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Prehistoria
El arte aqueménida
El arte griego antes de la época parta
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Galería de imágenes
El arte en la época parta
El arte en el Imperio Sasánida
El arte al inicio de la época musulmana
Bibliografía
  III. Catálogo: el arte griego antes de la época parta  

Introducción (IV)

         
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En general, puede observarse en las investigaciones modernas una tendencia a fechar las obras griegas —originales y copias— dentro del período seléucida, mientras que nunca se tiene en cuenta el hecho de que éstas podrían proceder de épocas posteriores. Sin embargo, la clase alta parta apreciaba mucho el arte griego y también la literatura e incluso las representaciones teatrales griegas. Por aquel entonces se habrían importado o fabricado en la misma localidad obras al estilo de la denominada Reina musa, una cabeza de mujer procedente de Susa que lleva sobre la corona de estaño(21) la firma de un escultor llamado Antíoco, hijo de Drías.

Por lo tanto, podemos considerar que tan sólo disponemos de una sola obra «semioficial» del período seléucida —el relieve de Heracles de Behistún con la consagración para el gobernador Cléomenes— y de unos cuantos hallazgos relevantes, quizás del período seléucida, aunque sea más probable que procedan de períodos posteriores al mismo. Una herencia realmente escasa si tenemos en cuenta los doscientos años de poder macedonio. El famoso edicto que se encuentra en la inscripción de Nehavend en Media y que afirma la existencia de un culto a las figuras de Antíoco III, su esposa Leodice y sus antepasados reales(22), no dispone de estatuas que representen a dichas figuras y que puedan ratificar esta afirmación. Lo único que pertenece con toda seguridad al período seléucida son las monedas que se acuñaron en las casas de la moneda de Ecbatana y Susa, probablemente también en Hecatompilos/Artacoana y, a partir de Antíoco IV, en Antioquía en el golfo pérsico(23) [FIG.19]. Éstas no destacan especialmente entre las acuñaciones del oeste seléucida ni tampoco llegan a alcanzar la espectacular calidad de las mejores piezas de la vecina Bactriana(24). Sin embargo, las monedas del período seléucida ejercieron una fuerte influencia en la siguiente acuñación de monedas partas. Aún así, la nueva acuñación sustituyó el retrato del rey macedonio que aparecía en las monedas, de fisonomía fácilmente reconocible, casi siempre sin barba y mirando hacia la derecha, por el retrato del rey iranio con barba y mirando hacia la izquierda [FIG. 20] [FIG. 38]. En el dorso de las monedas aparece el rey parto ocupando el asiento de Apolo o Zeus(25).

Al igual que las artes plásticas, la arquitectura tampoco nos aporta la información deseada. No existen prácticamente restos de construcciones del período seléucida. Las ruinas de los templos de Kangavar(26) y Khurha(27) en Media, en su día considerado como parte del legado seléucida, pertenecen en realidad a restos de palacios del período parto o sasánida. ¿A qué se debe esta falta de hallazgos? ¿Realmente fue el arte seléucida tan escaso, o es que todavía queda mucho por descubrir? Echemos un vistazo a los países vecinos. En Mesopotamia conocemos, en Uruk y Seléucida del Tigris, la existencia de arquitectura y sepulturas del período seléucida, a lo que se añaden moldes de arcilla de los sellos de los archivos oficiales con retratos de reyes y particulares, además de otros motivos. Como Seléucida del Tigris, Dura Europos, situada en Siria a mitad del río Éufrates, también siguió el modelo urbanístico con ángulos rectos de los fundamentos macedonios del helenismo inicial. En el golfo pérsico se excavaron en Failaka (Bahrain) dos templos del período seléucida de orden dórico y jónico. En la Bactriana, el yacimiento de Ai Khanum, equiparable al de Alejandría del Oxus, sacó a la luz el mapa y muchos de los edificios de una extensa ciudad griega con palacio, templos, teatro y gimnasio, el heróon del gobernador de la ciudad con su sarcófago y grandes residencias, a lo que se añadieron restos de esculturas de piedra y estuco, relieves murales y muchos otros hallazgos de finales del siglo IV hasta el año 130 a.C., año en el que la ciudad cayó bajo el poder de los nómadas yuezhi.
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