En esa esfera de la expresión humana que denominamos creación artística, la actividad específica de la escultura es el proceso de representación de una figura en tres dimensiones. El objeto escultórico es por tanto sólido, tridimensional y ocupa un espacio.
El procedimiento para generar dicho objeto nos remite a las variedades técnicas de la escultura. Según los tratadistas italianos del Renacimiento (Alberti, Leonardo, Miguel Ángel), un escultor es aquel que quita materia de un bloque hasta obtener una figura. Por consiguiente, esculpir o tallar es quitar, y es escultor quien sabe quitar lo que sobra en un bloque, de material sólido, que contiene un objeto escultórico en potencia. Así lo manifestaban dichos escritores para poner de relieve el contraste entre escultura y pintura, ya que esta última consiste, por el contrario, en añadir.
En la eliminación de la masa sobrante estriba la dificultad de la escultura, Se trata de una operación conceptual y técnica a la vez. Para poder extraer la figura del claustro en que está recluida, el escultor tiene previamente que verla, y después, valerse del oficio. Un escultor que no haya previsto cabalmente la imagen que desea expresar puede, con todo, llevar a cabo una escultura, pero el resultado apenas convencerá al contemplador. Ya la inversa, de poco le servirá la idea si desconoce los medios para convertirla en objeto artístico.
Pero también es escultor el modelador, el que efectúa un modelado, quien lo mismo que el pintor, agrega, valiéndose de un material blando (cera, arcilla, yeso). El modelado pertenece, pues, al campo de la escultura, pero difiere radicalmente de la escultura propiamente dicha por lo que concierne al procedimiento. No será ya necesario adivinar, se podrá concebir sobre la marcha, e incluso cambiar el plan previsto. En sentido estricto, sólo es escultura la primera. Hoy, sin embargo, no se tiene una apreciación tan radical, y en materia de creación artística se considera la operación de modelar tan válida como la de quitar de un bloque.
Ahora bien, el modelado puede constituir una finalidad en sí mismo o, por el contrario, ser un procedimiento auxiliar de la escultura. En efecto, el escultor que quita materia no puede operar valiéndose únicamente de la memoria; ha de tener a la vista un modelo. No es más que un punto de referencia, pero no puede prescindir de él si desea evitar errores irreparables. El modelo es parte del proceso que lleva a la idea final.
El modelado es especialmente apto para el momento creativo, como lo es el dibujo. El artista podrá, indistintamente, añadir o quitar de la masa blanda. De ordinario, hará numerosos bocetos de tamaño pequeño, y finalmente un modelo a escala de la escultura que pretenda llevar a cabo.
Pero también hacen escultura los que modelan con intención definitiva, bien para ofrecernos el material ya endurecido, bien para trasladarlo a otro material (vaciado) por mediación de un molde. El fundido en bronce y metales nobles será, pues, una manera de hacer escultura.