Retrato de Martín Miguel de Goicochea

Goya. Retrato de Martín Miguel de Goicochea. Hacia 1810

Retrato de Martín Miguel de Goicochea
Hacia 1810
Óleo sobre lienzo
82 x 59 cm
Colección Juan Abelló

El lienzo fue inicialmente propiedad de Mariano Goya, nieto del artista y del retratado. Con posterioridad pasó a la colección del marqués de Casa Torres y por descendencia a la de la marquesa de Casa Riera. El actual propietario adquirió la obra, junto con su pareja, a los herederos de la citada aristócrata.

Consuegro de Goya, por el matrimonio de su hija Gumersinda Goicoechea con Javier Goya, en 1805, se muestra de más de medio cuerpo llevando un documento en su mano izquierda. Está visto de tres cuartos; su atuendo se compone de casaca negra, chaleco algo más claro y tanto el cuello, como la corbata de encaje y la camisa son blancos. El cabello rubio peinado hacia adelante, ralea en la frente; las cejas y patillas son también rubicundas, así como la entonación general del rostro; su rostro de finas facciones y en el que Goya ha precisado junto al labio una verruga, revela hombría de bien y se capta una serena resolución en sus ojos.

Navarro, natural de Alsasua donde nació el 27 de octubre de 1755, fue hombre de negocios, como tantos llegados de su tierra a Madrid; se asoció con la empresa de los Galarza, especializados en el comercio de mercancías de moda y tejidos, alcanzando una situación económica acomodada. Pariente de personajes vinculados a las finanzas, notables y acaudalados, no llegó a alcanzar la posición de aquéllos pero dispuso de una fortuna nada desdeñable; ello le permitió dotar a su hija con 249.186 reales en el momento de su boda con el hijo del pintor.

Su conducta no parece partidaria de los franceses durante la ocupación bonapartista del territorio español; su hermano Agustín le dio poderes, con fecha 18 de mayo de 1808, para regir la sociedad común Galarza y Goicoechea antes de trasladarse a Cádiz. En 1814 renovaron su capital y al año siguiente la sociedad era una de las cinco con más acciones en la Compañía de Filipinas que Fernando VII protegía y de cuyo patronazgo el propio Goya levantó acta en un cuadro célebre (Museo de Castres).

Al parecer, la familia Goicoechea se comprometió seriamente durante el Trienio Constitucional en contra del absolutismo de Fernando VII, por lo que tal vez antes de entrar éste en Madrid, el 13 de noviembre de 1823, hubieron de partir para el exilio en Francia donde se encontraron con Goya. El efigiado vivió cierto tiempo en Burdeos y allí falleció el 30 de junio de 1825. Goya, a su muerte, fue enterrado en el mismo panteón tres años después, confundiéndose los restos de ambos. Cuando en 1888 se abrió la tumba faltaba la cabeza de uno de ellos y no fue posible diferenciar los despojos, por lo que al decidir el traslado de las cenizas de Goya a España en 1899 hubo que extraer las de ambos, que pasaron a un panteón del cementerio de San Isidro en 1900 y finalmente volvieron a ser sepultadas juntas en San Antonio de la Florida el 29 de noviembre de 1919. Nunca se ha sabido si la cabeza que faltaba era la del retratado o la del retratista.

El cuadro es pareja del anterior, que representa a la esposa del efigiado en el presente lienzo.

Juan J. Luna.