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GALERIA: 1 - 10
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1. Fran.co Goya y Lucientes, Pintor |
Goya, en un primer dibujo preparatorio, no había acentuado tanto su mirada entrecerrada y de refilón. El gesto finalmente elegido
lo muestra con aire más escéptico o crítico. Tenía entonces cuarenta y tres años. |
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2. El si pronuncian y la mano alargan Al primero que llega |
Crítica acerba de las bodas por interés o razón política, en que Goya censura lo que no sea verdadero amor de la pareja y denuncia
la doblez de la novia, hermosa enmascarada, pero contenta con su sino. El tiempo dirá cómo es. |
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3. Qué viene el coco |
Insensatez de las madres que aterrorizan a sus hijos con horrores imaginarios, a veces para lograr desentenderse de las criaturas
o alejarlas cuando no les conviene que sean testigos de una bribonada. |
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4. El de la rollona |
Mofa de la artificiosa prolongación de la infancia que sufren los hijos de casa rica, caprichudos e inútiles a base de vivir
como bebés. "El de la Rollona, diez años y aún mamaba": frase hecha contra la madre que impide la vida adulta del hijo. |
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5. Tal para qual |
Dura estampa contra el atildamiento, femenino y masculino: el pisaverde pasa sus horas en acicalamientos, como la coqueta, pendiente
no de ser, sino de aparentar y apegado a las modas y no al buen temple. |
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6. Nadie se conoce |
La máscara de Carnaval no tapa, aunque todos finjan que no saben quienes son y, así, obren a su antojo y puedan complacerse.
Pero el engaño no existe en el carnaval de la vida: ni los «cuernos» pueden, al cabo, disimularse. |
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7. Ni asi la distingue |
Aunque la mire de cerca no conocerá su ser verdadero y se engañará si solo se fía de la apariencia, así se ayude de anteojos.
Más le valiera reparar en cosas que no se llevan en la cara. Goya firmó la plancha, abajo, a la izquierda. |
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8. Que se la llevaron! |
Si no velan por el decoro y la fama de la mujer, así ella misma como los suyos, puede acabar por la fuerza de las cosas, donde
nunca quiso haber estado. O, más sencillamente, dos bárbaros que raptan a una joven. |
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9. Tantalo |
Tántalo, por maldición de los dioses, no podía alcanzar nunca el agua y las frutas que tenía cerca. El hombre que no es atento
y amable con su mujer, la pierde, como si estuviera muerta, y ya nunca la logra, por más que llore. |
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10. El amor y la muerte |
Los anticuados, que se toman cualquier chanza a la tremenda, como en los dramas de Calderón, se exponen a morir en una pendencia
por asunto de faldas. Así y todo, él amaba locamente y ella queda en la desesperación. Eros y Tántalos. |
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