Martes, 30 de abril de 2019

Francisco de Zurbarán (1598-1664): Cristo crucificado contemplado por un pintor, 1630-1639Francisco de Zurbarán (1598-1664): Cristo crucificado contemplado por un pintor, 1630-1639.
Óleo sobre lienzo, 105 x 84 cm.
Madrid, Museo Nacional del Prado, P-2594

Un pintor contempla al Crucificado sosteniendo una paleta y pinceles en la mano izquierda y llevándose la derecha al pecho con devota unción. Ha sido identificado tradicionalmente como san Lucas, el evangelista pintor que según la leyenda retrató a la Virgen. Aunque viste la túnica y el manto a la antigua que son propios del evangelista, no tiene aureola, ni hay precedentes iconográficos de un san Lucas pintando a Cristo en la Cruz.

También se ha insinuado que esta pintura sea un autorretrato de Zurbarán. Si datara de la década de 1650, como recientemente se ha sostenido, el aspecto de edad avanzada del personaje no sería en sí obstáculo a esa identificación. Pero por el estilo y la concepción de la obra parece más verosímil la década de 1630, y en ese caso la figura sería demasiado vieja para el artista. Si Zurbarán concibió al pintor como un autorretrato «alegórico» o «conceptual», quizá no le preocupase reflejar fielmente la edad, y ni siquiera el parecido (en realidad no sabemos cómo era).

Tal vez más interesantes sean las cuestiones conceptuales que plantea Stoichita (1996). ¿Se nos muestra al artista teniendo una visión, o proyectándose en el drama del Gólgota como en una meditación ignaciana? Podría estar frente a una pintura que acaba de terminar, o incluso contemplando un crucifijo muy realista que, como el Cristo de la Clemencia esculpido por Martínez Montañés para la Catedral de Sevilla, inclinara la vista al devoto en actitud de hablarle. Zurbarán deja esas ambigüedades sin resolver intencionadamente, pero es interesante observar que la escala de la figura de Cristo es menor que la del pintor, lo que refuerza la idea de que éste se encuentre ante una imagen y no ante la realidad. Es muy posible que la pintura establezca la tesis básica de que el artista posee un talento especial para hacer imágenes que inspiren la devoción del contemplador hacia su prototipo.

Fuente texto: Catálogo exposición El retrato español. Del Greco a Picasso.