Introducción (IV) |
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...viene de la página anterior Por lo tanto, podemos considerar que tan sólo disponemos de una sola obra «semioficial» del período seléucida —el relieve de Heracles de Behistún con la consagración para el gobernador Cléomenes— y de unos cuantos hallazgos relevantes, quizás del período seléucida, aunque sea más probable que procedan de períodos posteriores al mismo. Una herencia realmente escasa si tenemos en cuenta los doscientos años de poder macedonio. El famoso edicto que se encuentra en la inscripción de Nehavend en Media y que afirma la existencia de un culto a las figuras de Antíoco III, su esposa Leodice y sus antepasados reales(22), no dispone de estatuas que representen a dichas figuras y que puedan ratificar esta afirmación. Lo único que pertenece con toda seguridad al período seléucida son las monedas que se acuñaron en las casas de la moneda de Ecbatana y Susa, probablemente también en Hecatompilos/Artacoana y, a partir de Antíoco IV, en Antioquía en el golfo pérsico(23) [FIG.19]. Éstas no destacan especialmente entre las acuñaciones del oeste seléucida ni tampoco llegan a alcanzar la espectacular calidad de las mejores piezas de la vecina Bactriana(24). Sin embargo, las monedas del período seléucida ejercieron una fuerte influencia en la siguiente acuñación de monedas partas. Aún así, la nueva acuñación sustituyó el retrato del rey macedonio que aparecía en las monedas, de fisonomía fácilmente reconocible, casi siempre sin barba y mirando hacia la derecha, por el retrato del rey iranio con barba y mirando hacia la izquierda [FIG. 20] [FIG. 38]. En el dorso de las monedas aparece el rey parto ocupando el asiento de Apolo o Zeus(25). Al igual que las artes plásticas, la arquitectura
tampoco nos aporta la información deseada. No existen prácticamente restos
de construcciones del período seléucida. Las ruinas de los templos de
Kangavar(26) y Khurha(27) en Media, en su día considerado como parte del legado seléucida, pertenecen
en realidad a restos de palacios del período parto o sasánida. ¿A qué se
debe esta falta de hallazgos? ¿Realmente fue el arte seléucida tan escaso, o
es que todavía queda mucho por descubrir? Echemos un vistazo a los países
vecinos. En Mesopotamia conocemos, en Uruk y Seléucida del Tigris, la
existencia de arquitectura y sepulturas del período seléucida, a lo que se
añaden moldes de arcilla de los sellos de los archivos oficiales con
retratos de reyes y particulares, además de otros motivos. Como Seléucida
del Tigris, Dura Europos, situada en Siria a mitad del río Éufrates, también
siguió el modelo urbanístico con ángulos rectos de los fundamentos
macedonios del helenismo inicial. En el golfo pérsico se excavaron en
Failaka (Bahrain) dos templos del período seléucida de orden dórico y
jónico. En la Bactriana, el yacimiento de Ai Khanum, equiparable al de
Alejandría del Oxus, sacó a la luz el mapa y muchos de los edificios de una
extensa ciudad griega con palacio, templos, teatro y gimnasio, el heróon del
gobernador de la ciudad con su sarcófago y grandes residencias, a lo que se
añadieron restos de esculturas de piedra y estuco, relieves murales y muchos
otros hallazgos de finales del siglo IV hasta el año 130 a.C., año en el que
la ciudad cayó bajo el poder de los nómadas yuezhi. |
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