Martes, 7 de abril de 2020

Luis Paret (1746-1799): María de las Nieves Michaela Fourdinier, mujer del pintor.Luis Paret (1746-1799): María de las Nieves Michaela Fourdinier, mujer del pintor.
Óleo sobre cobre, 37 x 28 cm.
Inscripción en griego: «Luis Paret a su esposa queridísima queriendo pintar en color lo hizo en el año 1.78..»
Madrid, Museo Nacional del Prado, P-3250.


La esposa de Paret, con la que ya estaba casado en 1775, cuando éste era pintor de cámara del infante don Luis —poco antes de que Carlos III lo desterrase a Puerto Rico por su tercería en la procuración de mujeres livianas para satisfacer los incontrolables apetitos sexuales del infante—, era oriunda de Hubersent en el noreste de Francia, entre Boulogne y Montreuil. Su tío abuelo Roberto y su abuelo Miguel se habían establecido en Madrid hacia 1724, donde fundaron un negocio de tapiceros y cameros que proporcionaba viviendas y las aderezaba con todo género de muebles a forasteros y demás que lo pidieren» (Blanco Mozo 1998, p. 301). Floreció su comercio de alquiler de casas, fábrica y préstamo de mobiliario, y los hermanos pronto ingresaron en la Real Tapicería, donde, el 23 de diciembre de 1735, se nombró mozo de oficio supernumerario a Miguel Fourdinier y se le concedió plaza de número a partir de 1761. La madre de Michaela murió en 1767, y más adelante esta última dividiría con sus hermanos los bienes maternos. Su padre, a su vez, había heredado la gerencia del negocio familiar y se preocupó por el bienestar de Michaela y también de su yerno, cuando éste volvió de Puerto Rico.

Este contexto acomodado y la presencia de parientes en Francia al tanto de las últimas modas internacionales —por otra parte fáciles de adquirir en Bilbao, donde durante una temporada estuvo exiliado Paret, lo mismo que en Madrid— explican la elegancia de la ropa de Micaela y la exquisitez de su estilo de peinado y tocado. Su pelo y la graciosa cofia que lleva recuerdan los de María Antonieta en la estampa hecha por François Jarinet tres o cuatro años antes, en 1777, o los de la duquesa de Osuna en el retrato de Agustín Esteve de hacia 1780, o también los de la marquesa de San Andrés retratada también por Esteve un poco más tarde. Pero el estilo del retrato de Paret se aparta de estos últimos, en los que el lujo es inherente al poder y a la jerarquía de las retratadas, y donde no hay ninguna indicación a sus aficiones o a su vida íntima. Paret, en cambio, representa a Michaela sentada en un sillón en un balcón o galería de su casa, a caballo entre el mundo doméstico del interior y el de la naturaleza del exterior. La joven dama, al parecer, está enseñando a cantar a un canario, dando vueltas a la manivela de su serinette. Otro rasgo íntimo del retrato es el punto de vista del espectador. Vemos a Micaela desde fuera, a cierta distancia, a través de los postes de la galería o balcón. Ya que ella no nos mira, parece que el artista la ha sorprendido, absorta en su labor.

Fuente texto: Catálogo exposición El retrato español. Del Greco a Picasso.