Sala 3: Los logros

En la sala "Los logros" se exponen diversos hechos que han supuesto el reconocimiento nacional e internacional de la Escuela a través del Equipo de Esquí del Ejército de Tierra, que supuso la asistencia a las primeras competiciones internacionales y del Grupo Militar de Alta Montaña, con todos sus éxitos en su dilatada trayectoria.

El Equipo de Esquí del Ejército de Tierra

La pedagogía en la enseñanza abrió el paso a la competición y a la organización de campeonatos nacionales de esquí, que iniciados en 1946, se han mantenido en el tiempo, adaptando su estructura a la propia evolución del deporte.

Muestra de esta capacidad organizativa la podemos contemplar en esta vitrina, donde podemos contemplar, en el estante superior, trofeos de campeonatos nacionales de esquí organizados por la Escuela en diferentes épocas: trofeo y banderín que laurearon en 1946 a dos patrullas de la Escuela, trofeo del primer clasificado en los primeros Campeonatos Militares para Unidades de Montaña organizados ininterrumpidamente de 1983 a 1999, con formato diferente a las anteriores y trofeo del primer campeonato nacional militar que a partir del 2000 y hasta nuestros días, incluye las pruebas invernales oficiales del Consejo Internacional del Deporte Militar. En el segundo estante lucen: metopa conmemorativa de la primera participación internacional y medallas originales de campeonatos militares de esquí, nacionales y regionales, de mitad de siglo XX y un reglamento de las pruebas en esos años.

El prestigio obtenido por la Escuela repercutiría positivamente en la preparación de patrullas y a la postre en la instrucción de montaña de las cuatro Divisiones de Montaña existentes en la época, que a su vez, organizaban competiciones internas para seleccionar a aquellos que les representarían en el nacional. De esta forma, las patrullas de esquí, que en esos años daban sus primeros pasos, pronto evolucionaron en técnicas y, en 1950, ya disputaron en Suiza su primera competición internacional, donde nuestros soldados pudieron medir fuerzas con escandinavos, italianos, ingleses y suizos.

Existe un recuerdo conmemorativo de esa primera salida internacional, mientras que en la pared podemos contemplar en detalle el morral utilizado en competición, en el que llama la atención el arnés metálico para transporte del arma en posición vertical. También encontramos los bastones adquiridos al campeón de la prueba en 1952, año en que España participa por segunda vez. Para preparar estas patrullas, durante estos años se contrató al profesor suizo Heini Caduff, cuyos conocimientos también eran aprovechados por los profesores del curso de montaña.

Tras varios años de constante perfeccionamiento, el Estado Mayor del Ejército consideró conveniente en 1983 crear un Equipo Militar de Esquí que, compuesto por cuadros de mando, seleccionados de las Unidades de Montaña, se prepararían en esta Escuela. Se pretendía con ello contribuir a la mejoría técnica de las unidades y representar a nuestro Ejército en competiciones militares de países amigos y en otras del ámbito civil. En el año 2000 se potenció este grupo dotándole de estructura fija, pasando a denominarse “Equipo de Esquí del Ejército de Tierra” y organizando sus actividades en base a las especialidades invernales de aplicación militar de: biathlon, esquí de montaña/travesía, patrullas, esquí alpino y esquí de fondo.

Otros trofeos fueron obtenidos por este equipo en diferentes campeonatos internacionales militares (USA, Argentina, Francia, Chile, Alemania e Italia). El trofeo internacional de España nos trae a la memoria las múltiples ocasiones en que desde 1983 se ha podido disfrutar en Candanchú de esquiadores europeos de primer nivel e incluso medallistas mundiales, que daban prestigio al país que representaban y realce a nuestros campeonatos. Los ejércitos de Alemania, Argentina, Chile, Estados Unidos, Francia, Italia, Marruecos, Suiza y Rumania han acudido regularmente a estas citas.

En cuanto a otros trofeos y recuerdos, cabe destacar una fotografía que Paco Fernández Ochoa dedicó a la Compañía de Esquiadores de la EMMOE, teniendo en cuenta que realizó su servicio militar en la Escuela unos años antes de proclamarse campeón olímpico en Sapporo (1972), pasando a la historia mundial por ser el primer esquiador de un país cálido que lo conseguía.

Junto al original trofeo conseguido en una competición organizada por el ejército de Estados Unidos en 1962, podemos observar fotografías actuales de las disciplinas practicadas por el equipo y, más abajo, medallas conmemorativas de las diferentes competiciones nacionales e internacionales organizadas por la Escuela en diferentes épocas, desde 1946 hasta nuestros días.

El Equipo de Esquí del Ejército de Tierra también cuenta con sus emblemas identificativos. Junto a ellos, el emblema del Consejo Superior de las Fuerzas Armadas. Alrededor de estos emblemas se sitúan trofeos y presentes procedentes de todos los países en que la Escuela ha participado en competición, incluidos mundiales.

De todos estos recuerdos, hay dos que merece la pena destacar: la metopa de la competición alpina de Italia de 1984, que representa la primera salida internacional del recién creado Equipo Militar de Esquí y la medalla obtenida en Alemania en 1988, que tiene para esta Escuela especial significado por lo que representa como recompensa a la constancia y al trabajo bien hecho, ya que fue la primera medalla internacional conseguida por el Equipo Militar de Esquí y abrió la puerta a la consecución de muchas más en otros siete países.

Como contribución de la Escuela Militar de Montaña al deporte del esquí nacional, figura su determinante involucración en la creación de la Escuela Española de Esqui en 1960, de la que fue su primer director uno de sus profesores durante siete años: el General D. Jesús Fontana Alcántara. Aquí se muestra la documentación original del mismo, junto a su diploma del curso de montaña.

Entre las especialidades que se practica en el EEET, el biathlon combina el fondo nórdico con el tiro de precisión y consiste en realizar una carrera de esquí de fondo en la que los participantes portan una carabina en la espalda y en determinados puntos del recorrido deben detenerse a realizar tandas de cinco disparos sobre blancos estáticos. El tiro se realiza a una distancia de 50 metros con una carabina de precisión de calibre 22LR sobre blancos circulares de 45 o de 115 milímetros de diámetro, según se realice el tiro en posición tendida o en pie.

Esta especialidad, de origen militar, es en la que más éxitos ha cosechado el Equipo de Esqui del Ejército de Tierra. Se muestra un blanco original de esta disciplina y la primera carabina en dotación en el equipo, de la marca alemana Feirenwerkbau, que fue adquirida en 1984.

El maniquí aquí expuesto representa un corredor de biathlon completamente equipado. El esquiador lleva el peto que portó el primer militar que disputó un campeonato del mundo auspiciado en el ámbito civil por la Federación Internacional de Biathlon, concretamente en Pyeongchang (Corea del Sur) en 2009. A su espalda carga la carabina francesa Unique, de adquisición posterior a la Feirenwerkbau y también en desuso hoy en día, ya que actualmente se compite con Anschultz, más ligera y precisa.

Tras este maniquí se pueden contemplar varias medallas obtenidas por nuestros corredores en campeonatos nacionales de todas las especialidades de deportes de invierno, organizadas por las Federaciones Nacionales de Esquí, de Montañismo y de Triathlon. También se exponen medallas de carácter internacional con expresión del país en que se logró, y entre las que destaca un bronce europeo en esqui de montaña, y un tercer puesto mundial en ultra skyruning.

El Grupo Militar de Alta Montaña

Creación del Grupo Militar de Alta Montaña

El estímulo que produce a nivel colectivo el asumir nuevos retos ha constituido siempre un excelente modo de mantener el espíritu de lucha de los ejércitos en tiempo de paz. La originalidad del alpinismo y el ambiente de montaña, con su dificultad y su premio, crean la mejor escuela para la formación de nuestros militares.

El cuadro de profesores de la Escuela, acostumbrados a asumir nuevos desafíos en el entorno de las actividades alpinas, buscaron nuevas experiencias más allá de los Pirineos y tras varias salidas a los Alpes franceses, impulsaron la creación del Grupo Militar de Alta Montaña, que finalmente se fundó en 1985.

La primera expedición se realizó a la cordillera Blanca de Perú. Un grupo compuesto por escaladores de la Federación Aragonesa de Montañismo y de nuestra Escuela realizaron un programa de varias actividades hasta que de forma progresiva alcanzaron la cima del Nevado Huascarán de 6768m.

Con esta primera salida, el Grupo Militar de Alta Montaña quedó constituido bajo la estructura de la Escuela Militar de Montaña y Operaciones Especiales, con los objetivos de potenciar el mantenimiento del nivel técnico de nuestros especialistas y de servir de banco de pruebas para la experimentación de materiales, técnicas y procedimientos de montaña.

Culminadas las primeras cimas en la cordillera andina, progresivamente se fueron programando actividades en el Atlas, el Pamir, Alaska, el Ártico, la Antártida y el Himalaya, en el que se escaló su cima más alta, el Everest. Esta andadura nos ha llevado también a la cooperación cívico militar por ser de gran interés para nuestro país por los resultados obtenidos en colaboraciones con universidades, fundaciones de disminuidos, hospitales y en especial con Televisión Española y su programa Al Filo de lo Imposible, con quienes nos une una relación muy especial.

A lo largo de estos años, el Grupo Militar de Alta Montaña ha ido enriqueciendo progresivamente su palmarés hasta completar los retos más prestigiosos en el ámbito del alpinismo mundial, destacando la consecución de “los tres polos” -travesía a los polos Sur y Norte y ascensión del Everest- o “Las siete cimas”, - consistente en ascender las cimas más altas de todos los continentes más la de Norteamérica- (Aconcagua en América del Sur; Everest en Asia; monte Vinson en la Antártida; kilimanjaro en África; Elbrus en Europa; McKinley en Amércia del Norte; Kosciuszko en Australia y Carstensz en Indonesia). El Teniente General D. Francisco Gan Pampols y el Coronel D. Alfonso Juez Reollo alcanzaron estos logros, siempre acompañados en sus expediciones por otros integrantes del GMAM.

Actualmente, el GMAM tiene las capacidades de alcanzar las cimas más altas del planeta y moverse por las zonas más frías de la Tierra, mientras que la cooperación cívico militar encierra un gran interés en el ámbito general de nuestra Nación. Todas estas actividades se resumen en los murales instalados en la pared, tras la representación de las expediciones al polo Norte, Sur y Everest que veremos más adelante.

La Antártida

Para conmemorar el L aniversario de la creación de nuestra Escuela y reforzar la presencia española en el continente Antártico, el Grupo Militar de Alta Montaña diseñó una actividad en base a dos grupos expedicionarios. Uno realizaría una travesía con esquís desde la banquisa hasta el polo Sur geográfico, recorriendo 1200 kilómetros en sesenta días y, paralelamente, otro grupo realizaría ascensiones a cimas vírgenes y apoyaría al primero, en su caso.

El mero hecho de organizar una expedición a la Antártida ya fue de por sí todo un éxito. El acopio de materiales extraños para expedicionarios con poca experiencia en climas polares, la confección de raciones, el embalaje para su transporte y la coordinación de dos grupos simultáneos separados miles de kilómetros en un continente inhóspito, fue todo un reto. El verano austral de día perpetuo y temperaturas de 40 bajo cero acaba a finales de enero, por lo que no había margen de error y no podía quedar ningún detalle a la improvisación.

Los dos grupos llegaron al continente antártico a bordo de un avión Hércules. Cuatro tiendas de campaña al pie de una gran llanura de hielo, que algunos locos utilizan como aeropuerto, formaban toda la infraestructura de la base que, bautizada con el nombre de Patriot Hills, acogió a nuestros expedicionarios.

Una avioneta Cessna trasladó a la primera expedición al borde de la banquisa donde comenzó la andadura. Equipados con los trajes y trineos expuestos y tras 600 kilómetros recorridos en un mes, se recibió en la montañas Theill el único suministro para completar la travesía y se evacuaron todos los residuos de manera que el continente permaneciera inalterable. El día 24 de enero de 1995, tras los citados sesenta días de travesía arrastrando un trineo de 90 kilos, llegaron nuestros expedicionarios a la base americana Admunsen-Scott en el mismo polo Sur geográfico. Una avioneta Twion Otter devolvió a todos a Patriot Hills.

Al mismo tiempo, el segundo grupo fue trasladado al glaciar de Branscomb, base de partida de los reconocimientos. Tras unos días de preparación y aproximación, se alcanzó la cima del monte Vinson, la cumbre más alta del continente (4897m) y a la que seguirían otras ascensiones a montañas vírgenes que fueron bautizadas con los nombres de monte España, pico Príncipe de Asturias y pico Jaca.

Polo Norte geográfico

Una vez alcanzado el polo Sur era obligado visitar el polo Norte geográfico que, aunque para un profano pudiera parecer una empresa semejante a aquella, poco tenía que ver. Al polo Sur se accede en el verano austral con temperaturas relativamente llevaderas, se camina sobre tierra estable y en líneas generales el ambiente muy seco facilita la vida. Sin embargo, en el Ártico, el terreno de juego es una masa de agua helada que flota sometida al capricho de vientos y corrientes marinas, con una humedad y temperatura en el agua que hacen especialmente peligrosa esta travesía, que además hay que realizar en invierno para que el frío estabilice el hielo y disminuya la presencia de canales. Citar por otra parte la peligrosa experiencia que podía suponer el encuentro casual con el rey del Ártico, el oso polar, especialmente si se producía lejos de zonas de vida de otros mamíferos, como focas o elefantes marinos, que constituyen su alimento principal. En ese caso, el asunto podía resumirse en “o tu o yo”.

Respecto al equipo, hubo varias diferencias al utilizado en el polo Sur. Los trineos del antártico eran pesados y se sustituyeron por otros de kevlar a los que además se les elevó la proa por si había que cruzar algún canal; la travesía por el Ártico seguía la ruta marcada por GPS en vez de brújula; las botas ahora debían soportar el “frío húmedo” y se adquirieron esquís de medio fondo con fijaciones adaptadas a estas botas. Otras diferencias en materiales que no están en exposición, afectaban a los sacos ya que la humedad del ambiente congelaba la transpiración en su interior que impedía su secado; a las tiendas, que hubo que modificar para facilitar su rápido montaje en caso de caída de un hombre al agua y a la ración de comida por ser insuficientes las 5000 calorías utilizadas en la Antártida.

Para sosegar el espíritu y adquirir experiencia, se realizó una salida a los grandes lagos del norte de Finlandia, y en Noruega se contactó con Børge Ousland, explorador polar, fotógrafo y escritor noruego que fue la primera persona en cruzar la Antártida en solitario. Posteriormente se ejecutó un ensayo general en el Ártico canadiense.

La travesía al polo Norte geográfico se inició desde el cabo Artichesky de la costa rusa, siendo frecuentes las incidencias que desde las primeras jornadas hubo que salvar. Cabe mencionar entre ellas, la dificultad de movimiento a través de enormes bloques de hielo amontonados por corrientes marinas, canales formados al resquebrajarse el hielo flotante, temperaturas próximas a 50 bajo cero que dificultaban la respiración e impedían deslizar los trineos al transformar el hielo en materia terrosa, hielo flotante que se movía al antojo de corrientes marinas provocando que tras días enteros de movimiento las coordenadas GPS apenas habían variado y la caída al agua de un expedicionario que obligó a aplicar lo ensayado: rápido montaje de tienda, desnudar al accidentado, calentarlo en un saco y darle bebidas calientes en tiempo récord para evitar la hipotermia. La ausencia de encuentro con osos, cuya presencia solo se manifestó a través de viejas huellas, fue el dato más positivo.

Las últimas semanas, sin embargo, se tornaron mucho más favorables, tanto en condiciones meteorológicas como del terreno, permitiendo realizar jornadas de entre 20 y 30 kilómetros. Y tras sesenta días sobre el hielo, el 27 de abril de 1999, a las ocho y media hora española, los expedicionarios alcanzaron el polo Norte geográfico tras 1000 km de travesía. Emoción y alegría, invadió a nuestros héroes, conscientes de la pequeñez del ser humano y de la grandiosidad de la naturaleza.

Everest

Tras varias expediciones y el éxito logrado en 1987 con la ascensión del primer 8000, el Nanga-Parbat, se diseñó un programa ambicioso para adquirir experiencia en ambientes de montaña muy fríos y de gran altitud. Se pretendía además conseguir un equipo humano lo suficientemente numeroso y resistente a estas condiciones adversas, con el fin de poder afrontar un reto ambicioso, escalar uno de los ocho miles altos o… el más alto.

Para ello, se optó en primer lugar por una de las montañas con fama de ser de las más frías de la tierra, el monte Mckinley situado en Alaska. Después se eligió el Aconcagua, próximo a los siete mil metros, para experimentar en altura y consolidar el equipo. Y en el verano de 1989 se intentó el ascenso al Everest (8.848 m.) por la vertiente del Tíbet, pero las adversas condiciones y el estado de la nieve obligaron a abortar a los 8400 m de altitud.

El equipo humano ya estaba preparado y la idea de un segundo intento al Everest rondaba la cabeza de todos, pero antes había que adquirir mayor experiencia y se programaron expediciones al Shisha Pangma -primera expedición española en conseguirlo-, y el Satopanth.

El nuevo y ambicioso proyecto incluía tres objetivos: escalar el Everest por una ruta técnicamente difícil denominada “Espolón Sur” que ningún español antes había probado, filmar la ascensión por miembros de TVE en colaboración con el resto de los componentes y realizar un proyecto científico en colaboración con la Universidad de Zaragoza.

El equipo se formó con miembros del Ministerio de Defensa, Ministerio de Sanidad, Federación Española de Montañismo y Televisión Española, apoyados por un equipo de seis sherpas. Esta sería la primera de las muchas colaboraciones que posteriormente se realizaron con el programa de Al Filo de lo Imposible, de TVE.

El campamento base se instaló encima de las piedras del glaciar de Khumbu y tras instalar treinta escaleras metálicas para salvar las grietas que dificultaban el paso en la “Cascada de Hielo de Khumbu”, se pudo acceder a los campamentos de altura. Casi dos meses de trabajo se emplearon en equipar la ruta con cuerdas fijas e instalar los diferentes campamentos, hasta llegar al Campo IV a 8.200m, que daba acceso a la ruta normal del collado Sur.

Para el asalto final se establecieron dos grupos para prestarse apoyo mutuo y dar continuidad en los intentos. El primer grupo, sin utilización de oxigeno artificial, se topó con la insistencia de unas condiciones  meteorológicas muy adversas y tuvo que renunciar.

Sin embargo, el segundo grupo encontró mejores condiciones unos días más tarde y, esta vez con oxígeno, encontró el éxito que se le había negado al primero, y a las 12,30 horas del día 15 de mayo de 1992, dos miembros del Grupo Militar de Alta Montaña junto a uno de Televisión Española y dos sherpas, hollaron la cima más alta del mundo, desplegando las banderas de España y Nepal.

En la sala se muestran varios objetos que se utilizaron durante la expedición: la tienda de campaña, junto a algunos utensilios que se utilizaron en la misma para hacer agua, comer y dormir; una botella de oxígeno; la máscara correspondiente para respirar este oxigeno y el maniquí está equipado con la vestimenta original de la expedición. Además, se pueden contemplar las banderas de Nepal y España que estuvieron en la cima y el piolet de uno de los componentes que holló a la cima.