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II. Caprichos

 
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Caprichos
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GALERIA: 71 - 80

 
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71. Si amanece; nos Vamos
A la luz del día, no es posible el conciliábulo de brujas. A la luz del saber y la razón, se dispersarán la ignorancia, la superstición y el engaño en que tantos viven presos, a veces verdugos y víctimas a un tiempo.
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72. No te escaparas
No hay por qué ver en la escena alusión a Godoy ni a nadie en particular. Los lascivos pajarracos, poderosos, adinerados, astutos, acabarán siendo dueños del juvenil atractivo de la damita. ¿Qué ha de hacer ésta, sin fortuna ni poder?
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73. Mejor es holgar
«¿Que te cansas?», tituló primero Goya la imagen de la pavisosa consentida, con la cabeza a pájaros, que no atiende a lo que hace y deja el ovillo en el regazo, pensando en Babia, como si le diera fatiga lo poco que hace.
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74. No grites, tonta
No molesta, en el fondo, la aventura a la dama, bien trajeada, que enseguida trueca su susto en regocijo cuando advierte que los duendes visitantes vienen sólo a cometer pillerías y necesitan su concurso.
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75. ¿No hay quien nos desate?
El gran pajarraco que permite soñar a la razón preside la escena desesperante: ni se quieren ni se soportan, pero han de vivir no ya juntos, sino amarrados para siempre. Vaya castigo.
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76. ¿Está Vmd... pues, Como digo... eh !Cuidado! Si nó...

Advertencias chulescas de un soldadote ridículo y nada bizarro que no consiente se dude de sus bravatas y mentiras. ¿Está Vuesa Merced?, dice retador. Y amenaza, valiente... a un enano tullido. Más bocazas cuanto más cobarde.
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77. Unos á otros
Los hombres se alancean cruelmente, como si estuvieran siempre en un coso sangriento. Parece más eficaz en la carnicería el más empingorotado, sobre cabalgadura con librea. Pero no falta tampoco la gente común.
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78. Despacha, que dispiertan
Los duendes o gnomos hacen su trabajo de noche, en los fogones y cocinas. Con aire de frailecillos, la fábula popular los cree divertidos, laboriosos y traviesos. Pero nadie puede verlos, sino en sueños. Como que no existen.
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79. Nadie nos ha visto
Travesura de los duendes, tras su trabajo: un gran trago de vino en la bien provista bodega de la casa. ¿O son clérigos que hacen lo que no deben? En un primer dibujo, el que está de espaldas, llevaba bonete.
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80. Ya es hora
Fin de la obra. Los duendes frailecillos están cansados. Bostezan, esponjan el cuerpo y se disponen a partir. Han estado mucho tiempo en la trastienda de la mente de Goya. Es hora de que se vayan. Torne a su reino la Razón.
   
 
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