El Miserere

El Miserere es una de las oraciones más célebres del Salterio, el más intenso y repetido salmo penitencial, el canto del pecado y del perdón, la más profunda meditación sobre la culpa y la gracia. La Liturgia de las Horas nos lo hace repetir en las Laudes de cada viernes.

Este Salmo es la súplica penitencial por excelencia. El salmista es consciente de su profunda miseria (v. 7) y experimenta la necesidad de una total transformación interior, para no dejarse arrastrar por su tendencia al pecado (v. 4). Por eso, además de reconocer sus faltas y de implorar el perdón divino, suplica al Señor que lo renueve íntegramente, “creando” en su interior “un corazón puro” (v. 12).


En La Puebla de Alfindén se cantaba el Miserere todos los Viernes de Cuaresma dentro de la iglesia y además el Viernes Santo en la procesión por las calles del pueblo.

En la procesión del Viernes Santo, detrás del “Paso de la Cama”, iban Murillo el “Tío Roíco” y Salazar cantando el Miserere dando una vuelta al casco antiguo. El recorrido era: Salida de la iglesia, C/ Mayor, C/ Ramón y Cajal, C/ Alta, C/ Planillo y C/ Mayor para terminar en la iglesia. Se salía al atardecer, hacia las 8:00´ horas de la tarde. Se hacía seguido, sin parar. Cuando el Sr. Salazar falleció en la década de los 60 se dejó de cantar.
Alberto Casamian Laborda.

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Los Viernes de Cuaresma dentro de la iglesia ante el altar de Cristo Crucificado y en la Procesión del Viernes Santo, Murillo, “Tío Roíco” y Salazar cantaban en latín el Miserere.
Todos los Domingos de Cuaresma por la mañana después de misa, solo los hombres, se hacía el Vía crucis. También los Viernes de Cuaresma, los chicos de las escuelas, hacían el Vía crucis a las tres de la tarde. Entonces era obligatorio.
Margarita Salós Callén.

En la procesión del Viernes Santo salía la gente muy formal y en silencio. En el altar el cura, entonces Mosén José Gimeno Bríos, ya empezaba entonando el primer verso: “Miserere nobis, Deus, secúndum magnam...” continuando con los siguientes versos a la salida de la iglesia y en procesión Bienvenido Salazar y Esteban Rabal apodado “El tío Roico”:Et secúndum multitúdinem miseratiónum tuárum...”. Se hacía entre dos luces y fue al principio de los años 60 cuando se dejó de cantar. En esta época estaba de sacerdote Mosén Vidal Francés.
Manuel Casamián Laborda.

En el Cristo Yacente se aprecia la destreza del escultor que ha sabido plasmar las huellas del dolor y la serenidad de la muerte.

La talla es en madera bellamente policromada de mediados del siglo XVI, procedente de La Cartuja Baja. Sus dimensiones son reales y se tiene constancia de que a mediados del siglo XIX, ya se procesionaba. Posteriormente sus cofrades lo sacaron en una hermosa cama procesional, construida por Mosen Romualdo Soler (1924-1940) en madera artísticamente trabajada. De este mismo siglo pertenece la talla del Cristo Crucificado también en madera policromada, clavado en una cruz de madera y de fondo una pintura en óleo sobre tabla que representa a la Virgen María a su derecha y al apóstol San Juan a su izquierda. Abajo esta representado el Descendimiento de la Cruz a un lado y a María Magdalena al otro. En la parte superior tiene un frontón triangular en cuyo tímpano hay pintada, en óleo sobre tabla, una paloma representando al Espíritu Santo.