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IV. La sociedad tuareg
 
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IV. SOCIEDAD
INTRODUCCIÓN
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TUAREG
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INTRODUCCION

 
Describir la sociedad tuareg ha llegado a ser una tarea delicada: durante los últimos 25 años se han sucedido tantos acontecimientos que el modelo ideal de referencia, aún válido en algunos detalles en los años setenta, ha devenido obsoleto. La unidad cultural de esta sociedad, a pesar de las consignas lanzadas durante los años de resistencia, se ha modificado profundamente. Quedan algunos signos externos, como la lengua o el uso del turbante. No obstante, los tuareg todavía se definen según esquemas ya agotados y, para comprender su sociedad, hace falta describirla en primer lugar bajo sus aspectos más tradicionales.
La unidad cultural
Para distinguirse del campesino sedentario o del nómada fulbe, el tuareg se define a sí mismo como integrante de los Kel Tamasheq ('los de lengua tuareg') o, en ocasiones, de los Kel Tagelmust ('los del turbante'). De paso, hay que hacer notar que paradójicamente la palabra "tuareg" no existe en la lengua tuareg. Se trata de un apelativo de origen árabe, cuya raíz original sería Targa, topónimo que designaba tiempo ha una zona cercana al Fezzán libio y que significaba "abandonado por Dios", de donde derivan las denominaciones adoptadas por los franceses: targui (masculino), targuia (femenino) y touareg (plural). La identidad tuareg es ante todo, por lo tanto, un hecho cultural y lingüístico, y un tuareg no se distingue por sus rasgos físicos: ni el color de la piel, ni el pelo largo y crespo, ni la riqueza, la condición social o la tradición de origen pueden ser considerados criterios que distingan a los tuareg de sus vecinos. Incluso se puede llegar a ser Kel Tamasheq: es el caso de los sirvientes, de orígenes tan diversos como desconocidos, que han adoptado el habla, las costumbres y el modo de vida de la sociedad que los ha absorbido. Es el caso, asimismo, de tribus constituidas que se han integrado en el mundo tuareg, como las comunidades de origen kunta que se establecieron hace unos 200 años en Níger.
La lengua tamasheq
La lengua tuareg es un dialecto bereber para el que la palabra tamasheq es la denominación corrientemente usada para designar el habla de la mayoría de los tuareg de Níger o Malí (en la lengua bereber la designación del femenino se obtiene mediante el prefijo "t"). Cabe distinguir además la tamahaq o tahaggart (Ahaggar), la tamajaq o taïrt (Ayr), la tawellemet (lullemmeden), tadghaq (Ifora), tamesgrest (Kel Gress). A pesar de algunas diferencias de vocabulario, los préstamos del árabe en el Ahaggar y del hausa en el Ayr y entre los Kel Gress, y de pronunciación —la "t" se convierte en "s"h de oeste a este—, los tuareg pueden entenderse sin grandes dificultades. Pero la lengua hablada no es la única marca viva de la cultura: los caracteres escritos tifinagh son conocidos por casi todos los tuareg, hombres o mujeres, guerreros o religiosos, artesanos o cautivos. Esta escritura no constituye los restos de una cultura muerta que se halla junto a los grabados rupestres de los macizos montañosos: es una escritura actual y el uso del bolígrafo y el papel la multiplica en las cartas llevadas por los mensajeros de campamento en campamento o, a menudo, por el propio correo. Este alfabeto sólo escribe las consonantes, lo que hace que su lectura sea difícil y lenta. Se deletrea en voz alta y, a continuación, se repite la secuencia de letras para reconstituir las palabras y las frases. Los caracteres tifinagh se inscriben en todos los sentidos: de derecha a izquierda, de izquierda a derecha, de abajo arriba y de arriba abajo; el sentido de la lectura se reconoce gracias a la orientación de las letras disimétricas.
La indumentaria y el decoro
Otro factor de cohesión cultural es la indumentaria, y sobre todo el turbante, o velo para la cabeza, tagelmust. Algunos tuareg se llaman a sí mismos Kel Tagelmust, "los del velo en la cabeza": el velo es el signo visible de pertenencia al mundo tuareg, la marca de obediencia a las costumbres y el decoro de esta sociedad y, por consiguiente, de cierto pudor: en efecto, todo hombre debe dominar las emociones que la expresión del rostro podría traicionar. Por ese motivo, cuando un hombre ríe, llora, bebe o come, levanta instintivamente el anagad, la parte del velo que cubre la boca y la nariz hasta debajo de los ojos. El decoro y el dominio de sí mismo se manifiestan también en ocasión de la comida alrededor de la fuente común. Se dice que un hombre de verdad debe poder resistir y olvidar el hambre. Si, por el contrario, sólo piensa en mitigar su apetito, se olvida de todo lo demás ("Vientre hambriento no tiene orejas") y hasta que no está a punto de saciarse no se acuerda, de repente, de lo que debía decir a su vecino y toma la palabra. Esta falta de comportamiento se denomina sonti, del verbo santu, "empezar". Por este motivo cuando se está a punto de comer en común alrededor de la fuente nunca se debe introducir un nuevo tema de conversación, diciendo, por ejemplo, "a propósito, fulano, ¿has encontrado tus camellos?". Lo normal es proseguir una conversación entablada antes de empezar a comer. Tampoco se recomienda hacer comentarios sobre la calidad de lo que se come. La mayoría de las comidas se desarrollan en silencio, o entrecortadas por bromas y risas.
TUAREGJoven tuareg en el mercado semanal
Senedougou, Malí
Diciembre de 1999
(Foto Alberto Costa).
   
 
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