En el mismo planteamiento constructivo de ganar altura en las tres naves de la fábrica primitiva de la iglesia, reaprovechando lo existente, subyacía la necesidad de utilizar un tipo de cubierta para el edificio resultante cuyo sistema de cargas no exigiese apeos ni responsiones específicas. Es decir, que toda la transformación de la fábrica de la catedral realizada en el último tercio del siglo XIII para ganar mayor altura y obtener mejor iluminación, tal como se lleva a cabo, ya presuponía y exigía la utilización de una armadura de par y nudillo, un sistema estructural de cubierta que carga por igual sobre todo el muro, sin concentrar pesos ni, por tanto, exigir contrafuertes específicos que hubieran determinado una fábrica de nueva planta.
Letrado.
Persona que por su indumentaria, un tabardo con largas mangas y capuchón, más permite pensar en un letrado o doctor que en noble, con una posición social asimilable al clero.
Desde el punto de vista estructural, la primera observación que es menester apuntar se refiere al uso inadecuado del término artesonado, con que habitualmente se ha venido denominando a esta techumbre de la catedral de Teruel, un término introducido incluso en varias publicaciones de carácter científico, tal vez por su mayor casticismo. Con el término artesonado, que ha sido asimilado además por las lenguas extranjeras que carecen de un equivalente, se pretende aludir a la forma de artesa invertida que tiene la sección de la armadura de par y nudillo. Pero tal como ha propuesto con todo rigor Balbina Martínez Caviró en sus estudios sobre la terminología de la carpintería hispanomusulmana, el término artesonado debe utilizarse tan sólo con connotación ornamental, debiendo reservarse su uso para todas aquellas techumbres que, independientemente de su estructura o de la disposición de su armadura, se hallen decoradas con artesones o casetones. Así puede llamarse artesonado a un alfarje o techumbre plana, que se halle decorada con artesones o casetones, como sucede con el que cubre el salón principal del palacio de los Reyes Católicos en la Aljafería de Zaragoza. Pero este no es el caso de la techumbre que cubre la nave central de la catedral de Teruel, por lo que no es procedente la denominación de artesonado sino la de armadura de par y nudillo.
Antonio Almagro nos ha ofrecido una precisa y clara descripción de la estructura de la techumbre, que reproduzco a continuación, con la única modificación por mi parte de presentar en cursiva, la primera vez que se mencionan y describen, los términos específicos de cada uno de los diferentes elementos que componen la armadura, con el fin de que así puedan servir a modo de diccionario técnico para el lector no iniciado en el tema:
"La armadura, de par y nudillo, está formada por vigas inclinadas de acuerdo con la pendiente del faldón de la cubierta y apoyadas en la cumbrera o vértice superior, entestando con las correspondientes del otro faldón. Estas vigas van colocadas a pequeños intervalos y se denominan pares o alfardas. Para evitar la flecha y pandeo de estas piezas se dispone, normalmente a la distancia de un tercio de su longitud desde la cumbrera, una pieza horizontal de igual sección, que une los dos pares y que recibe el nombre de nudillo. Los pares entestan superiormente con los de la otra vertiente, bien directamente o bien con la interposición de una tabla que se denomina hilera. En la parte inferior apoyan en otra pieza de madera corrida llamada estribo y que es la encargada de repartir el peso y el empuje horizontal a los muros. Los pares se colocan a escasa distancia unos de otros, generalmente separados una distancia igual a dos veces su propio grueso, aunque esta medida varía en ocasiones. El nudillo evita la flecha o comba hacia el interior de los pares a la vez que absorbe parte del empuje horizontal que produce la estructura.
Como en grandes luces este empuje puede ser considerable, se colocan otras vigas, los tirantes, uniendo horizontalmente los estribos de los dos lados a fin de contrarrestar los empujes opuestos que se producen en ambos apoyos. Estas vigas, que se suelen colocar apareadas, son de notable mayor tamaño que los pares y nudillos, pues además de tener que trabajar a tracción deben soportar su propio peso con una gran separación entre apoyos. Para reducir ésta se disponen piezas empotradas funcionando como ménsulas, que se denominan canes o asnados y cuyas cabezas o extremos libres se decoran con formas geométricas, zoomórficas o con cabezas humanas.
La estructura así concebida tiene la facultad de producir un reparto de las cargas y empujes prácticamente uniforme en todo el perímetro de los apoyos, adecuándose de esta forma a las fábricas de escasa resistencia, como las de ladrillo y tapial, que caracterizan a la arquitectura hispanomusulmana y más en particular a la mudéjar.
Ésta es la disposición estructural del conjunto. Con el fin de permitir el asiento del tejado por la parte superior y poder presentar decoración hacia el interior, los espacios entre los pares y entre los nudillos se cubren con tablas, que forman los faldones inclinados y el almizate o harneruelo horizontal. Estos elementos delimitan el espacio definido por la armadura que se percibe como unitario al estar sólo interrumpido de manera ocasional por los tirantes. Éstos, a su vez, también se enlazan cerrando el espacio entre las dos vigas, dando la impresión de elementos más potentes de lo que en realidad son. Frente a las estructuras latinas, en las que abundan los elementos verticales, como pendolones y tornapuntas, que dividen el espacio bajo la cubierta, la solución musulmana y mudéjar es más unitaria recordando una bóveda corrida.
El enriquecimiento decorativo lleva a dividir las calles o espacios entre pares, enlazando éstos con piezas de unión o peinazos, que determinan formas de hexágonos alargados o de estrellas. Las aristas de estas piezas se biselan a la vez que reciben cortes con formas especiales, dando lugar a lo que se conoce como labor de menado. Las zonas de las paredes que quedan entre los tirantes y los canes se cubren con tablas decoradas, que enmascaran los estribos formando el alicer. Todos los papos o caras inferiores de las vigas y las tabicas tablas que cierran las calles están aquí decoradas con pinturas; las vigas y peinazos con motivos geométricos y las tabicas con un riquísimo repertorio iconográfico (...) En el centro de cada tramo del almizate, entre dos pares de tirantes, hay un motivo decorativo central compuesto por una cúpula agallonada (...) En el exterior la nave central tiene un alero con canes con rollos menudos y terminados en estilizadas cabezas de toros. Estos canes tuvieron decoración pictórica al igual que los sofitos y que aún se conserva en algunas zonas".
Así, pues, la techumbre de la catedral de Teruel no es un artesonado en sentido estricto, sino una armadura de madera de par y nudillo, apeinazada y con dobles tirantes apeados en canes. Tiene 32 m de longitud y 7,76 m de anchura, así como 3,50 m de anchura en el almizate y 2,85 m de longitud en los faldones. Los diez tirantes de vigas pareadas dividen visualmente la techumbre en nueve secciones, una sistematización que se utiliza para la descripción de la misma, numerándose las secciones correlativamente desde el crucero hasta los pies de la nave, correspondiendo la última y novena sección a la que hubo de ser repuesta totalmente, como se ha dicho, por el Servicio de Regiones Devastadas en la restauración realizada tras la Guerra Civil.
Antonio Almagro ha observado que "las pendientes de sus faldones son notablemente menores de lo que suele ser más corriente en lo propuesto por el tratado de Diego López de Arenas y en la mayoría de las armaduras de época posterior, sobre todo en Andalucía. Las armaduras de par y nudillo trazadas con el cartabón de cinco, que es el más usado en el tratado, presentan una pendiente de 36º mientras que esta armadura de Teruel tiene alrededor de 30º, lo que parece indicar que se utilizó el cartabón de seis o de 30º, menos corriente.
Por otra parte aunque la armadura de madera de par y nudillo no economice material ya que en su estructura se utiliza tanta madera o más que en las armaduras de cerchas y correas de tradición occidental, sin embargo ofrece dos notables ventajas como son el empleo de piezas de pequeña escuadría, excepto para los tirantes, de fácil traslado y montaje, así como un alto grado de prefabricación en el taller. Todo ello incidirá de modo decisivo en la naturaleza ornamental de revestimiento y en su consiguiente significado.
Sin adelantar todavía la calificación de "unicum" que por su decoración pintada, como se fundamentará en su momento, ha merecido esta techumbre de la nave central de la catedral de Teruel, es decir, de ejemplar único y excepcional desde el punto de vista artístico, también desde el punto de vista de su estructura podemos considerarla un ejemplar bastante excepcional en el contexto de la arquitectura mudéjar aragonesa e incluso en el contexto de la arquitectura hispanomusulmana y mudéjar, en general, ya que ciertamente son bastante raras las techumbres conservadas de época medieval y más aún las que pueden adscribirse al siglo XIII.
Por supuesto que esta estructura de la techumbre con armadura de madera de par y nudillo ha de ser considerada excepcional en el contexto de la arquitectura mudéjar de Aragón, tanto por su misma naturaleza como por sus notables dimensiones, además de por la circunstancia nada fútil de haberse conservado, y ello a pesar de que Antonio Almagro haya discrepado de esta singularidad; no por lo que a su decoración pintada se refiere sino por su forma estructural, que ahora valoramos, aduciendo la generalización de este tipo de estructuras para cubiertas de ermitas de la comarca de Albarracín, aunque los ejemplos conservados son de época más tardía, con predominio del siglo XVI, y por otra parte nos hallamos en una zona geográfica abundante en madera, como es sabido.
Mujer hilando.
Representa una mujer de pie, tocada con sombrero y barboquejo, que está hilando.
Por supuesto que, en todo caso, la existencia de esta armadura de par y nudillo en la catedral de Teruel fue posible gracias a la proximidad geográfica de los pinares de la comarca de Albarracín, de los que además se han establecido series completas para una datación dendrocronológica, que han permitido corroborar cronologías relativas para el arte mudéjar de Teruel. Pero si de la zona de Albarracín nos desplazamos al conjunto de la geografía mudéjar de Aragón se aprecian de inmediato dos constantes relevantes: la primera se refiere a que en el sistema de cubierta del arte mudéjar aragonés predominan las bóvedas de crucería realizadas en ladrillo frente a las techumbres de madera; la segunda, cuando se utilizan cubiertas de madera, se refiere al predominio de otras estructuras diferentes, como son los alfarjes o techos planos (caso de los coros en alto a los pies de la iglesia, desde la Virgen de Tobed hasta Santa Tecla de Cervera de la Cañada, además de los numerosos ejemplos en arquitectura civil), así como las techumbres inclinadas apeando sobre arcos diafragma (caso de algunas ermitas e iglesias, desde la Virgen de la Fuente en Peñarroya de Tastavins hasta San Juan Bautista en Chiprana). Incluso en algunas iglesias donde se utilizaron excepcionalmente armaduras, éstas son de parhilera y no de par y nudillo, como es el caso de la iglesia parroquial de Santa María Magdalena de Tarazona. De manera que la armadura de par y nudillo de la catedral de Teruel es de todo punto excepcional en el contexto de la arquitectura mudéjar aragonesa, ya que precisamente uno de los rasgos que la han definido es el escaso uso de las armaduras de par y nudillo en su sistema de cubiertas, frente a otros focos regionales hispánicos, en los que predomina dicho sistema.
A pesar de esta última apreciación, si nos limitamos al siglo XIII, e incluso si ampliamos la consideración a todo el periodo medieval, también la armadura de par y nudillo de la catedral de Teruel puede calificarse de excepcional en el contexto del mudéjar hispánico, ya que son muy escasos los ejemplares conservados. Balbina Martínez Caviró tan sólo ha adscrito al siglo XIII las armaduras de par y nudillo que cubren la iglesia de Santiago del Arrabal y la Sinagoga de Santa María la Blanca, ambos monumentos en la ciudad de Toledo. Queda, finalmente, una alusión al origen hispanomusulmán de las armaduras de madera de par y nudillo utilizadas en la arquitectura mudéjar hispánica, tesis defendida por la historiografía clásica aunque en los últimos años esta corriente haya encontrado un discrepante en el arquitecto Enrique Nuere. Ha sido mérito del profesor Fernando Chueca Goitia, en sus notables interpretaciones del arte mudéjar hispánico, haber destacado el interés estructural de las armaduras de par y nudillo, cuyo antecedente se encuentra en la arquitectura almohade.