Introducción (y VI) |
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...viene de la página anterior La arquitectura religiosa de Hatra, concretamente en los templos pequeños, permite observar las últimas transformaciones de una celia que todavía mantiene la sustancia de la antigua tradición babilónica y que, sin embargo, poco tiene ya que ver con los cultos y rituales iranios. Por otro lado, el panteón de Hatra, al igual que el resto de panteones del oeste del imperio, presenta un carácter fundamentalmente mesopotámico. El templo principal [FIG. 44] [FIG. 45], aunque se construyó de acuerdo con el nuevo diseño característico parto, con un iwan de gran tamaño -que encontraremos de nuevo en edificios civiles como el palacio del gobernador en Azur—, estaba dedicado a un culto solar cuyos rasgos principales eran comunes a los de los cultos de las regiones sirias al otro lado de la frontera. Por el contrario, el arte de Hatra se inspira en modelos que probablemente nos lleven hasta el Tigris, en la corte arsácida de Ctesifonte. Estos modelos nos son desconocidos tanto por su iconografía como por el estilo de sus estatuas y relieves, aunque establecen estrechas relaciones con la tradición mesopotámica antigua. Los distintos elementos que definen la arquitectura de Hatra se fundieron con tal armonía que sólo pueden distinguirse individualmente ejecutando un análisis detallado y minucioso. Los hallazgos de Hatra [FIG. 46], una ciudad cercana a la frontera del oeste del imperio, son cuantitativamente los más ricos del período parto. Su fecha podría situarse en el período parto tardío, alrededor del siglo II d.C. y la primera mitad del siglo III d.C. La ciudad, que gozó de libertad para seguir su propia orientación cultural, se mantuvo fiel al soberano arsácida y llegó incluso a establecer una alianza con Roma en contra de los sasánidas. El cerco al que fue sometida la ciudad por parte del ejército sasánida dio origen a una de las numerosas leyendas iranias que nos han llegado a través del período islámico —uno de los pocos mitos situados específicamente en el período parto que han llegado hasta nosotros— y cuenta la historia de la desdichada hija del rey de Hatra, quien entregó la ciudad al conquistador sasánida tras enamorarse locamente de él. Aunque ésta no fuera la intención del poeta, la leyenda puede interpretarse como un augurio de la transmisión directa del patrimonio cultural parto a la nueva era sasánida, como podemos observar claramente en los hallazgos arqueológicos del siglo III d.C. |
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