Martes, 9 de abril de 2019

Domenikos Theotokopoulos, El Greco (1541-1614): Fray Hortensio Félix Paravicino, ca. 1609-1613Domenikos Theotokopoulos, El Greco (1541-1614): Fray Hortensio Félix Paravicino, ca. 1609-1613
Óleo sobre lienzo, 113 x 86,1 cm.
Boston, Museum of Fine Arts, Isaac Sweetser Fund 04.234


Fray Hortensio Félix Paravicino y Arteaga, uno de los predicadores y poetas más célebres de su época, nació en Madrid el 12 de octubre de 1580. Fue hijo natural (sus padres se habían desposado, pero no habían llegado a hacer las velaciones, lo que le daba un origen ilegítimo que él siempre se esforzaría en ocultar) de Mudo Paravicino, un italiano de Como, de noble estirpe, que fue tesorero mayor del ejército de Milán entre 1603 y 1613, y de doña María de Arteaga, nacida en Guadalajara de una familia que se decía hidalga. Fue enviado en 1595 a Salamanca, donde estudió Derecho Civil y Cánones, y en 1599 inició su noviciado en el convento de los trinitarios calzados. Profesó en abril de 1600 y, tras completar sus estudios en el convento-universidad de Santo Tomás de Ávila, se graduó como maestro de Teología en Salamanca en enero de 1603. Viviría allí hasta 1606, en que, a poco de ordenarse como sacerdote, fue enviado a Madrid para «presidir conclusiones y predicar» en el capítulo provincial que se celebró en abril de ese año. A partir de entonces se estableció en el convento de la Trinidad, en la calle de Atocha (hoy desaparecido y en el siglo XIX sede del Museo Nacional de Pintura) y, a excepción de algunos viajes, vivió ya en la corte hasta su muerte, que tuvo lugar, con apenas cincuenta y tres años, el 12 de diciembre de 1633.

Sus sermones, brillantes, alambicados y conceptuosos, le hicieron pronto famoso en Madrid (existía el dicho «No predica Hortensio, pues la fiesta no se ha cumplido») y en diciembre de 1617 fue nombrado predicador real por Felipe III. Ejercería la misma función con Felipe IV y fue protegido por el conde-duque de Olivares y otros grandes de la época. Aunque fue nombrado dos veces ministro de su convento de Madrid y elegido, también en dos ocasiones, provincial de Castilla y visitador de Andalucía, al parecer, el final de su vida se vio ensombrecido por desavenencias con otros religiosos de su orden. Cuando murió se estaba tramitando su nombramiento como obispo de Lérida. Seguir leyendo ...