Martes, 7 de febrero de 2023

Palma el Viejo (Jacopo Negretti), Serina, 1479/1480 - Venecia, 1528: Retrato de una mujer joven llamada "La Bella", hacia 1518 - 1520.Palma el Viejo (Jacopo Negretti), Serina, 1479/1480 - Venecia, 1528: Retrato de una mujer joven llamada "La Bella", hacia 1518 - 1520.
Óleo sobre lienzo. 95 x 80 cm
Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Madrid.
Nº INV. 310 (1959.2)


Palma el Viejo nació en Serina, una localidad próxima a la ciudad de Bérgamo, pero desarrolló toda su carrera en Venecia, donde está documentado ya en 1510. En sus primeros trabajos se ha reconocido el estilo de Andrea Pevitali, artista de Bérgamo con quien pudo haber estudiado. En el repertorio de Palma el Viejo hay dos temas que destacan sobre todos los demás, se trata de las Sagradas Conversaciones y de las figuras femeninas pintadas sensualmente y presentadas al espectador de medio cuerpo. El Museo Thyssen-Bornemisza conserva en su colección ejemplos significativos de ambos temas del periodo de madurez de Palma el Viejo. Vasari sobre estas pinturas nos dice que, aunque no fueron excelentes, las obras de Palma reflejan conceptos positivos, pues «retrataba mucho la parte más real y natural de los hombres». Vasari le alaba especialmente por el colorido, que usó «con suma gracia y orden», y en el que se aprecia una uniformidad y unos matices que, según el crítico, superan al dibujo.

Este lienzo, en el que Palma sintetiza características distintivas de la pintura veneciana del Renacimiento, es, dentro de su grupo de figuras, una de sus composiciones más hermosas y conseguidas. La obra estuvo en la colección Sciarra-Colonna de Roma, donde estaba atribuida a Tiziano; es más, antiguamente se la conocía como «la bella de Tiziano ». De la colección romana la pintura pasó a la del barón Édouard de Rothschild, que la instaló en el Château Ferrières, permaneciendo en esta familia hasta 1958, cuando fue adquirida al barón Guy de Rothschild para la colección de Villa Favorita.

Palma coloca a esta mujer en un interior del que se percibe parte de una arquitectura en el ángulo superior derecho y un sencillo pretil escalonado por donde se asoma. Ambos elementos delimitan el espacio donde el artista sitúa a esta joven de medio cuerpo y que gira su cabeza hacia el espectador, al que mira con fijeza. La luz va modelando con precisión su rostro y su cuerpo, y el pintor logra suaves tonalidades para las pálidas carnaciones de sus hombros, cara y manos. Esta piel blanquecina que casi se funde con la escotada camisa, contrasta con las generosas telas verdes y azules con las que se viste la muchacha, y que se pliegan originando multitud de arrugas sobre el poyete de piedra donde descansan. Las mangas bicolores, rojas y blancas, se tejen consiguiendo cuatro elegantes combinaciones con distintos dibujos, los cuales conducen a unas manos, redondeadas, que centran nuestra atención en dos elementos: un pequeño recipiente que parece contener finas cadenas y el largo y aclarado cabello de la mujer, una parte del cual cae sobre el hombro y es recogido con suavidad por los dedos.

El modelo que Palma utilizó para este prototipo nos remite a Tiziano y a sus alegorías. Concretamente la atribución de esta pintura a Tiziano se debió, en parte, a su parecido con una de las figuras del Amor sacro y el Amor profano  de la Galleria Borghese de Roma. Este tipo de mujer lo encontramos ya en obras tempranas del artista, como La dama en azul del Kunsthistorisches Museum de Viena, fechada hacia 1512- 1514. Estos bustos, en los que las muchachas lucen amplios escotes, y la sensualidad que muestran, tanto en las posturas como en los gestos y en la mirada, han hecho pensar a la crítica que tal vez pudieran ser modelos que simplemente reflejaran un canon de belleza vinculado a su tiempo, no excluyéndose como fuente de inspiración las famosas cortesanas venecianas. Sin embargo, algunos de los elementos que se incluyen en esta obra, como el recipiente con joyas, y el hecho de que la hermosa mujer lleve una de sus manos al cabello, abrió la posibilidad a que la pintura fuera una alusión a la vanidad. Otro detalle de este lienzo que también ha dado pie a la interpretación de la figura es el relieve que aparece en el ángulo superior derecho, donde un jinete pisotea a un hombre desnudo, que se ha explicado como un testigo del gusto clásico o como un elemento vinculado a la vanidad, entre otras lecturas. Las iniciales mayúsculas que se esculpen en la piedra, en el ángulo inferior izquierdo, no han podido descifrarse. Tal vez ellas sean la clave para interpretar el tema o desvelar la identidad de la dama. «La Bella» se ha fechado hacia 1518-1520.

Por Mar Borobia en Museo Thyssen-Bornemisza. Obras escogidas (el libro puede comprarse en la tienda online del museo).