Año 2021 (Continuación)

Sobrevivir en un mundo hostil como es la Naturaleza ha llevado a muchos animales a desarrollar habilidades especiales. Una de ellas es el arte de esconderse bien a través del mimetismo, bien a través del camuflaje. El primero tiene como objetivo «deformar» su cuerpo para asemejarse a otros animales, normalmente depredadores. El segundo consiste en adoptar colores y formas que se confundan con el entorno. El fotógrafo Christian Ziegler nos ofrece un buen número de ejemplos.

Un caso realmente espectacular fue grabado por el fotógrafo de la naturaleza David Weiller (ver su canal de YouTube) en la selva amazónica de Puyo (Ecuador): una oruga de la babosa mono se «disfraza» de terrible tarántula:

Termopolio en Pompeya
Termopolio en Pompeya

Nuestra sociedad es tan egocéntrica que cree haber descubierto todo, incluidos muchos de los rituales asociados a la vida cotidiana. Por ejemplo, todo eso de la comida rápida o para llevar, tan en boga ahora por culpa de la pandemia, no es ninguna novedad aunque a nosotros nos pueda parecer que se trate de un invento moderno.

Es cierto que el registro arqueológico no es pródigo en restaurantes y mucho menos si estos se encontraban en plena calle. Sin embargo, hay un lugar donde no cesan los descubrimientos: Pompeya. Y justamente aquí acaba de ser descubierto un termopolio, es decir, nuestro actual «restaurante» donde se podían comprar alimentos listos para comer.

Otros recursos:

Galería:

Cuando las morsas nos rodearon, la cabaña se movía —relata Arbugaeva—
Cabaña (Enúrmino). Fotografía de Evgenia Arbugaeva

La Rusia más remota: menos del 2% de la población rusa reside en los 4,1 millones de kilómetros cuadrados de territorio al norte del círculo polar Ártico. Evgenia Arbugaeva, nacida en Tiksi (Ártico), retrata estos paisajes helados:

Se dice que desde el instante en que el Ártico se infiltra en tu interior, nunca más dejarás de oír su llamada. Yo pasé mi infancia corriendo por la tundra y contemplando la aurora boreal mientras caminaba hacia la escuela en plena noche polar, el poético nombre que reciben esos dos meses de oscuridad que no son solamente el invierno, sino también un estado mental. Hace ya muchos años que salí de mi ciudad, Tiksi, un remoto puerto marítimo de Rusia a orillas del mar de Láptev, para vivir en grandes urbes de distintos países. Pero el Ártico nunca ha dejado de llamarme. Anhelo su aislamiento y su lento ritmo de vida. En este gélido paisaje del norte, mi imaginación vuela sin obstáculos que la frenen. Todos los objetos adquieren simbolismo, todos los colores se imbuyen de significado. No soy yo misma salvo cuando estoy aquí.

Y lo mismo sienten los protagonistas de mis fotografías. A veces pienso que sus historias son como capítulos de un libro: cada uno revela un sueño diferente, pero están todos vinculados al amor por esta tierra. Está el ermitaño que se imagina estar viviendo a bordo de un barco en el mar y la joven que soñó con vivir junto a su amado en el confín del mundo; la comunidad que mantiene vivo su pasado y su futuro al seguir las tradiciones y relatar por enésima vez los mitos de sus antepasados. Y está el viejo sueño soviético de la exploración y la conquista polar. Cada sueño tiene su propia paleta cromática, su propia atmósfera. Cada persona que está aquí tiene sus propios motivos.

JODOVÁRIJA | 68,941 ° N | 53,769° E (Weather Man)

KANIN NOS | 68,657° N | 43,272° E (Kanin Nos)

  • «Traje caprichos como chocolate y fruta —dice Arbugaeva—. En el Ártico, estas pequeñas cosas son auténticos tesoros que [la meteoróloga y vigilante del faro] Evgenia Kóstikova recibió con una amplia sonrisa. Envolvió las manzanas en papel de periódico una por una, como si fuesen de cristal, para que no se congelasen».
  • «El fin del mundo», son las palabras que escribió con pintura blanca el meteorólogo y farero Iván Sivkov en este cobertizo, situado cerca de donde atraca el rompehielos que todos los veranos lleva suministros al faro y a la estación meteorológica de Kanin Nos.
  • Kóstikova y Sivkov, con su perro Dragón, toman muestras de agua para medir la salinidad del mar que rodea la península de Kanin, donde confluyen el mar Blanco y el mar de Barents.
  • La pareja se dirige hacia el faro, que en esta imagen onírica parece elevarse en el aire en medio de una fuerte ventisca. Este es uno de los pocos faros que quedan en el Ártico. Ahora están abriéndose nuevas rutas marítimas, y muchos buques cuentan hoy con modernos sistemas de navegación.
  • Kóstikova se mantiene caliente mientras lee junto aun pequeño calefactor. Cuando era niña, un amigo de la familia le contaba historias sobre la vida en el Ártico. A los 19 años entró a trabajar en su primera estación polar. Al instante supo que el Ártico era el lugar perfecto para ella.

ENÚRMINO | 66,954° N | 171,862° O (Chukotka)

DIKSON | 73,507° N | 80,525° E (Dikson)

Fuente Texto: In Russia’s far north, legends and lives are frozen in time.

Fuente Fotografías: Evgenia Arbugaeva.

Pablo Picasso (1881-1973): Autorretrato, 1972.Pablo Picasso (1881-1973): Autorretrato, 1972.
Cera sobre papel, 657 x 505 mm.
En el ángulo inferior izquierdo: «Picasso».
Tokio, colección privada, cortesía de Fuji Televisión Gallery


Esta obra, realizada el 30 de junio de 1972, es, con otro dibujo menos individualizado que hizo dos días después, el último autorretrato del artista. El mismo cuando se lo enseñó a Pierre Daix al día siguiente de haberlo realizado, le dijo: «Creo que
di con algo... No se parece a nada de lo hecho». Los ojos en forma de almendra recuerdan a los de su Autorretrato de 1907, pero la forma de la cabeza evoca la de un cráneo.

El uso muy pictoricista de los lápices de colores sería común en el panorama internacional de los años finales de la década de 1970 y en los primeros de la siguiente, una época de retorno a la pintura bajo el signo de lo expresivo. En ambos aspectos obras como estas últimas de Picasso fueron claras precursoras. El artista afronta con medios muy restringidos (ceras de colores y papel) este autorretrato final, que supone una intensificación expresiva dentro del registro exacerbado y barroco de su última etapa. Las gruesas líneas de contorno definen con claridad la forma, pero se interrumpen en algunos lugares, como la parte superior izquierda, que quedan como difuminados en el fondo. El color rojo de éste, como una sombra, aparece también en la pupila, que se ve así vulnerada y sin la claridad incisiva e intensa propia del pintor y característica de casi todos sus autorretratos. Esa condición de la mirada herida le da una apariencia borrosa o turbia, como si el personaje mirara hacia adentro, y así lo señalan las espirales que rodean la pupila. Por otro lado el color malva azulado recuerda la condición melancólica y saturnina asignada a los pintores. El grafismo en garabatos libres, cerrados sobre sí mismos, en la barba y en el torso, contrasta con las líneas netas y definidas que encierran los ojos y la nariz. El profundo hundimiento de la forma de la cabeza en su tercio inferior se acusa aún más en el otro autorretrato dibujado del mismo momento, que evidencia la forma del cráneo descarnado. La expresión intensa y alucinada deriva de los ojos; la boca, apenas aparece aludida por tres paralelas, pero esta especie de omisión hace más inquietante la figura. En el esquema fuertemente frontal del rostro, la presencia dominante de los ojos y la nariz queda subrayada por la línea cerrada que engloba ésta y la boca. El aspecto blando de la nariz con los orificios bien visibles, ha hecho recordar la imagen de un mono, contrafigura caricaturesca del pintor. En este sentido, la expresión temerosa que presenta tendría un carácter más acusadamente físico. Por otra parte, a pesar de que las líneas esenciales están marcadas con rotundidad de trazo las líneas esenciales, hay partes de la composición que son más difusas.

Parecen mostrar un cierto principio de la disolución de la materia sólida, tan evidente siempre en Picasso, en un humor líquido más incierto. La pérdida de la visión podría haber favorecido, según Sylvester, la presencia de un ambiente como acuoso, pero también la premonición de la muerte. La monumentalidad de la cabeza, realzada por la ausencia de espacio a ambos lados, acentúa su peso en relación con la estrecha franja visible del torso. El corte de la parte superior del papel parece, además, presionarla hacia abajo, efecto aún más marcado por la ausencia de cuello, de manera que podría balancearse sobre su soporte en una precariedad que es imagen de la senectud extrema, inmediatamente próxima a la muerte. Pocos artistas, acaso ninguno con edad tan avanzada, habían encarado la muerte en su pintura con ese propósito de veracidad. A Picasso no le gustaba que se evocara la muerte y desde muchos años antes, cuando alguno de sus amigos moría, se refugiaba en un silencio que sorprendía e incluso llegaba a molestar a los deudos del fallecido, como ocurrió en el caso de Matisse. Pierre Daix narra, en la visita citada, que Picasso sostuvo el dibujo al lado de su propia cara, como para dejar claro que el miedo del rostro del retrato era sólo una invención. Tres meses después, en otra visita, notó que «había endurecido los trazos color humo y las rayas granate-malva en la parte de arriba del cráneo verde-azulado», colores que le recordaron a Daix los de su pintura tras la muerte de Julio González. He aquí la proyección, también catártica para el artista, de su sentimiento ante el propio final.

Fuente texto: Catálogo exposición El retrato español. Del Greco a Picasso.

Artículos más leídos en los últimos 7 días (semana 2-2021)1. Educación: Los 'otros' alumnos. Alberto Royo es profesor de Música en el IES Tierra Estella. Autor de: Contra la nueva educación (2016), La sociedad gaseosa (2017) y Cuaderno de un profesor (2019), todos ellos publicados por Plataforma Editorial.
2. Modelo de Estado: La cuestión de la culpa. César Antonio Molina es escritor y ex ministro. Autor de La caza de los intelectuales y Las democracias suicidas.
3. Cataluña: Evitar otro 'procés'. Juan Pablo Cardenal es periodista y escritor, su último libro es La Telaraña: la trama exterior del procés (Ariel, 2020).
4. El Salvador: La (mala) oposición consolidó al bukelismo en El Salvador. Roberto Valencia es periodista y escritor en El Salvador. Su libro más reciente es ‘Carta desde Zacatraz’.
5. II República: Un patriota español. Andrés Amorós es catedrático de Literatura Española.
6. EEUU: Un psicópata en la Casa Blanca. Juan Luis Cebrián.
7. Brexit: El Reino Unido, una gran Suiza con misiles. Timothy Garton Ash es catedrático de Estudios Europeos en la Universidad de Oxford e Investigador Principal en la Hoover Institution de la Universidad de Stanford.
8. EEUU: Descapitolio: destrucción icónica de la democracia. Carlos Elías es catedrático de Periodismo de la Universidad Carlos III de Madrid y Concha Mateos es profesora titular de Comunicación Audiovisual de la Universidad Rey Juan Carlos.
9. COVI-19: La cura y la palabra. Gabriel Albiac es filósofo.
10. EEUU: Este no es el fin del imperio americano: es el principio. Hasel-Paris Álvarez es politólogo y especialista en geopolítica.

Puerta del Carmen. Ilustración de Diego Nicolás Agustín
Puerta del Carmen. Ilustración de Diego Nicolás Agustín

El ilustrador Diego Nicolás Agustín ha recreado de forma magistral una Zaragoza postapocalíptica donde la la vida humana ha desaparecido para dar paso a la naturaleza, la cual se ha adueñado de la ciudad. Para ello, ha utilizado la técnica denominada Matte Painting, que consiste en la superposición de imágenes con retoques dibujados para obtener un resultado fotorrealista.

El resultado final ha sido el libro "El sonido del Cierzo" que podéis ver en ArtStation (Nota: la página engaña un poco. Para ver las ilustraciones del libro desplazaros hacia abajo. Las flechas a derecha e izquierda son para acceder a otras galerías).

Madrid. Nov-Dic de 1936 (Fotografía: Robert Capa)
Madrid. Nov-Dic de 1936 (Fotografía: Robert Capa)

De entre todos los fotógrafos que cubrieron la Guerra Civil, Robert Capa tuvo un lugar destacado entre todos ellos. Sus imágenes son capaces de mostrar el horror de la guerra y los padecimientos que sufrieron los combatientes de forma incruenta. La que aquí se muestra refleja ese momento íntimo del soldado escribiendo a sus seres queridos.

Traigo a colación esta fotografía porque el escritor Pérez-Reverte ha ido un poco más allá y ha dado un paso al frente para crear un espacio donde tuvieran cabida todos los combatientes sin importar en qué bando lucharon. Sin odio ni resentimiento. Historias personales por encima de ideologías.

El propio escritor lo explica en su introducción:

«La idea surgió una tarde, cuando, comentando en Twitter mi novela Línea de fuego con los amigos, éstos empezaron a mandar de forma espontánea retratos y recuerdos de sus padres, abuelos y familiares que habían combatido en los frentes de batalla de la Guerra Civil. Reunimos así en pocas horas, entre todos, un conmovedor álbum de familia, de comentarios y documentos gráficos que, pensé entonces, sería una lástima que se perdiesen a los pocos días en el caudal cambiante y confuso de las redes sociales. Por eso se me ocurrió buscarles un espacio estable; un lugar donde tan extraordinarios testimonios quedasen expuestos y pudieran ser consultados, y donde se les pudieran ir añadiendo otros. Quise que así, entre todos, sin distinción de bandos ni ideologías, creásemos el álbum de nuestros abuelos: un lugar de paz donde hacer simbólicamente posible la reconciliación entre españoles que, sin duda, todos ellos desearon. Un lugar donde los antiguos contendientes, aquella extraordinaria juventud que tan amargamente se quemó en trincheras y combates, puedan ser recordados con respeto, honor y emoción. Rostros queridos que va no están entre nosotros. Por eso los invito a sumarse a esta iniciativa que pretende ser un homenaje a su memoria. Que en realidad es nuestra propia memoria.»

Ver Álbum Línea de Fuego.

Joan Miró (1893-1983): Autorretrato, 1919.Joan Miró (1893-1983): Autorretrato, 1919.
Óleo sobre lienzo, 73 x 60 cm.
Inscripción en el ángulo superior izquierdo: «Miró / 1919.» París, Musée Picasso, RF1973-79.


Este autorretrato, segundo de los que realizó el artista, tras el de 1917 (Nueva York, colección Edward A. Bragaline), forma parte de las denominadas «pinturas detallistas», realizadas con gran precisión y minuciosidad. A diferencia de otros retratos anteriores, que incluyen algunos elementos decorativos, muestra un fondo neutro. Debido a esto, a su composición frontal, a su apariencia de cierta ingenuidad y al predominio y la firmeza del dibujo, se relaciona con otra obra anterior, el Retrato de niña (Barcelona, Fundación Joan Miró). De todos modos, la solidez de los volúmenes es aquí mucho mayor, sobre todo en el cuello y la cabeza, realzados por un cuidadoso modelado lumínico que los resalta con fuerza sobre el fondo bidimensional. El tratamiento de la indumentaria, la garibaldina o blusa roja, ribeteada en negro, deja ver una sutil descomposición en planos de origen cubista.

La mirada, dirigida con fijeza al espectador, revela un cierto extrañamiento. Por ello, por su misterioso carácter estático y por su rotundo volumen, la obra se ha relacionado con el Realismo Mágico que triunfó después de la Gran Guerra en Europa. Sin embargo, la pintura ejecutada con «finura miniaturista», como señala Dupin, bien patente en el tratamiento del cabello, se inspira en los grandes frescos románicos catalanes y en la pintura de los primitivos, representada en los museos de Barcelona, que el pintor conocía desde su infancia. Aunque se ha cifrado en esa influencia del románico catalán una posible afirmación nacionalista del arte de Miró, hay que tener en cuenta también otros factores, como el ascendiente ejercido por Picasso y, sobre todo, la necesidad que sentía el artista en esa época de captar con fidelidad la estructura profunda de lo real merced al dominio del dibujo.

La obra se pintó en Barcelona, durante el invierno y la primavera de 1919. El artista pensaba enviarla a la Exposició d'Art que celebró el Ayuntamiento de Barcelona en mayo de 1919. Sin embargo, la terminó después, como sabemos por una carta de Miró a su amigo Enric Ricart del 9 de julio de ese año. Lo presentó entonces al Salón de Otoño de París de 1920, con otra obra, donde destacó en el conjunto de la sección catalana. El cuadro fue confiado a su marchante Josep Dalmau quien, para congraciarse con Picasso, a quien le había gustado, se lo ofreció, sin que Miró fuera advertido ni percibiera cantidad alguna, antes de abril de 1921; en esa fecha tuvo lugar la exposición de Miró en la galería La Licorne, en la que figuró
la obra, que aparecía consignada como propiedad de Picasso. El artista catalán había oído hablar mucho del malagueño, pues sus familias estaban relacionadas, había visto su ballet Parade cuando éste se representó en Barcelona en noviembre de 1917 y conocía su obra incluso antes de su visita en 1919 a la casa de María Picasso en Barcelona. Cuando llegó a París, a fines de febrero de 1920, fue a verle y desde entonces, a pesar de cierta reserva inicial, su relación fue próxima. El retorno de Picasso a la claridad de la figura en su período clásico, fue un punto de partida importante para Miró, que lo veía como una referencia.

En París, la obra fue valorada por algunos críticos, sobre todo el escritor Juan Pérez-Jorba, quien advirtió la concentrada intensidad de esta pintura que, «con tener fuerza de íntima llama, casi de incendio, es severa, es austera, es noble, es fuerte». Miró tuvo siempre interés por ella, según revela la correspondencia que mantuvo con Picasso ya desaconsejando su préstamo para alguna exposición, ya pidiéndosela para otra, como la Bienal de Venecia de 1954, con motivo de lo cual argumentaba que era una obra capital en su producción.

Fuente texto: Catálogo exposición El retrato español. Del Greco a Picasso.

Artículos más leídos en los últimos 7 días (semana 1-2021)1. Educación: Los 'otros' alumnos. Alberto Royo es profesor de Música en el IES Tierra Estella. Autor de: Contra la nueva educación (2016), La sociedad gaseosa (2017) y Cuaderno de un profesor (2019), todos ellos publicados por Plataforma Editorial.
2. Populismo: La guerra entre democracia y populismo no ha hecho más que empezar. Yascha Mounk es profesor de la Facultad de Estudios Internacionales Avanzados de la Universidad Johns Hopkins y autor de El pueblo contra la democracia (Paidós). Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia.
3. Cultura: Vi gente correr. Sergio Ramírez es escritor y Premio Cervantes 2017.
4. Gibraltar: Olvidos de la señora Ministra. José María Carrascal es periodista.
5. Economía: Un retroceso de dos décadas. Manuel Lagares es economista y catedrático de Hacienda Pública.
6. II República: Los perdedores de la Transición. Manuel Álvarez Tardío es catedrático de Historia del Pensamiento y los Movimientos Sociales y Políticos y autor de El camino a la democracia en España. 1931 y 1978.
7. América: Perú, el país ingobernable. Sonia Goldenberg es periodista y documentalista.
8. Política exterior: Entre el secreto y la propaganda. Araceli Mangas Martín es Académica de Número de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas y catedrática de Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales de la UCM.
9. Educación: La Ley Celaá: penúltimo ataque a las disciplinas académicas. Raúl Fernández Vítores es profesor de Filosofía y autor de Sólo control: panfleto contra la escuela (Páginas de Espuma).
10. Política: Un BOE de 3.000 páginas. Guillermo Gortázar. Historiador. Su último libro es: El fuerismo liberal vasco.