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III. Economía
 
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LOS "AGROPASTORES"

 

Puede parecer contradictorio asociar la noción de agricultura a la de nomadismo pastoril. Sin embargo, los tuareg se ven obligados a alimentarse principalmente de cereales como el mijo (enele) o, en el Hoggar y el Ayr, el trigo (elqama). Tales recursos, pueden adquirirlos de dos maneras: como "antes", delegando la función de agricultor a sus dependientes negros en las zonas adecuadas del sur, donde hay lluvia suficiente para el cultivo extensivo, o como ahora, comprando los cereales en los mercados, en ocasiones cambiándolos por ganado (cabras u ovejas).

Los agricultores ocasionales
Éste es el primer aspecto que nos interesa. Dado que los ganaderos tuareg viven en general en zonas situadas al norte de la isohieta (límite de precipitaciones) de 350 mm. (de lluvia anuales), inadecuadas para la agricultura extensiva, envían a territorios libres situados en la zona agrícola sedentaria a sus cautivos (iklan), que se convierten en agricultores "ocasionales". En efecto, el mijo es poco exigente y se conforma con un suelo ligero, arena casi pura, que no pide ni mucho esfuerzo ni cavar muy hondo. Pasan algunas semanas roturando, sembrando y escardando, y regresan al cabo de algunos meses para cosechar. Durante ese tiempo viven en chozas provisionales hechas con paja de mijo o de sorgo. Sus aperos de labranza son a menudo tomados de los campesinos sedentarios vecinos. Pero no se convierten en cultivadores de aldea, con una distribución de tierras en círculos concéntricos. Se las reparten según las necesidades y los ocupantes, y las abandonan una vez acabada la cosecha.

Los "agropastores" seminómadas
El caso de los libertos desde hace tiempo es distinto. Cuando, bajo la presión colonial, los tuareg tuvieron que liberar a sus cautivos y dependientes a principios del siglo XX, algunos grupos de iklan se encontraron sin recursos. Así, se establecieron en esas zonas intermedias y se convirtieron en sedentarios, aunque manteniendo la costumbre de criar rebaños de cabras y ovejas. En Níger, éste es también el caso de los tuareg Kel Gress, que emigraron hace mucho tiempo a la zona meridional del país, donde se establecieron con sus dependientes y fueron adoptando paulatinamente las características de los hausa sedentarios, aunque conservaron su lengua y, especialmente, el uso del turbante. Asimismo, adquirieron el conocimiento de las técnicas agrícolas, a pesar de conservar su especialización como criadores de camellos de carga.

La agricultura de regadío
En zonas de pluviometría muy aleatoria, al norte de la famosa isohieta de 350 mm., la agricultura está oficialmente prohibida. Pero en las regiones montañosas, donde los manantiales y las capas freáticas suelen abundar, se puede cultivar en régimen de regadío sin verse sometido a los caprichos del clima. De ese modo, los tuareg que viven en el macizo montañoso del Ayr (Níger) están especializados en la horticultura de regadío gracias al agua de pozos dotados de dispositivos de achicamiento movidos por animales (takarkart). Es el caso de los tuareg Kel Owey (Ayr), que cultivan, además de cereales comestibles, gran cantidad de hortalizas y frutas, producción de gran fama en todo el norte de Níger y especialmente en Agadés, donde sus tomates (tomatun), lechugas, calabacines y demás hortalizas encantan a los sedentarios. Aunque hay que hacer constar que, tradicionalmente, los tuareg nunca han sido consumidores de verduras, ni de fruta, salvo de dátiles y azufaifas silvestres. Si bien este tipo de agricultura libera a los cultivadores de las contingencias climáticas, exige en contrapartida unas técnicas y una organización muy sofisticadas. En efecto, para obtener un rendimiento óptimo de las tierras de cultivo, las plantaciones deben ser escalonadas en el tiempo y distribuidas estacionalmente. La explotación continua se divide en tres ciclos sucesivos, centrados en tres cereales: de noviembre a marzo, cereales de procedencia mediterránea —trigo, cebada (asharegh), avena— a los que cabe añadir los tomates, las cebollas (albaza), diversas hortalizas y el tabaco (taba); de abril a junio, el período más seco y, por lo tanto, más inseguro, el maíz (de ciclo corto) (abora n masar), las sandías y el melón; de julio a octubre, que incluye la estación de las lluvias, el maíz (de ciclo largo), el mijo, el sorgo (abora) y las plantas para salsa (gombo). El riego se practica a partir de un pozo (anu) achicado con la ayuda de un animal (buey o camello), cuya agua se recoge mediante un odre con caño para ser vertida en una red de canales.

Presentes en diversos puntos del Ayr, así como en las llanuras al oeste de dicho macizo, los palmerales han tenido y todavía tienen un papel nada negligible en la economía de las poblaciones seminómadas. Efectivamente, además de dátiles (teyne), la palmera datilera (talezdaq) proporciona numerosos subproductos, como madera para armazones y tablones, las varillas de las hojas de palma para rodrigones y el tejido fibroso del tronco como relleno de protección bajo los portaequipajes que cargan los animales o como cuerda o traba. Los palmerales también exigen cuidados y vigilancia contra los animales voraces (cuervos, ratones).

Dichos lugares implican, por lo tanto, una presencia permanente, mucha gente, y por consiguiente una población disponible y liberada de las limitaciones del nomadismo. Por tal motivo, esos tuareg son considerados completamente sedentarios, incluso si han conservado su vocación de criadores de camellos de carga, los mismos que son utilizados por las caravanas de sal con destino a Bilma, más allá del desierto del Teneré.

En la actualidad, después de los períodos de crisis sufridos por los tuareg, muchos de ellos han optado deliberadamente por una solución sedentaria que les obliga a practicar algunas de estas modalidades agrícolas. A veces, el motivo es simplemente la desaparición de los pastos ante la presión demográfica de los sedentarios del sur, que ocupan progresivamente esas tierras, lo que impide la trashumancia de los rebaños. Esos tuareg deben aprenderlo todo, sufriendo en ocasiones fracasos debidos a su incompetencia, a la sequía o a las enfermedades parasitarias. Hay, sin embargo, un elemento que los distingue de los sedentarios: los campos o huertos (afarag), cercados para protegerlos del ganado y no al contrario.

   
 
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