Martes, 18 de octubre de 2022

Lucas Cranach (Alemania, 04/10/1472 - Weimar, Alemania, 15/03/1553): Lucrecia, 1537.Lucas Cranach (Alemania, 04/10/1472 - Weimar, Alemania, 15/03/1553): Lucrecia, 1537.
Óleo sobre tabla de haya, 50,4 x 36,4 x 1,3 cm.
Monograma (mitad inferior izquierda, bajo la fecha)
Museo de Bellas Artes de Bilbao


La iconografía de Lucrecia gozó de una especial estima en la pintura del Renacimiento. Tiziano Vecellio envió al rey de España Felipe II en 1571 una impresionante composición con el tema de Tarquino y Lucrecia (Fitzwilliam Museum, Cambridge) y Lorenzo Lotto realizó otra original versión hacia 1530-1533 (National Gallery, Londres). Ya en el ámbito germánico, Alberto Durero firmó otra (Alte Pinakothek, Múnich), estilizada aunque no muy bella, en el año 1518. Pero fue el también pintor alemán Lucas Cranach quien podemos decir que se especializó en el tema, realizando más de cincuenta versiones, a las que debemos añadir las réplicas, variaciones y versiones salidas de su taller familiar, lo que indica el éxito de la iconografía en la Alemania de la Reforma.

A pesar de la postura, en un principio crítica frente a la imagen, del mundo protestante, lo cierto es que la religión reformada desarrolló una abundante y muy variada iconografía propia muy distinta a la propiciada por el Catolicismo de obediencia romana. El tema del desnudo, tanto masculino como femenino, fue muy abundante, con infinidad de versiones de temas como Adán y Eva, Hércules, Venus o la ninfa dormida, en los que destacaron ampliamente artistas como Alberto Durero, Hans Baldung Grien o Lucas Cranach. Por otra parte, la pintura alemana del siglo XVI se interesó igualmente por la iconografía de la mujer fuerte, uno de los temas predilectos de Cranach y su taller, con especial referencia a la heroína bíblica Judith y a la clásica Lucrecia.

Es en este contexto de gusto por el desnudo femenino, y de las razones morales que permitían aceptarlo en gabinetes y colecciones de la Europa del siglo XVI, en el que habría que insertar esta magnífica Lucrecia de Lucas Cranach.

La historia de Lucrecia nos es conocida a través del historiador romano Tito Livio. La mujer era hija del cónsul Espurio Lucrecio y esposa de Colatino. Estaba considerada una de las mujeres más bellas y respetadas del Imperio Romano. Cuando su marido se encontraba fuera de Roma, su primo Sexto Tarquinio aprovechó la noche para violarla, amenazándola, en caso de delación, con ser acusada de haber pasado la noche con un criado, por lo que Lucrecia consintió la violación. Aunque Colatino aceptó las explicaciones de la mujer, ésta no pudo soportar la vergüenza y se suicidó clavándose un puñal en presencia de su padre y de su marido. Desde entonces se convirtió en uno de los ejemplos favoritos de virtud y fortaleza femenina.

Esta versión, fechada en 1537, fue conocida y publicada por Christian Zervos en los años treinta del siglo XX, pero alcanzó renombre internacional a raíz de la exposición monográfica de Lucas Cranach que tuvo lugar en Basilea en 1975 (catálogo fechado en 1976). Entonces pertenecía, al menos desde el siglo XVIII, a una colección particular española, la del marqués de Rafal, quien la conservó en su palacio de Orihuela (Alicante) hasta que fue trasladada a Madrid en el siglo XIX. Posiblemente el marqués de Rafal adquirió la obra en Viena, donde se encontraba exiliado por haber apoyado al archiduque Carlos en la guerra de Sucesión. Amnistiado con motivo de la Paz de Utrecht (1715), se instaló en Orihuela, donde falleció en 1727. La obra fue sucesivamente heredada por la familia hasta su compra en 2012 por el museo.

La pintura constituye una de las más refinadas versiones del tema salida de las manos del maestro alemán. Aunque se pueden detectar retoques en la capa pictórica procedentes de sucesivas restauraciones, sí que es posible determinar que se trata de una obra enteramente de Lucas Cranach el Viejo, que nos presenta una versión del asunto de la que sólo podemos señalar concomitancias, y no repeticiones, en otras imágenes de la misma.

Representa el momento del suicidio de Lucrecia. La protagonista aparece de frente, de tres cuartos, con el pecho desnudo, sólo cubierto por una suave y transparente gasa que no oculta en ningún momento su desnudez. Cranach fue un maestro en este tipo de sensuales transparencias, que aquí alcanzan su momento de mayor calidad en el rostro de la mujer. El cuerpo de Lucrecia se inclina hacia la izquierda, insinuando una leve diagonal, que se compensa con el contraposto del rostro y el del puñal. El movimiento, que hace caer el transparente velo, afecta igualmente al collar de Lucrecia, lo que otorga a la composición un sutil dinamismo que proporciona al cuadro el dramatismo inherente a la historia que narra. La belleza del cuerpo, la delicadeza del rostro y la mirada, lo sutil del velo y la sensualidad de las joyas que destacan directamente sobre el desnudo hacen de esta versión una de las más atractivas de entre todas las salidas del taller del artista de Kronach. [Fernando Checa Cremades]