aparece en un jarrón de plata con escritura elamita encontrado en los alrededores de Persépolis y en el sello cilíndrico transelamita de Shahdad (núm. cat. 65): en ambos casos se trata de una figura femenina sentada y otra de pie, evidentemente divinidades relacionadas con el crecimiento de la vegetación. En Shahad y en Tepe Hissar se encontraron sellos de metal con puño, llamados sellos compartimentados, en los cuales se aprecia la influencia de Oriente, especialmente de Afganistán y del valle del Indo. Período elamita arcaico (2100-1600 a.C.): |
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