Retrato de Carlos IV

Goya. Retrato de Carlos IV. 1789

Retrato de Carlos IV
1789
Oleo sobre lienzo
152 x 110 cm
Museo de Zaragoza, 9.254

Este cuadro y su compañero, el Retrato de la Reina María Luisa, ingresan en 1911 en el Museo del Prado, procedentes del Ministerio de Hacienda (Inventario de Nuevas adquisiciones del Museo del Prado, núm. 1.336). Número de catálogo actual del Museo del Prado 7.103 (antiguo 740 B). En 1925 son depositados en el Museo de San Telmo, de San Sebastián, en donde permanecen hasta 1961. Con posterioridad, y según O.M. de 16 de junio de 1972, se depositan en el Museo de Bellas Artes de Zaragoza.

Carlos IV, hijo de Carlos III y María Josefa Amalia de Sajonia, nació en Portici (Italia) el 12 de noviembre de 1748, cuando su padre era rey de Nápoles. Se casó con su prima María Luisa de Parma en 1765. Sucedió en el trono a su padre el 14 de diciembre de 1788 y fue proclamado rey de España el 17 de enero de 1789. Destronado por su hijo Fernando VII en 1808, murió en el exilio en Nápoles el 19 de enero de 1819. Al subir al trono Carlos IV y María Luisa de Parma por fallecimiento de Carlos III, en las fechas previas a su proclamación en el mes de enero de 1789 se le encarga a Goya la ejecución de sus retratos oficiales. Parece ser que los primeros que realiza son los de esta serie, pues en los gastos ordinarios de 1789, en la «Memoria de los géneros de Pintura, Bastidores y demás que yo Dn. Manuel Exquerra y Trapaga he entregado á Dn. Francº Goya, Pintor de Camara de S.M.C. (que Dios guarde) para los retratos de SS.MM. y demas obras que esta Egecutando» se reflejan, entre otros muchos materiales que se entregan a Goya el 9 de enero para ejecutar las obras encargadas, «dos Bastidores, para los retratos de medio cuerpo", como recoge Sambricio en 1946. Será la primera vez que Goya retrate a Carlos IV y a su esposa María Luisa pues no consta que los hubiera retratado siendo príncipes.

A los pocos meses, el 25 de abril de ese mismo año recibía el nombramiento de Pintor de Cámara. Se inicia así una incesante actividad por lo que posiblemente, para responder a todos los encargos oficiales, debió de recurrir a discípulos y ayudantes entre los que podrían estar Agustín Esteve y Ascensió Juliá.

De estos denominados retratos de medio cuerpo se conservan en la actualidad varios, con escasas variantes entre ellos, la mayoría réplicas de su mano o copias de taller de un primer original perdido. Se mantienen en la línea de los retratos oficiales, influidos por el arte de Velázquez y por el entonces afamado Mengs en cuanto a colorido, factura y composición.

El rey en este retrato está representado a la edad de cuarenta años, en sus primeros momentos de reinado. Se sitúa en el centro del cuadro, mirando al espectador y arrimado a una mesa en la que destacan los símbolos tradicionales de la realeza. Viste casaca forrada de raso blanco con chaleco, pantalón azul, todo ello de terciopelo, y gorguera blanca, siguiendo la moda netamente francesa del momento. Destacan los ricos bordados en plata y los puños de encaje. Luce sobre el pecho la insignia del Toisón de Oro y la banda roja de esta orden; en la solapa la de la orden de la Inmaculada de Carlos III y su correspondiente banda azul y blanca, y asomando por debajo, la azul de Saint-Esprit de Francia. Bajo la casaca sobresale la empuñadura del espadín.

La cabeza, con peluca empolvada, resalta sobre fondo oscuro. El rostro refleja un aire ausente y bonachón, carente de fuerza y expresividad, que responde al carácter débil y melancólico del monarca. Sigue estando presente la indudable capacidad de Goya para captar la psicología del retratado, a pesar de ser éste un retrato oficial con todos los condicionantes impuestos que ello supone y que restringen considerablemente la libertad del artista.

La composición se resuelve de forma convencional utilizando de fondo el gran cortinaje verde que se abre diagonalmente, la mesa prácticamente oculta bajo el manto de armiño y paño rojo bordado en oro con castillos y leones, y la corona real, los símbolos de su jerarquía.

La minuciosa factura de los detalles decorativos ha inducido a pensar a algunos investigadores como Sambricio que se trata de una réplica de taller con intervención de Esteve.

María Luisa Cancela Ramírez de Arellano.