Martes, 14 de abril de 2020

Luis Paret (1746-1799): Autorretrato, 1786

Luis Paret (1746-1799): Autorretrato, 1786
Óleo sobre lienzo, 39,8 x 31,8 cm.
Inscripción en un lateral del cubo sobre el cual descansan los dos bustos clásicos: «L. PARET»
Madrid, Museo Nacional del Prado, P-7701


No ha sido posible identificar hasta ahora la pintura sin acabar en óvalo que ocupa el centro de este cuadro. No es obra conocida de Paret y esto, junto con las dudas que había sobre la fisionomía del pintor, ha hecho que se cuestionase en un principio si se trataba realmente de un autorretrato. Pero la presencia de un barco parecido al que se encuentra en el lienzo sobre un caballete, perteneciente asimismo al consulado de Bilbao, y llevando las mismas enseñas, en el retrato de un oficial de Marina realizado por Paret, demuestra que este último tenía noticias de la pérdida de una nave llamada «San Pedro de Alcántara». Es verosímil que éste sea el tema de la pintura en óvalo y es posible que el cuadro haya sido en efecto pintado o por lo menos bosquejado por el artista para un contrato eventual.

El naufragio referido ocurrió «en la ensenada de la Papoa», según la información que tenemos, o sea cerca de Peniche al nornoroeste de Lisboa y al oeste de Obidos, en una zona de peligrosas rocas de la costa portuguesa (Luis Paret y Alcázar 1991, n.° 25, pp. 204-205). Paret tendría que documentarse sobre el sitio sin duda, y esto explicaría la presencia de un mapa, al parecer del cabo Carvoeiro, en la mesa a su lado, sobre el cual el artista apoya el codo. La configuración del terreno y el perfil de la costa en este mapa muy bien podrían identificarse con los de la península de Papoa, entre Peniche y Remédios en Portugal.

No sería de extrañar que el cuadro entero representase el proceso de crear una obra de este tipo, subrayando la combinación de estudio y fantasía o intuición necesaria para plasmar en un lienzo la tragedia de la nave hundida al volver a su puerto de origen después de cruzar el Atlántico. En el suelo, cerca del artista, hay cabezas griegas y libros, que también están sobre la mesa, y, a los pies del pintor, al lado de la paleta momentáneamente abandonada, una carpeta con un dibujo preliminar suelto, hecho con lápiz rojo o sanguina. Con estos detalles se ponen de realce el estudio y el pensamiento previos necesarios para desarrollar un tema en forma pictórica. El artista está pensando o soñando y no pintando. Deriva su inspiración, al parecer, lo mismo de la poesía épica que de la naturaleza o de los datos concretos, tales como los que proporciona el mapa. Tenemos que llamar la atención sobre uno de los bustos clásicos que representa a un personaje ciego, probablemente Homero, en cuya Odisea, en los libros V y XII, hay conmovedoras y detalladas descripciones de tempestades y naufragios. De todos modos la luz ilumina este busto, posiblemente el del genial poeta, subrayando sus cegados ojos, mientras que la otra efigie queda a la sombra.

El artista aparece ricamente vestido, con un chaleco colorado y una chaqueta forrada con tela del mismo color. El colorido recuerda los trajes regionales de su tiempo, aunque los tejidos empleados son sedas o paños de alta calidad, que es poco probable que llevasen individuos de las clases populares. Puede que la sensualidad táctil de la ropa que viste Paret, lo mismo que el satinado pañuelo que palpa con los dedos de su diestra, le produzcan un sentido de bienestar favorable al esfuerzo creador, como era el caso del compositor alemán Richard Wagner. que buscaba inspiración entre sedas.

Esta imagen del artista es muy distinta de la del primer autorretrato de Paret, hecho durante su exilio en Puerto Rico, vestido de jíbaro con una carga de plátanos sobre sus hombros y empuñando un gran cuchillo en la mano izquierda para cortar racimos de esta fruta. Hizo esta primera efigie, al parecer, con la intención de enviar una réplica a Carlos III para persuadirle de que le perdonase. El segundo autorretrato, hecho duran re un período de destierro de la corte, menos duro, dentro de España, subraya su calidad como pintor filósofo, pintor erudito y serio, preparado para emprender tareas artísticas de mucho fuste.

Fuente texto: Catálogo exposición El retrato español. Del Greco a Picasso.