Febrero de 2003

Juan V. Sánchez-Pérez y sus colegas de la Universidad Politécnica de Valencia publicaron en el número de diciembre de la revista Applied Physics Letters, los resultados de sus experimentos con barreras acústicas alternativas a los convencionales muros sólidos. Inspirándose en una escultura de un artista español, crean pantallas de cilindros de PVC que, además de ser más estéticas, permiten el ajuste de la capacidad de atenuación para unas frecuencias de sonido u otras [diciembre del 2002; 81 (27): 5240- 5242].

En la década de los noventa se demostró que las esculturas construidas a partir de una estructura basada en la repetición de cilindros inhibían la transmisión del sonido para ciertos rangos de frecuencia según la distribución de los cilindros. Su capacidad de dispersión se basa en que las longitudes de onda de las ondas sonoras son comparables al espaciado entre los postes, de forma similar a lo que sucede con los cristales fotónicos y la luz. Por esta razón, estas estructuras se conocen como cristales sónicos.

En primer lugar, los investigadores llevan a cabo ensayos de transmisión en condiciones controladas para estudiar las propiedades de los cristales sónicos al variar dos parámetros: el enrejado de los cilindros, que determina los rangos de frecuencia de las bandas de atenuación, y el volumen de la estructura ocupado por cilindros, que influye en el ancho de banda de atenuación. Los resultados de todas las simetrías analizadas en el laboratorio muestran que el enrejado triangular produce las bandas de atenuación más anchas y por otro lado, se detecta que la respuesta de los cristales sónicos no depende del material utilizado para construirlos.

En efecto, teniendo en cuenta los resultados del laboratorio, se diseña un cristal sónico para probarlo en un sitio abierto formado por cilindros vacíos de PVC, de 3 metros de largo y 16 centímetros de diámetro, que se distribuyen de forma triangular con un enrejado regular de 22 centímetros. El valor de relleno, es decir la fracción de la muestra ocupada por cilindros, es de 0,47, y en total, la estructura forma una barrera de 1,11 metros de ancho y 7,2 metros de largo.

Comparando la grabación del sonido de referencia, sin los cristales sónicos, y con ellos, se demuestra que las estructuras hechas con dos series de cilindros huecos con un bajo número de elementos producen una buena atenuación del ruido, capaz de competir con las pantallas acústicas convencionales. Cabe decir que estas estructuras tienen algunas ventajas importantes: por un lado, son muy ligeras y fáciles de construir; por otro, variando la constante de enrejado (distribución y distancia de los cilindros) y la fracción de relleno es posible ajustar las bandas de atenuación al espectro de sonido que se quiere reducir. Formando un enrejado rectangular, por ejemplo, los autores comprueban que la banda de atenuación se traslada a unos 500 Hertz, lo que mejora la eficiencia de la barrera para bajas frecuencias, y reduce su eficiencia para otras frecuencias.

Más información en la red. Nature update, 9 de enero del 2003: Rods forest cuts environmental noise.

Michael Bennet. Two cities, two cultures
Two cities, two cultures

El gigante de pies de mármol avanza inexorable masticando vírgenes y hamburguesas de colores. El campo se puebla de sonrisas sostenidas por la tramoya de la pantalla catódica y nuestro amigo, fiel a su verticalidad, ejecuta la danza global y nos anima a desanimarnos aún más. Son las incertidumbres de la verdad.

No hay licencia para inscribirse en el bando de los perdedores, ni hay espacio para el reposo de la codicia, ni para la hilaridad saludabel.

¿Será posible destapar la miseria?

Una simpática melodía se adueña de las distancias cortas y las carcasas brillan con más intensidad. La indigencia reposa mansamente dentro de cajas acolchadas lejos de la amabilidad adecuada y del ángulo perfecto. Nunca es bueno augurar cuando las sirenas anuncian un bombardeo, pero debajo del asfalto sigue habiendo playas aunque los mares estén muertos.

Por Paco Boisset. 2002.

Créditos fotografía: Two cities, two cultures, 1986. Gelatino bromuro de plata. 31,4 x 27 cm. Colección Julio Alvarez Sotos.

Fuente: Catálogo de la exposición «Mirar al mundo otra vez».Galería Spectrum Sotos, 25 años de fotografía.

El paisaje en que vivimos influye en todos nosotros. La tierra nos proporciona el alimento y cobijo básicos, y también nos dota de una identidad como personas, comunidades y naciones.

Artistas de México, Estados Unidos y Canadá reflejan ese poderoso vínculo que nos une a la tierra. El arte paisajístico de esta exposición refleja el entorno natural que nos rodea pero también nuestra historia, nuestras industrias, nuestras culturas y nuestros sistemas de creencias, sugiriendo por lo tanto la condición humana común presente incluso en los paisajes más diversos.

Aaron Siskind. Mérida 17
Mérida 17

Aaron Siskind está enormemente influenciado por el expresionismo abstracto norteamericano, y más en concreto por Frank Kline, a cuya memoria están dedicadas muchas de sus obras. Mérida 17, además de representar magníficamente bien su inquebrantable estilo fotográfico, es una fehaciente constatación de este inevitable e ineludible paralelismo estilístico. Las fotografías de Siskind son interacciones entre pintura y fotografía, abstracciones que derriban fronteras entre ambos campos expresivos. Las suyas son composiciones planas, calculadas y frías, en las que subyace la idea de que nada es indigno de ser representado.

Él mismo subraya este concepto: «para encontrar mi material me he ido al lugar común: los muros, los pavimentos, las estructuras de hierro de Nueva York, las incontables cosas alguna vez usadas y luego descartadas por la gente, los muros de hormigón de Chicago, los profundos subterráneos neoyorkinos en los que el agua y el tiempo han dejado su marca, el detritus de nuestro mundo, que examino en una búsqueda sin sentido». Al igual que Harry Callahan (y a diferencia de Minor White o Wynn Bullock) Aaron Siskind no compartía otros conceptos muy difundidos entre los formalistas americanos de los años 50 y 60, como dejarse guiar por el misticismo zen o «aquello que ve el ojo del espíritu» (según expresión de Wynn Bullock), lo que no evita que a nivel estructural su obra tenga numerosos puntos de encuentro con dichos compañeros generacionales.

Por Antonio Molinero Cardenal. 2002.

Créditos fotografía: Mérida 17, 1974. Gelatino bromuro de plata. 37,8 x 37,9 cm. Colección Julio Alvarez Sotos.

Fuente: Catálogo de la exposición «Mirar al mundo otra vez».Galería Spectrum Sotos, 25 años de fotografía.

Desde este mes de febrero el sitio web del Instituto Nacional de Estadística (INE) de España incluye una herramienta documental muy útil. Se trata de un servicio de información específicamente tratada y de consulta rápida sobre datos estadísticos españoles de todo tipo. Desde una sola página se accede a la información estadística más relevante y actual (IPC, Encuesta de Población Activa, Contabilidad Nacional, Encuesta Continua de Presupuestos Familiares, etc.), y facilita la consulta de series históricas de todos estos indicadores.

Claudia Terstappen. Fog Island
Fog Island

El mar de las fotografías de Claudia Terstappen puede hacerte feliz. Demasiado feliz. Es un mar inhumano. Parece frío, parecen aguas muy frías y sin playa. Sin barcos. Mar al lado del cielo, un cielo manchado con niebla. Ojalá tuviera una casa cuyas ventanas diesen al mar que sale en las fotografías de la Terstappen. Fiesta por la ausencia del hombre en ese mar. Ojalá pudiera acercarme con la mano desnuda para tocar esas aguas. ¿Dónde viste ese mar, queridísima Claudia? ¿Existe ese mar que cayó del cielo? ¿Y existe ese cielo que vive mudo y triste encima de ese mar? Ojalá pudiera nadar en ese mar. Nadar en ese mar es morir. No habrá peces debajo del agua. Es la piel lo que importa, esa sábana con arrugas. Arrugas creadas según un plan maravilloso, pero inhumano. Hasta las arrugas de esa piel marina están contadas. Los billones de gotas, las espumas anónimas, el olor de esas aguas, las olas que se despedazan las unas a las otras sin saber por qué, santo cielo, ¿qué es todo esto? El mundo antes del hombre, eso es. Cuando el mundo era un espectáculo que sucedía para nadie. Quiero entrar en ese mar, queridísima Claudia. Beberme sus aguas de un trago sin fin. Mandar en él. Fugarme con él. Bajar sus torres, subir sus escaleras. Pernoctar en él, en las mejores suites de ese mar. No pagar la estancia. Me casaré con ese mar, y mandaré la civilización humana al diablo. Me quedo contigo, aunque no hables ni respires.

Por Manuel Vilas. 2002.

Créditos fotografía: Fog Island, 2001. Gelatino bromuro de plata sobre aluminio. 128x128 cm. Colección J. Alavarez Sotos.

Fuente: Catálogo de la exposición «Mirar al mundo otra vez».Galería Spectrum Sotos, 25 años de fotografía.