Palacio de Cristal (Madrid)
Madrid es una ciudad que atesora un patrimonio artístico y arquitectónico único, pero en términos populares el Parque de El Retiro, con su estanque y el Palacio de Cristal, es sin duda uno de los lugares favoritos de los madrileños y de los forasteros que visitan la ciudad.
El estanque fue construido entre 1634 y 1636 por el arquitecto Cristobal de Aguilera y estaba comunicado por una ría con la capilla de San Antonio de los Portugueses, hoy desaparecida; incluso contaba con sus propias atarazanas para construir navíos. Por entonces, el estanque tenía en el centro una isla de forma elíptica que servía para realizar representaciones teatrales o musicales. En el último tercio del siglo XVIII las aguas cubrieron la isla central del estanque grande y en 1902 se levantó el monumento a Alfonso XII, que fue financiado por suscripción popular y que es un ejemplo sobresaliente de la arquitectura historicista. Diseñado por José Grases Riera y finalizado por Teodoro Anasagasti, la estatua ecuestre que lo corona es obra de Mariano Benlliure.
En cuanto al Palacio de Cristal, debemos primero mencionar al Crystal Palace que Joseph Paxton construyó en 1851 para la Exposición Universal de Londres. El edificio revolucionó la arquitectura al crear un espacio inédito, permeable visualmente gracias a su estructura de vidrio y metal, y por introducir la prefabricación. El palacio madrileño, concebido por Velázquez Bosco, se inspiró en el londinense. Tuvo desde el primer momento vocación de permanencia porque, una vez finalizada la exposición en la que debían exhibirse flores y plantas exóticas traídas de Filipinas, se proyectó como museo ultramarino.
Su planta asemeja una cabecera de iglesia gótica, con ábside, dos brazos y un deambulatorio a modo de girola, coronado por una espléndida cúpula de 24 m. de altura y cuatro paños, que sobresale por encima de las demás cubiertas, éstas realizadas con bóvedas de medio cañón. La estructura es totalmente de hierro, a excepción del pórtico de acceso, configurado por columnas y semicolumnas de orden jónico sobre un basamento, al que se accede por una amplia escalinata de granito, y rematado por una extensa terraza carrada con una balaustrada corrida. Los paramentos no acristalados se decoran con azulejos del célebre ceramista Daniel Zuloaga.