Bilbilis Augusta

Bilbilis AugustaLa ciudad de Bílbilis está emplazada en un lugar singular muy cerca de Calatayud (Zaragoza), sobre un peñón de 711 m. de altura que domina una gran extensión de terreno, y se encuentra rodeada por dos ríos, el Jalón y el Ribota, que confluyen a sus pies por el lado Norte.

Los bilbilitanos formaban parte de la tribu de los lusones y estaban emparentados con los belos y los titos (todos ellos celtíberos citeriores), y con lazos un poco más lejanos, con los arévacos (celtíberos ulteriores).

A partir del siglo I a.C., Bílbilis acogió en su seno a colonos itálicos que fueron moldeándola hasta convertirla en la población más romanizada de la zona. Pasó de simple núcleo indígena a Bilbilis Italica y, en época de Augusto, a Municipium Augusta Bilbilis. Tras su esplendor en el siglo I, Bílbilis va perdiendo fuelle hasta llegar a la decadencia definitiva a partir del siglo IV. Con la llegada de los musulmanes en el año 714 y la fundación de Calatayud en 716, la suerte de la ciudad está echada: se convertirá en fácil cantera a la que acudir para obtener materiales con los que construir la nueva ciudad. Esta rapiña continuará hasta el mismo siglo XIX; la construcción de la actual plaza de toros de Calatayud (finales del XIX), todavía llegó a emplear para su estructura los últimos bloques aprovechables de piedra bilbilitana. La ciudad salió definitivamente de su letargo en el año 1971, cuando, tras varios años de prospecciones y trabajos previos, se iniciaron periódicas campañas de excavación.

El Foro (mediados del siglo I):

El espacio ciudadano por excelencia en toda población romana es el foro. El de Bílbilis se hallaba en la zona central de la ciudad, justo el la parte superior del montículo. Su construcción no fue nada fácil porque, además de las dificultades derivadas de la propia orografía, el terreno estaba ocupado por construcciones preexistentes (época preagústea). El foro se articulaba en torno a dos espacios bien delimitados, uno de ellos reservado al templo, que se erigió en la parte más alta, dominando el conjunto, y otro destinado a una gran plaza a sus pies, rodeada de pórticos y construcciones públicas. Como puede verse en las fotografías, sólo subsisten vestigios parciales.

El Teatro

El teatro de Bílbilis se sitúa en un profundo barranco entre el montículo de Santa Bárbara, ocupado por el foro, y el Cerro de Bámbola. El trazado de este edificio de espectáculos cuenta con un diámetro orquestal de 20 m. y un desarrollo de 180º completos desde el límite del graderío bajo.. El graderío posee un diámetro de algo más de 73 m. y su planta es estrictamente semicircular, desde el eje de simetría del edificio hasta la galería existente entre las zonas baja y media, lugar en el que se retare 21º —una de las caraterísticas singulares de esta obra— para adaptarse a los pórticos laterales del foro en ese lado, ya que había que fusionar una estructura rectilínea, la del foro, con la curva correspondiente al teatro. Un pequeño templo, dedicado a la imagen divinizada de un miembro de la familia imperial, coronaba el conjunto. En cuanto a la capacidad del teatro, se calcula que tuvo un aforo de 4.622 espectadores, que se podían distribuir en treinta gradas, cantidad que no deja de sorprender si se compara con la de otros teatros peninsulares de ciudades más importantes.

Las Termas:

La ciudad contó con un establecimiento para baños de carácter público, lo que no excluye la existencia de algún otro, dado el tamaño de los conocidos y la recuperación aislada de materiales de construcción atribuibles a este tipo de edificaciones. Estuvieron ornamentadas, como otros muchos ejemplos conocidos, con pavimentos musivos o de ladrillos de pequeño tamaño, que formaban decoraciones de motivos geométricos, entre otros en espina de pez. Las paredes y techos se cubrieron con pinturas polícromas de temas diversos y gran calidad. El conjunto estuvo en uso desde la época de Augusto hasta el siglo II; posteriormente fue modificado y utilizado para otros fines.

Texto: Martín Bueno, M., Bilbilis Augusta, CAI, 2000
Fotografías: Miguel Moliné Escalona.

5 comentarios


  1. Que maravilla! Y yo que pensaba que Sant Miquel de Olerdola era genial. Por las fotos parece que si pero ¿amerita un viaje desde Barcelona? Suelo seguir la revista de prensa del sitio y por una vez me atreví a salir del encarnizamiento de opiniones periodisticas y me tope con esto.
    Un saludo y gracias

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  2. De nada, coriun. En cuanto a venir de propio desde Barcelona, no se qué decirte. Tal vez para el verano, cuando estén excavando, pueda merecer la pena. Por cierto, ya ni recuerdo cuando fue la última vez que leí u oí el verbo ameritar. Un saludo.

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