1. Los precedentes. La imagen orientalizante y la imagen fenicia (Continuación)

Artesanado fenicio y producción indígena

Principalmente desde los siglos IX y VIII a. C. la presencia fenicia se irá diseminando desde la costa sur peninsular. Gadir (Cádiz) será la principal colonia fenicia en Occidente.

Con los productos de un comercio de intercambio y, sobre todo, con la introducción de objetos de lujo que adquirirán las aristocracias locales se difundirá una nueva iconografía con motivos de Egipto y del Próximo Oriente, transformados por la visión fenicia. Nuevos materiales y nuevas técnicas, como la orfebrería, se incorporan a la artesanía local con la llegada fenicia.

Medallón de oro de Trayamar (Málaga), con montaña y disco solar

Medallón de oro de Trayamar

Este medallón de oro es ejemplo de la estrecha relación entre tecnología del oro e iconografía fenicias en la Península Ibérica. En repujado, sobre un molde cóncavo aplicado en frío, y con granulado fino y regular se crean siluetas y contornos de las figuras. La iconografía, oriental, bebe en la fuente egipcia, de la que recoge símbolos o elementos aislados, pero se transforma en una ordenación fenicia.

Un betilo o montaña sagrada -el motivo del ónfalo u ombligo del mundo- aparece protegido por dos serpientes o «uraei», sobre cuyas cabezas se posan dos halcones, el ave del dios egipcio Horus. En la cumbre del betilo asoma el creciente lunar que acuna al disco solar o al astro vespertino. La montaña sagrada indica, por tanto, el lugar donde habita el dios del cielo. El motivo del sol (o el astro vespertino) y la luna, asociado a los halcones, se documenta en el Próximo Oriente desde el segundo milenio a. C. Puede relacionarse con el culto a la diosa Astarté-Tanit, señora de la vida y la muerte, a quien se asocian la luna y el planeta Venus.

Corona la representación un ave de alas explayadas protegidas por serpientes, trazadas con filigrana. Es el ave solar de la que surgen dos haces de rayos. Estamos ante una transformación de símbolos heterogéneos y diversos recreados en el Próximo Oriente.

El medallón se encontró en un enterramiento intacto en la esquina noroeste de la cámara nº 4 de la necrópolis fenicia de Trayamar (Málaga). Esta cámara monumental se realizó con grandes bloques de piedra y vigas de madera. En su interior se enterraron cinco cadáveres, dos inhumados y tres incinerados. Se hallaron también una fíbula en bronce de doble resorte, una placa de marfil y ánforas y cerámica en barniz rojo fenicias.

Estos medallones fenicios se distribuyen en el Mediterráneo occidental: Malta, Sicilia, Cerdeña, Ibiza, Cartago y Cádiz. El medallón de Trayamar es el más antiguo de los conservados.

Diadema de oro del Cortijo de Ébora (Sanlúcar de Barrameda, Cádiz).

Diadema de oro del Cortijo de Ébora

G. Nicolini propone una pervivencia y transformación del motivo de estos medallones en la lengüeta con máscara antropomorfa de la diadema articulada del cortijo de Ébora (Sanlúcar de Barrameda, Cádiz). En la parte inferior se dibuja el betilo, cruzado por dos rayas paralelas. Los otros elementos que lo rodean podrían ser esquematizaciones de la decoración solar. Es posible que el cuadrado sobre el betilo sea una esquematización del disco solar. Pero el conjunto puede funcionar, sobre todo, como una antropomorfización del motivo: los apéndices dibujados a ambos lados de este cuadrado-sol son las piernas de la divinidad, como en los bronces de Cádiz y El Berrueco (Salamanca)

Medallón de oro de Cádiz, con montaña y disco solar.

Medallón de oro de Cádiz

Con similares características al medallón de Trayamar (Málaga) apareció en Cádiz un medallón de oro de la zona de las tumbas de Santa María del Mar. La técnica de trabajo del oro muestra una factura menos regular y precisa que en el ejemplar de Trayamar; los halcones se han convertido en meros signos geométricos y las dos serpientes que enmarcaban por la parte superior el símbolo aliforme han desaparecido. Es una pieza posterior al ejemplar de Trayamar (Málaga).

Medallón de plata de Medellín (Badajoz)

Medallón de plata de Medellín

El esquema iconográfico de los medallones de Trayamar y Cádiz se reproduce posteriormente en un colgante-medallón de plata de fabricación local hallado en la necrópolis orientalizante de Medellín (Badajoz) en el hinterland tartesio, junto a la importante vía de comunicaciones de la antigüedad conocida como Vía de la Plata. Es importante constatar la pervivencia y transmisión del motivo en el ámbito occidental y, simultáneamente, la probable adopción de algunos de sus sentidos simbólicos por la aristocracia del lugar. La técnica del minucioso granulado cede paso a la incisión. Se invierte -y se resalta- la disposición de los elementos centrales. El disco solar, surgiendo sobre el ónfalo, queda acogido bajo un resaltado creciente lunar. La reelaboración iconográfica indica una adopción singular de los símbolos y anuncia otras interpretaciones locales.

Los sarcófagos antropomorfos de Cádiz

Los sarcófagos antropomorfos de Cádiz

En el siglo V a. C. Cádiz es la ciudad más ilustre y famosa del extremo Occidente. Representa el límite del mundo civilizado, junto al desconocido Océano, el inmenso río que, en la antigua concepción geográfica (homérica) del mundo, rodea la tierra habitada.

Algunos poderosos adoptan la moda mediterránea y fenicia (originariamente de Tiro) de enterrarse en sarcófagos antropomorfos, que delinean el perfil del cuerpo humano de manera genérica destacándose un rostro en relieve de rasgos idealizados. La idea viene de Egipto y se transforma, con gusto helenizante, en el Mediterráneo Oriental, entre los fenicios.

Los más tempranos sarcófagos adoptan un estilo griego clásico y se supone que incluso fueron fabricados por artesanos griegos. Estos sarcófagos en piedra de tipo antropomorfo se documentan entre el 480 y 370 a. C.

A un primer momento pertenecen los dos sarcófagos de Cádiz. La actitud serena e idealizada expresa el tránsito de la «muerte bella» del ciudadano.

El varón barbado sostiene un objeto de difícil identificación, tal vez una flor.

El sarcófago femenino se excavó en los años ochenta. Contenía el cadáver de una mujer, cubierta por un paño de lino y, sobre ella, una capa de cartones, posiblemente con su rostro. Llevaba pestañas postizas de bronce. El sarcófago estaba rodeado por una fila de sillares de piedra. La mujer apoya la mano derecha sobre su muslo, y con la izquierda sostiene y muestra un frasco de perfumes o alabastro, vaso de lujo asociado a la ofrenda funeraria.

El timiaterio o quemaperfumes de Cádiz, con varones y palmetas.

El timiaterio o quemaperfumes de Cádiz

El gran quemaperfumes de arcilla de Cádiz apareció en el mar, en el promontorio de la Punta del Nao, junto al castillo de San Sebastián, en una zona donde se hallaron vasos votivos, terracotas, etc., seguramente asociados al culto de alguna divinidad femenina fenicia (Astarté), protectora del comercio y del puerto.

El quemaperfumes, de planta triangular, dispone en las tres esquinas a sendos varones con el torso desnudo y túnica corta al modo egipcio y con el brazo doblado. De sus manos y de sus cabezas brotan tallos florales que rematan en una gran palmeta en forma de barca, tipo asociable, tal vez, a la simbología solar.

El motivo de la palmeta oriental en forma de barca se documenta también en la orfebrería peninsular de tradición fenicia, como en el pendiente de oro de Baiaõ, Portugal. cf. Nicolini (1990, lám. 57 a-b). Posiblemente este motivo pervive en la cerámica ibérica. cf. el «sombrero de copa» de Azaila.

El motivo de los tallos y la vegetación que brota del cuerpo de un personaje sagrado se extiende en la iconografía de época orientalizante y reaparece en la divinidad frontal, femenina, de Pozo Moro (Chinchilla, Albacete).

Paleta de tocador de hueso con cápridos, de El Acebuchal (Sevilla)

Paleta de tocador de hueso con cápridos

La paleta se ha reconstruido sobre fragmentos originales. De forma bitrapezoidal se ensancha en la parte central para acoger la cazoleta circular que contendría los perfumes o el preciado maquillaje.

La decoración, grabada, es característica de la serie de marfiles del mundo fenicio occidental, una amplia producción que extiende sus productos de lujo en occidente, con producción que se afianzan entre una clientela aristocrática.

En ambos extremos se repite el motivo de raigambre oriental: un cáprido de alargadas patas y curvados cuernos, tal vez el ibex local, vuelve su cabeza ante la alta palmeta o árbol, ante el cual pasa. Es el árbol de fecundidad o el llamado árbol de la vida.

Paleta de tocador de hueso con cápridos

Variantes de este esquema iconográfico conocerán una larga pervivencia en el mundo andaluz, como en la estela de la cierva de Osuna, donde el mamífero vuelve su cabeza para comer los frutos de una palmera. O el ciervo comiendo de un árbol, en un huevo de avestruz de Villaricos (Almería). En todos estos ejemplos se traslada al ámbito de la muerte un motivo de fecundidad y vida.

Dos bronces de un orfebre fenicio con animales afrontados, de Moillente (Alicante)

Matriz de orfebre en bronce de Moillente

Al menos la mayor de estas dos matrices de orfebre, de una colección particular alicantina, procede de una tumba de incineración en el interior de un ánfora fenicia. Se supone que una y otra pieza constituían el ajuar del enterramiento de un artesano, como el conjunto de orfebre de una tumba, del siglo IV a. C., de Cabezo Lucero (Alicante), entre ellos una matriz con gripomaquia. Una y otra pieza, en forma de lengüetas, servirían para la obtención, en oro, de colgantes o estuches portaamuletos (bullae) para aristócratas locales. El fondo se cubre de granulado que se reproduciría sobre la fina lámina de oro golpeando la matriz, junto con las figuras en relieve.

En el primero de los bronces el campo decorativo se distribuye en cuatro metopas por una cruz que horizontalmente remata en brotes de flor abriéndose. La composición es simétrica: arriba, dos leones afrontados, en actitud amenanante (garras y lengua saliente, bien marcadas). Debajo, dos grifos igualmente afrontados, con el rabo elevado y rematado en flor de loto abierta. Las alas surgen en arco desde el vientre. Se destaca el gran ojo -la mirada vigilante- y las garras protectoras. Para la estrecha asociación floral del grifo, cf. una de las ánforas de Carmona (Sevilla).

Dibujos de dos matrices de orfebre en bronce de Moillente (Alicante). Colección particular (Alfonso Candela)
Dibujos de dos matrices de orfebre en bronce de Moillente (Alicante). Colección particular (Alfonso Candela)

La curva inferior de la lengüeta se decora con una palmeta fenicia de cinco pétalos, con el cáliz en forma de barca.

La matriz menor se decora con dos cápridos rampantes de larga cornamenta (¿un ibex?) afrontados a un estilizado árbol de la vida (¿una palmera?) que abre sus amplias ramas o palmas sobre los animales. Los cápridos levantan sus patas intentando alcanzar los elevados frutos.

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