Septiembre de 2019 (Continuación)

Diego Velázquez (1599-1660): Luis de Góngora, 1622.Diego Velázquez (1599-1660): Luis de Góngora, 1622.
Óleo sobre lienzo, 50,2 x 40,6 cm.
Boston, Museum of Fine Arts, Maria Antoinette Evans Fund, 32.79


Luis de Góngora y Argote (1561-1627), el prodigioso poeta culterano, nació en Córdoba, hijo de Francisco de Argote y Leonor de Góngora. Clérigo sin vocación desde muy joven, no concluyó sus estudios universitarios y llevó una vida libertina, dedicada al juego, las mujeres y la poesía. Disfrutó de unos beneficios eclesiásticos en Córdoba, cedidos por su tío Francisco de Góngora, pero unas insidias sobre la condición de converso de un bisabuelo suyo agriaron su carácter, siempre luchando con las dificultades económicas. Su obra, publicada póstumamente, constituye uno de los más desbordantes logros de la poesía española. Compleja, culta, cargada de metáforas y de hipérbatos, su definitiva valoración se logró en el siglo XX.

Velázquez retrató a Góngora en Madrid el año 1622, según relata Pacheco, y sin duda para tener un modelo que incorporar al Libro de verdaderos retratos de éste. Hasta 1921 en que Mayer publicó este retrato que pertenecía entonces al marqués de la Vega Inclán, se pensaba que el original de Velázquez era la versión que de él se conserva en el Museo Nacional del Prado. La radiografía del ejemplar de Boston muestra que, en un principio, ceñía su frente una corona de laurel.

El soberbio retrato es prueba del sutil cambio de técnica de Velázquez tras su primer contacto con la corte. El fondo tenebrista de los retratos pintados en Sevilla se va aclarando sutilmente dando entrada a grises oliváceos.

El retrato, resuelto en planos de luz, con un sentido del modelado preciso y sobrio, traduce perfectamente el carácter agrio del personaje. Julián Gállego acertó a expresar el sentido de la mirada que se clava en el espectador con un gesto de desdén en el que hay «una mezcla de obstinación, orgullo y decepción».

El poeta, que tenía sesenta años cumplidos cuando lo retrató Velázquez, se encontraba en el centro de violentas discusiones literarias en las que participaban, en su contra, los mejores ingenios de la corte, Quevedo y Lope en primer lugar. Su fama, a pesar de todo, explica las copias o réplicas que se conocen de este retrato de tan profunda verdad psicológica. Las más importantes y conocidas son la del Prado (P-1223) y la del Museo Lázaro Galdiano, consideradas copias o réplicas de taller e incluso a veces (Gudiol) de la propia mano del maestro.

Artículos más leídos en los últimos 7 días (semana 36-2019)1. Sociedad: Las muletas de la vida. Juan Antonio Sagardoy Bengoechea, académico de número de la Real de Jurisprudencia y Legislación y del Colegio Libre de Eméritos.
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6. Historia de España: Por quién doblan las campanas. María Elvira Roca Barea es escritora.
7. Educación: Censura en la Universidad. Diego S. Garrocho Salcedo es profesor de Ética en la Universidad Autónoma de Madrid.
8. Arte y religión: Mujeres y Satán. Juan José Tamayo es director de la Cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones, de la Universidad Carlos III de Madrid.
9. Cultura: La deuda hispánica de Humboldt. Jorge Cañizares Esguerra es catedrático de la Universidad de Austin.
10. Modelo territorial: Respuesta a 52 diputados franceses sobre la situación en Cataluña. Víctor Gómez Frías es consejero de El Español.

Escena de mercado
Escena de mercado

Kati Horna, húngara de nacimiento y mexicana de adopción, viaja a España en 1936 con una mochila que contenía su cámara Rolleiflex y sus ideales anarquistas. Inicialmente le fue encargada, por parte de la CNT, la tarea de retratar la vida en los pueblos colectivizados de Aragón y después viaja a Barcelona y Valencia.

Posteriormente, recorre buena parte de la geografía de nuestro país documentando la guerra civil y trabaja para distintas publicaciones republicanas como Tierra y libertad, Tiempos nuevos, Mujeres libres y Umbral: semanario de la Nueva Era. En la esta última conoce a quien se convertiría en su marido, José Horna. Éste es detenido por los «nacionales» y Kati le ayuda a escapar a París. En la huida lleva consigo los negativos de sus fotografías que guarda celosamente hasta el año 1979 (con la democracia ya establecida en España), fecha en la que decide ponerlos a disposición del Ministerio de Cultura.

Este verano volvió a la actualidad porque la historiadora del arte Almudena Rubio encontró en el Instituto Internacional de Historia Social (IIHS), con sede en Ámsterdam, el resto del trabajo que realizó aquellos años y que se creía perdido. Con ocasión de este descubrimiento, El País le ha dedicado dos artículos:

Sus fotografías pueden verse en el Centro Documental de la Memoria Histórica: Archivo fotográfico de Kati Horna (Introducción - Imágenes).

CSS adicional en WordPressUna vez en el área de administración de nuestro WordPress, basta con acceder a Apariencia > Personalizar para disponer de la opción "CSS adicional".

Allí podemos insertar estilos y reglas de CSS que se aplicarán a la plantilla que estemos usando. Eso sí, el selector (clase, identificador o elementos HTML) debe estar presente en aquélla. Si añadimos la clase "entry-content" y establecemos determinadas propiedades, tal clase debe ser utilizada por la plantilla que tengamos activa.

El método que nos ofrece WordPress es bastante práctico y directo pero la "caja" de inserción es pequeña y, a pocas reglas que añadamos, la verdad es que no se controlan de forma rápida. Si además vamos a realizar numerosas adiciones o modificaciones de la hoja de estilos, es preferible añadir una nueva que cumpla la misma función que el "CSS adicional". Para ello, vamos a utilizar la función wp_enqueue_style.

Lo primero de todo será crear nuestra hoja de estilos («estilos-personales.css» en nuestro ejemplo) y subirla al servidor (normalmente dentro de la carpeta del tema).

En segundo lugar, insertaremos el siguiente código bien en el archivo «functions.php» del tema, bien en nuestro plugin personal:

add_action( 'wp_enqueue_scripts', 'custom_enqueue_styles');
function custom_enqueue_styles() {
wp_enqueue_style( 'estilos-personales', get_template_directory_uri() . '/cod-personal/estilos-personales.css' );
}

Argumentos:

  • El primer argumento ($handle) es el nombre de la hoja de estilo. Obligatorio. Debe ser único.
  • El segundo argumento ($src) es también obligatorio y debemos introducir la URL de la hoja de estilos que vamos a añadir. Puede ser una URL absoluta o una relativa al directorio raíz de WordPress. En mi caso, he utilizado get_template_directory_uri() más la ruta hasta el archivo que he colocado dentro de la carpeta «cod-personal».
  • El resto de argumentos ($deps,  $ver y $media) son opcionales.

Propiedades en la hoja de estilos (background, height, position, width, etc):

  • Si no existe, se aplicará sin problemas.
  • Si existe, entonces es conveniente usar «!important» (debe ir siempre al final de la declaración, esto es, inmediatamente antes del punto y coma finales)

8 de junio de 2014: en la madrugada del Día D, unos 13.000 paracaidistas estadounidenses saltaron sobre la campiña francesa. En esta imagen infrarroja tomada 70 años después se recrea aquella incursión en las inmediaciones de Sainte-Mère-Église.
8 de junio de 2014: en la madrugada del Día D, unos 13.000 paracaidistas estadounidenses saltaron sobre la campiña francesa. En esta imagen infrarroja tomada 70 años después se recrea aquella incursión en las inmediaciones de Sainte-Mère-Église.

El fotógrafo David Burnett pisó Normandía por primera vez en 1974 a la edad de 27 años. Había recibido  el encargo de fotografiar las elecciones presidenciales francesas y su visita coincidió casualmente con el trigésimo aniversario del Día D. Desde aquel primer día, David ha regresado a esas playas más de diez veces en los últimos 50 años.

A lo largo de esos años, ha conocido a incontables veteranos que a primera vista parecen tipos normales y corrientes a los que ha tenido que arrancarles con sacacorchos el relato de sus extraordinarias vivencias, recuerdos incomparables de un momento crucial.

Carl Beck, que saltó en Ste. Mera Eglise, 50 años después del día D
Carl Beck, que saltó en Ste. Mera Eglise, 50 años después del día D

Entiendo que tengo el deber de tender un puente con mi fotografía para que la gente -en especial los jóvenes- comprenda la importancia de lo que ocurrió aquí, no solamente la muerte de tantísimos soldados, sino también la transformación del mundo que obró la invasión aliada de la Francia ocupada por Alemania. Siempre he sido admirador de Edward R. Murrow, el corresponsal estadounidense que durante la Segunda Guerra Mundial radiaba partes nocturnos desde Londres. Me gusta reproducir aquellos partes en el teléfono móvil mientras paseo por la playa de Omaha y asimilo los terribles relatos de lo que ocurrió en ella en junio de 1944.

Diego Velázquez (1599-1660): La venerable madre Jerónima de la Fuente, 1620Diego Velázquez (1599-1660): La venerable madre Jerónima de la Fuente, 1620.
Óleo sobre lienzo, 160 x 110 cm.
Firmado y fechado: «Diego Velázquez f. 1620»
Madrid, Museo Nacional del Prado, P-2873


En la parte superior del lienzo se lee: «BONUM EST PRESTOLARI CUM SILENTIO SALUTARE DEI». En la inferior, a cada lado de la figura, se sitúa esta larga inscripción: «Este es el verdadero Re/trato de la Madre/ Doña Jerónima de la Fuente/Religiosa del Con/vento de Santa ysabel de/ los Reyes de T./ Fundadora y primera A/badesa del Convento de Santa/ Clara de la Concepción/ de la primera regla de la Ciu/dad de Manila, en Filipin/as. Salió a esta fundación/ de edad de 66 años, martes/ veinte y ocho de Abril de/1620 años. Salieron de/ este convento en su compa/ñía la madre Ana de/ Cristo y la madre Leo/nor de San Francisco/ Religiosas, y la herma/na Juana de Sanct Antonio/ novicia. Todas personas/ de mucha importancia/ para tan alta obra».

Sor Jerónima de la Fuente Yánez, de hidalga familia toledana, fue monja franciscana en el convento de Santa Isabel de Toledo. En 1620, cuando contaba sesenta y seis años, pasó a Sevilla para embarcar con destino a Filipinas para fundar el convento de Santa Clara de la Concepción en Manila, del que fue primera abadesa y en el que murió en 1630.

El retrato, que la muestra en pie sosteniendo un crucifijo con la mano derecha con gesto enérgico y un libro de oraciones —o quizás la regla de la orden— en la izquierda, fue sin duda realizado en Sevilla durante su estancia en esa ciudad en el mes de junio de 1620, antes de embarcar para la larga travesía.

La imponente imagen es testimonio de la actividad de Velázquez antes de su paso a Madrid, inmerso en el tenebrismo de raíz caravaggiesca con una fortísima caracterización bajo una cruda luz que subraya todos los accidentes del rostro y las manos, sin perdonar detalle. La energía de la monja queda maravillosamente expresada tanto en el rostro, de mirada intensa y escrutadora, como en el modo de empuñar el crucifijo, fuertemente sostenido, casi como un arma, como tantas veces se ha dicho.

El retrato responde al deseo de las monjas de conservar de alguna manera la imagen de la madre ausente, tal como atestigua la existencia de al menos dos ejemplares más del retrato, de calidad semejante. Uno de cuerpo entero, como aquí, y procedente también del convento toledano de Santa Isabel, pertenece a la colección Fernández Araoz y difiere sólo por la posición del crucifijo. Otro, de medio cuerpo, hoy en la colección Apelles de Santiago de Chile, muestra el crucifijo en la misma posición que el del Prado, aunque presenta una técnica algo más seca y dura.

La prioridad entre ellos no está clara, pero quizás el de medio cuerpo preceda a los otros, que muestran más levedad de pincel.

El largo letrero biográfico que muestran tanto el del Prado como el de Fernández Araoz es claramente un añadido, pero la filacteria que aparece en este último con la inscripción «Satiabor dum gloria... ficatus verit» que aparecía también en el del Prado y fue borrada creyéndola una adición posterior, es —y era— rigurosamente auténtica y otorgaba al retrato una apariencia de imagen sagrada, pues las virtudes de sor Jerónima eran ya divulgadas en su tiempo, y entre sus hermanas de claustro y orden tenía fama de santidad e incluso se llegó, a su muerte, a pensar en canonizarla.

Velázquez, al retratarla, consigue una imagen rebosante de verdad y a la vez crea un modelo de santidad ejemplarizante.

El retrato estaba en el convento, atribuido a LuisTristán. Fue descubierto con ocasión de la exposición franciscana de 1926, y, al restaurarlo, apareció la firma y la fecha.

Fuente texto: Catálogo exposición El retrato español. Del Greco a Picasso.

Artículos más leídos en los últimos 7 días (semana 35-2019)1. Brexit: ¿Prosperará el golpe político de Boris Johnson?. Anatole Kaletsky is Chief Economist and Co-Chairman of Gavekal Dragonomics.
2. Internacional: Economía para principiantes. Guy Sorman.
3. Filosofía: Sánchez Ferlosio, pensar hasta la raíz. Jesús Mota.
4. Educación: El oasis contaminado. José Sánchez Tortosa es doctor en Filosofía, profesor y escritor.
5. Modelo territorial: La avería ideológica. Luis Sánchez-Merlo es escritor.
6. Ideologías: Conservador y con estos calores. Gregorio Luri es profesor de filosofía.
7. Política lingüística: Las lenguas de taifas. Pedro Gómez Carrizo es editor.
8. Filosofía: 1969 y los jóvenes intelectuales de la Transición. Arash Arjomandi es profesor de Ética en la UAB y miembro del Centro Trías de la UPF.
9. Sociedad: Apolo y Venus han huido. Luis del Val es escritor.
10. Memoría histórica: Reabrir las heridas. Juan Van-Halen es escritor y académico correspondiente de la Historia y de Bellas Artes de San Fernando.