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Orfebrería
Coronas
La mansión sasánida de Hadjiabad
Galería de imágenes
El arte al inicio de la época musulmana
Bibliografía
 
Figura 50
Mosaicos del palacio de Bishapur
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Figura 51
Ardashir-Khurra
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Figura 52
Trono de Salomón
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Figura 53
Takht-i Suleiman
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  III. Catálogo: el arte en el Imperio Sasánida  

Arquitectura (y II)

   
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Actualmente no queda gran cosa de lo que fueron los lujosos interiores de los palacios sasánidas de la época. En cualquier caso, a través de las fuentes escritas y de las escasas ruinas arqueológicas de que disponemos, podemos vislumbrar la opulenta suntuosidad con la que el «rey de reyes de arios y no arios» hizo decorar sus salas de audiencia y aposentos. Las paredes estaban revestidas de mármol, estuco, frescos y mosaicos. Así, por ejemplo, llegó a alcanzar gran fama literaria una enorme alfombra de seda bordada con oro, perlas y piedras preciosas, denominada «Primavera de Cosroes», que decoraba la sala del trono del palacio de Ctesifonte y que representaba un jardín paradisíaco. Entre los escasos restos arqueológicos cabe citar los mosaicos del palacio de Bishapur (Veh-Shapur: «la bella ciudad de Shapur»; [FIG. 50]), relacionados con el culto al dios griego Dionisos (8) y confeccionados por artistas romanos, procedentes probablemente de la ciudad siria de Antioquía, conquistada por Shapur I en el año 260 d.C. Creada por este rey y situada en Persia igual que Firuzabad, se diferencia de aquella por el trazado, que en Bishapur presenta una planta rectangular.

Como ya se ha dicho, los sasánidas eran seguidores de las creencias zoroástricas, que impusieron como religión de Estado. El culto al fuego era el eje de su credo y los centros de la iglesia eran los templos en los que el fuego sagrado ardía como símbolo de la fuerza divina. Puede que la construcción sacra más antigua del período sasánida identificada como templo del fuego sea el complejo de edificios denominado Takht-i Nishin, que Ardashir I hizo construir en su residencia de Ardashir-Khurra (Firuzabad (9); [FIG. 51]). El núcleo del edificio está formado por una sala cuadrada con cúpula semiesférica, cámaras cruciformes con bóvedas de cañón y puertas axiales, así como pequeñas salas adosadas a las cuatro paredes exteriores. Las salas de planta cruciforme son una característica de la arquitectura sasánida, siendo especialmente impresionantes las del palacio de Bishapur y las del templo del fuego de Takht-i Suleiman. Finalmente, cabe citar una sala de características semejantes en la casa señorial de Hadjiabad [FIG. 60], considerada también un templo del fuego (10). De todos modos, todavía hoy se debate si Takht-i Nishin puede considerarse un templo del fuego o no, ya que también se contempla la idea de que se trate de un palacio y que el gran palacio de Ardashir, a las afueras de Firuzabad, fuera en realidad un templo del fuego (11). Tampoco está claro si Takht-i Nishin puede considerarse una edificación precursora del chahār tāq, la forma característica de la arquitectura sacra sasánida, una «construcción de cuatro arcos» independiente y abierta por todos sus lados, que corona un altar de fuego semejante a un baldaquino.

Entre los santuarios más significativos del período sasánida destaca el templo del fuego de Takht-i Suleiman («Trono de Salomón») en Azerbadján (noroeste de Irán), en el que se veneró uno de los fuegos más importantes del imperio, el «Fuego del semental» (Ātur i Gusnasp) (12). Esta construcción está situada sobre una cima a 2.200 m de altura, junto a un lago y rodeada por un muro de piedra con almenas [FIG. 7] [FIG. 52] [FIG. 53]. El núcleo del complejo está formado por una sala cuadrada con cúpula y galerías abovedadas, donde ardía el fuego sagrado. Se encuentra rodeada por dos iwanes y una pequeña sala con cúpula de planta cruciforme. En la parte occidental podemos apreciar un segundo complejo de edificios en el que se hallaba otro santuario con una sala con pilares, además de pequeñas salas y patios utilizados para la celebración de ceremonias y banquetes. El tercer complejo, en la zona sudoccidental, lo constituye un palacio que el rey utilizaba como residencia para sus invitados. La identificación del santuario de Takht-i Suleiman con el «Fuego del semental» se debe, entre otras cosas, a las numerosas impresiones de sellos (bullae de arcilla) halladas durante las excavaciones, muchas de las cuales llevaban el nombre del santuario, Ātur i Gusnasp. Estas bullae de arcilla se utilizaban para certificar documentos y contabilizar envíos de mercancías, lo cual deja constancia de la importante actividad económica de los templos zoroástricos durante el período sasánida.

   
 
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