Lucas Cranach el Viejo: La Virgen y el Niño con un racimo de uvas, hacia 1509 - 1510.Lucas Cranach el Viejo (Kronach, 1472 - Weimar, 1553): La Virgen y el Niño con un racimo de uvas, hacia 1509 - 1510.
Óleo sobre tabla. 71,5 x 44,2 cm
Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Madrid
Nº INV. 114 (1936.1)


Lucas Cranach, el Viejo fue una de las figuras artísticas más importantes del siglo XVI en Alemania junto con Alberto Durero. Tomó el nombre de su ciudad natal Kronach, donde se formó en el taller familiar. Trabajó para el Emperador Maximiliano y viajó a los Países Bajos, estancia que influyó en su estilo suavizando las formas de sus personajes. Se dedicó al género del retrato, a la pintura religiosa y al grabado y estuvo ligado a las ideas de la Reforma, no obstante también trabajó para la clientela católica. Se trasladó a diferentes ciudades de Alemania y Austria como Viena, Wittenberg, Augsburgo, Innsbruck y finalmente Weimar, dónde murió, para ejecutar los encargos de sus clientes más distinguidos

El ideal de belleza femenina que propone Cranach, y que está representado plenamente en sus composiciones mitológicas con Venus y ninfas, está lejos, en cuanto al tratamiento del desnudo y de la figura, de los planteamientos clásicos vigentes en Italia. Sus modelos femeninos tienen unos matices expresivos y una elegante sensualidad, no exenta de cierto erotismo, que coloca su pintura bajo un prisma distinto al italiano. Por lo demás, sus tipos se repetirían insistentemente a lo largo de su vida, creando un arquetipo distintivo de su producción y estilo.

La pintura religiosa de Cranach gozó de una gran aceptación en su momento. A ello contribuirían, sin duda, algunas de las singularidades que se encuentran en esta Virgen y el Niño, fechada generalmente a fines de la primera década del siglo XVI. El rostro de María, perfilado y modelado suavemente, recuerda en su tratamiento al esfumado de Leonardo. Características como éstas, que dulcifican sus figuras, aparecen en la producción de Cranach hacia 1509 y 1510, tras un viaje a los Países Bajos durante el que pudo tener ocasión de estudiar modelos italianos en la corte de Margarita de Austria. Idéntico tratamiento del volumen se encuentra, por otro lado, en dos significativas obras de ese periodo: Salomé, conservada en el Bayerisches Nationalmuseum de Kronach, y Venus y Cupido, del Ermitage de San Petersburgo. Con estas dos obras se han comparado esta Virgen con el Niño para su datación. Pese a la suavidad que Cranach emplea en este grupo, cuyas cabezas corona con unos delicados y casi imperceptibles nimbos que resplandecen encima de los cabellos, la figura de Jesús resulta, por sus rasgos y tratamiento, poco agraciada en contraste con el redondeado y bello rostro de María.

Nuestro grupo tiene como fondo un paisaje, elemento que en Cranach desempeñó un papel fundamental desde el comienzo de su carrera y que contiene, en germen, aspectos que desarrollaría posteriormente la llamada Escuela del Danubio. Este paisaje, visto desde un punto de vista elevado, se organiza con un amplio bosque que termina en una cadena montañosa realzada por una sugerente gama de azules y que nos invita a continuar el recorrido por sus laderas. La fortaleza en lo alto de la montaña, a la derecha, y el pino, a la izquierda, son motivos recurrentes del artista y que éste empleó en otros grupos religiosos con la Virgen y el Niño fechados hacia 1518. Lübbeke llamó la atención sobre el distinto tratamiento que en esta pintura reciben tanto las figuras como el paisaje, ya que Cranach, en este último, detalla a pequeña escala hasta los más mínimos elementos que conforman esta atractiva vista. Entre ellos destacan por su delicadeza las ramas de los árboles, la maleza o la fortaleza, a la derecha, que corona la montaña. También una pequeña figurita que casi pasa desapercibida, subiendo por el empinado sendero, y que se ha identificado con san José. La exactitud en el dibujo del fondo contrasta con la pincelada y monumentalidad que Cranach ha usado en sus primeros planos, ocupados por las dos figuras en las que el artista introduce un punto de melancolía en la mirada de la Virgen y ensimismamiento en la de Jesús.

El hecho de que en la composición se introduzca un racimo de uvas que sostiene la Virgen y del que el Niño se alimenta, se ha relacionado con la Eucaristía y con el papel de Redentor que Jesús tendría que cumplir. La obra está firmada, en el murete a la izquierda, con la serpiente alada. Este emblema fue otorgado a Cranach para su escudo de armas, en 1508, por el elector de Sajonia. Cuando su hijo Hans murió, modificó sus alas.

Mar Borobia

Un frágil refugio para los elefantes de bosque
Photograph by Jasper Doest

Aunque la selva tropical del Parque Nacional de Lopé, en el centro de Gabón, es uno de los últimos refugios seguros para el elefante africano del bosque, en peligro crítico de extinción, los científicos alertan de que el cambio climático está alterando la producción de árboles frutales, una fuente de alimento fundamental para muchos mamíferos. La investigación reveló una disminución significativa de la condición corporal de los elefantes de bosque debido a un asombroso descenso del 81% en la producción de fruta en los bosques de Lopé durante los últimos 30 años.

La escasez de fruta en uno de los últimos bastiones de los elefantes de bosque africanos debería suscitar preocupación sobre la capacidad de superviviencia a largo plazo de esta especie y de otras megafaunas dependientes de la fruta, con posibles consecuencias para el funcionamiento más amplio del ecosistema y la biosfera. Esta historia es un recordatorio de que, incluso allí donde la presión humana directa es baja, las comunidades vegetales y animales pueden no estar protegidas de las sigilosas influencias del Antropoceno. Una historia que Jasper Doest ha plasmado en una serie de fotografías.

Tímpano de la Puerta del Juicio Final (Notre Dame)
Fotografía: Miguel Moliné. Localización: Tímpano de la Puerta del Juicio Final de la catedral de Notre Dame (París). Fecha: 27/09/2018. Cámara: Nikon D80 - Distancia focal (DX): 70 mm - Diafragma: f/4.5 - Velocidad de obturación: 1/125s - Sensibilidad ISO: 200.

El estilo gótico nace como tal en el norte de Francia a mediados del siglo XII. Aunque en rigor debe hablarse de una evolución de las formas románicas, se data como su inicio el 14 de julio de 1140. En dicho día se inició la restauración del abad Suger del deambulatorio de la basílica de Saint-Denis, primer elemento arquitectónico que se define como de estilo gótico.

Además de elementos arquitectónicos novedosos como el arco apuntado (ojival), la bóveda de crucería o los arbotantes, el gótico religioso se vio influenciado por la aparición en el Medievo de una nueva sensibilidad hacia la idea de la muerte y de la salvación del alma, y por tanto de la importancia del Juicio Final. Continuando con la tradición del románico en cuanto a plasmar las ideas religiosas en «libros visuales», la Iglesia creó un programa iconográfico para advertir a los fieles de las consecuencias que tenían los actos realizados en vida tras la muerte. Esta enseñanza sobre el Juicio Final quedó plasmada en muchas de las portadas de acceso a los templos y presenta una característica novedosa: su representación se traslada al tímpano, normalmente en tres registros horizontales, tal y como podemos ver, por ejemplo, en la imagen que acompaña a este texto. Se trata de uno de los tímpanos de la fachada principal de la catedral de Notre Dame en París.

En el superior aparece Cristo-Juez acompañado del tribunal y la corte celestial. En Notre-Dame es un Cristo-Hombre con nimbo crucífero que muestra sus llagas de las manos. A ambos lados, dos ángeles portan los instrumentos de la Pasión (objetos asociados a la Pasión de Cristo). Completan el grupo San Juan y la Virgen arrodillados e intercediendo por la humanidad. La representación de Cristo humanizado es característica del gótico y responde a la idea de que Jesús no solo es juez sino también redentor.

Ahora debemos fijar nuestra mirada al registro inferior en el que se representa la resurrección de los muertos. Dos ángeles, uno en cada extremo, tocan las trompetas para anunciar que el Juicio Final va a comenzar.

Finalmente, en el registro intermedio, se encuentra el pesaje de las almas (psicostasis). De izquierda a derecha, tenemos primero a los bienaventurados que alzan la cabeza para mirar a Cristo; después el arcángel San Miguel que está pesando las almas; a su lado, dos demonios que intentan inclinar la balanza a su favor; por último, los condenados que, atados con cadenas, son arrastrados hacia el infierno por dos diablos.

Copa abarquillada de ágata con Cupido sobre un dragón

Taller romano; Pierre Delabarre: Copa abarquillada de ágata con Cupido sobre un dragón. Siglo XVI (Vaso (época indeterminada, retallado en el siglo XVI)); después de 1625 (Guarnición).
Técnica: Cincelado; Esmaltado; Tallado; Engastado.
Material: Ágata; Diamante; Rubí; Esmalte; Esmeralda; Oro; Vidrio.
Dimensiones: Ancho: 15,5 cm; Alto: 17 cm; Fondo: 7,9 cm; Ancho base: 6 cm; Fondo peana: 5 cm; Peso: 421 g.
Serie: Tesoro del Delfín.
Museo Nacional del Prado (O000019).


Vaso compuesto por tres pedazos de ágata y seis guarniciones de oro esmaltado. El cuerpo, abarquillado, se decora en su parte externa con una talla de ovas enlazadas separadas por florones realizados con cinco puntos. Una guarnición de oro liso, esmaltada en su interior, recorre el labio, enriquecida por sobrepuestos de hojuelas verdes y granos blancos con engastes de rubíes y esmeraldas. En la popa se aprecia un Cupido esmaltado de blanco, con su arco y la aljaba cuajada de diamantes. Cabalga sobre un monstruo de cabeza y cuerpo de dragón y cola enroscada, esmaltado de violeta, azul, ocre y blanco opacos, y verde, azul y tostado traslúcidos. Una guirnalda floral esmaltada en tonos opacos cubre la panza e interior del vaso, quizás para ocultar una rotura, con un mascarón en el centro de su cara interior.

Fue atribuido por Alcouffe a Pierre Delabarre "el maestro de los dragones", y forma parte de un grupo de obras con monturas similares, como el llamado Aguamanil del Amor, y el Aguamanil de la Minerva, ambos en el Louvre. Este último aguamanil está firmado en la base por Pierre Delabarre, lo que sirvió para adscribirle ambas piezas, así como otras dos también del Louvre, el candelero de pared MR 251, y el llamado Espejo de María de Médicis, MR. 252, obras adquiridas en 1684 por el rey Luis XIV.

La cabeza del dragón esmaltado recuerda a los delfines calados que conforman las asas de plata dorada del Vaso de lapislázuli del Louvre, OA 5380, atribuido a François I Roberday, realizado hacia 1615. Este pequeño grupo con Cupido y el dragón o ser marino, que hemos situado en el entorno de Pierre Delabarre, bien podría estar relacionado con algún modelo de Roberday o ser común a ambos, ya que la figura del Cupido remite a otras similares realizadas por Delabarre, como la Taza de lapislázuli con dragones y niño, antaño ornada con dos grandes asas que representaban a estos animales fantásticos, robadas en 1918. También el diseño en forma de flor calada de seis pétalos que ostenta esta pieza en la parte inferior del cuerpo del vaso es prácticamente el mismo, pero en oro esmaltado, al de la base del cuerpo del Vaso aovado de ágata con camafeos en pie, vástago y remate, que presenta un destacado remate piramidal con una intrincada estructura calada decorada con camafeos (Arbeteta, L., "Otras miradas sobre el Tesoro del Delfín: revisión y nuevas propuestas de procedencias y autorías", en Boletín del Museo del Prado, 37, 55-57, 2019-21, 2021, p. 42).

Un zafiro que en el inventario de 1776 se describía como "ochavado prolongado, labrado rosa, vajo de doce granos", estaba en el pecho del dragón, y ya en 1815 el informe de la Embajada de España en París anotó su falta cuando el Tesoro fue devuelto al gobierno español, aunque lo situaba incorrectamente en la cabeza del animal. Fue sustituido en fecha indeterminada por un vidrio rojo, quizás durante la restauración del siglo XIX efectuada por Pedro Zaldós. El cuerpo del vaso puede tratarse de una pieza antigua retallada en un taller francés, pues existen cuatro piezas similares, la del Museo del Prado y tres en otras colecciones con monturas más antiguas. Entre ellas, un regalo de Carlos IX de Francia al archiduque Fernando II en 1570, donde se aprecian los mismos motivos que en el vaso de Madrid.

Puede verse el estado de la obra en el siglo XIX a través de la fotografía de Juan Laurent y Minier, "Vase agate sardoine, montures d’or avec émaux et pierreries, XVIe siècle, règne de Henri II", hacia 1879, Museo del Prado, HF0835/16.

La Exposición Internacional de París (1867) y sus 50.000 expositores mostraron a sus más de 15 millones de visitantes lo más avanzado de la época. Una de las estrellas de la exposición fue el Cisne de Plata, que cautivó a los espectadores con sus movimientos realistas, acicalándose y alimentándose, mientras se asombraban ante su precio de 50.000 francos. Cinco años más tarde, un joyero francés, Monsieur Briquet, avisó a John Bowes de que el cisne estaba a la venta y en 1873 fue comprado por sólo 5.000 francos, acabando finalmente en el Bowes Museum.

La historia del Cisne comenzó en 1773 en el taller y museo mecánico londinense de James Cox. Aunque se le conoce como joyero y orfebre, Cox era más un hombre de espectáculo y un empresario que empleaba a artesanos para dar vida a sus ideas. Las curiosidades musicales ornamentadas se vendían a clientes de Extremo Oriente, sobre todo India y China. Se cree que el Cisne estaba destinado al emperador Qianlong de China, que poseía un autómata de carro comprado a Cox, pero cambió de idea antes de la entrega.

El autómata es una réplica a tamaño natural de un cisne hembra que contiene 2.000 piezas móviles, entre ellas 139 varillas de cristal y 113 anillos para el cuello. Tres mecanismos de relojería: uno para el brillante estanque de cristal con peces plateados nadando; otro para las melodías musicales y otro para el complejo mecanismo que controla la cabeza y el cuello del cisne. Este último fue la genial creación de John Joseph Merlin, que trabajaba para Cox.

Tras muchos años sin funcionar, la dirección del Museo Bowes ha decidido embarcarse en un proyecto de conservación para limpiarlo y repararlo con el fin de ponerlo de nuevo en funcionamiento. La ocasión lo merece pues no en vano acaba de cumplir 250 años, y para celebrar tal aniversario, el Museo ha montado una exposición para mostrar la belleza y el arte de los autómatas: The Magic of the Silver Swan (incluye visita virtual).

Tormenta en el Pacífico

Una fuerte tormenta cumulonimbus ilumina cielo del Océano Pacífico al sur de la ciudad de Panamá. La fotografía fue tomada por el piloto y fotógrafo Santiago Borja desde la cabina de un Boeing 767 a 37.000 pies de altitud. Esta tormenta se ha desarrollado sobre una fuerte inversión de temperatura que creó la capa baja de nubes. En un momento dado, estas nubes perforaron la inversión y dieron paso a esta tormenta inusualmente poderosa. Sus corrientes ascendentes son tan rápidas que han atravesado la tropopausa y han creado los denominados torreones cumulogénitus.

Anónimo: Piedad, 1406 (ca)-1415 (ca).

Anónimo: Piedad, 1406 (ca)-1415 (ca).
Estilo Gótico germánico.
Piedra, policromado. Altura = 87 cm; Anchura = 78 cm; Profundidad = 44 cm.
Museo Nacional de Escultura (CE0001).

Descripción

El tema iconográfico de la Piedad tiene su punto de partida ideológico en el popular culto centroeuropeo a la Virgen en el oficio litúrgico del Jueves Santo. Entre las zonas de Austria y Bohemia, surge a finales del siglo XIV esta peculiar forma de representación difundida con éxito hacia el sur de Europa. Sus manifestaciones escultóricas se engloban en el grupo denominado «Bellas Piedades», figuras hermosas, de delicada e intensa expresión, envueltas en vestiduras de abundantes pliegues y decorativos ritmos curvos a través de los que se consigue imprimir un refinado movimiento a los cuerpos.

La obra que aquí se muestra, de importación centroeuropea, procede de la capilla que el obispo de Palencia D. Sancho de Rojas, tenía en el claustro del Monasterio de San Benito el Real de Valladolid, más tarde denominada Capilla de los Fuensaldaña. Fue donada por el rey Juan II de Castilla a petición del propio prelado a principios del siglo XV. La composición presenta a la Virgen como una niña de expresión tierna, asustada y llorosa, vestida con un manto de amplísimos pliegues y un velo de borde ondulado y doblado en su caída, que se repite como una marca en este tipo de creaciones. María sostiene en su regazo a un Cristo muerto, naturalista en su tratamiento anatómico y rígido en su posición, siguiendo fielmente las descripciones de los textos místicos del momento, como las célebres Revelaciones de la Virgen a Santa Brígida de Suecia.

Clasificación Razonada

El tema que en España recibe el alegórico título de Piedad, inspirado en su capacidad de mover a la compasión de quien lo contempla, fue sin lugar a dudas uno de los representados con mayor frecuencia en la escultura religiosa europea, probablemente sólo superado en número por la emblemática iconografía del Crucificado. El deseo de ensalzar el papel de la Virgen en la redención de la humanidad a través de su dolor por el sacrificio de su Hijo, largamente defendido en la mística, se expresó fundamentalmente a través del instante en el que María recoge sobre su regazo el cuerpo de Jesús, recién descendido de la cruz.

Surgido al parecer como imagen independiente a finales del siglo XIII, los ejemplos más antiguos evidencian un tremendo dramatismo expresado a través de rostros demacrados y anatomías deformadas. De estas primeras representaciones se evolucionó a finales del siglo XIV y comienzos del XV hacia un modelo mucho más dulcificado, dentro de la corriente cortesana internacional y en concordancia con el estilo de las llamadas bellas Madonnas, en las que la Virgen es representada con los rasgos de una adolescente asustada, cuya indumentaria se ordena con elegancia como puede apreciarse en la disposición ondulada de los velos, rematados en un característico borde rizado, y en los pliegues de los mantos que se extienden en abanico desde ambas rodillas. El largo debate sobre el origen de este modelo entre los partidarios de Austria y los que lo establecen en Bohemia, con Praga como foco principal, parece cada vez más decantado por la crítica hacia la segunda de dichas opciones, tanto por razones estilísticas como por la constatación a través de análisis petrológicos de piezas exportadas desde Praga a lugares lejanos.

Todo parece indicar que el tema llega a la escultura castellana a través de una serie piezas cuyas características ofrecen una evidente relación con los modelos anteriormente señalados. El problema es delimitar si los ejemplares conservados en Castilla, recientemente estudiados por Weniger, son obras importadas o por el contrario pudieron ser realizadas por escultores de origen extranjero activos en España. Por el momento y hasta que no se realicen análisis petrológicos exhaustivos, no es posible dar una respuesta concluyente, aunque los datos que en la actualidad se conocen parecen demostrar la utilización de un material calcáreo extremadamente blando, muy similar al de las piedades de Bohemia. En todo caso, lo que parece fuera de toda duda es que fueron piezas especialmente estimadas. La propia noticia de la donación de la escultura del Museo por parte de Juan II a la capilla fundada en el convento de San Benito de Valladolid por Sancho de Rojas, obispo de Palencia y arzobispo de Toledo, testimonia el aprecio por la obra del propio rey y de un alto prelado, que tuvo además un notable protagonismo en las empresas artísticas del momento. La constancia del traslado de Sancho de Rojas a Toledo en 1415, facilita una pauta cronológica para fechar la pieza en los años anteriores.

Vesod; Medea. Edición 2022.
Vesod: Medea. Edición 2022.

El cuadro se inspira en la figura de Medea y en su mito. La escena retrata el momento en que ella prepara la poción para Jasón. En comparación con el cuadro de John William Waterhouse en el que se inspira, es Medea, colocada en una posición predominante, la figura principal, quien, de forma casi maternal, proporciona al héroe griego la oportunidad de completar las tareas que le había puesto su padre Aetes.


Desde 2019, el Tbilisi Mural Fest ha convertido las calles de Tiflis (Tbilisi), la capital de Georgia, en una galería de arte al aire libre con docenas de obras de muy distintos estilos. Los muros de sus enormes edificios residenciales se convierten así en inmejorables lienzos para artistas como Thiago Mazza, Sasha Korban o Milu Correch.

Los trabajos de la edición de este año pueden verse en su cuenta de Instagram.

Las paredes hablan es la singular visión de Carlos Saura sobre el origen del arte. El aclamado y galardonado director con más de 50 películas realizadas, nominadas y premiadas internacionalmente (Oscar, Cannes, Berlín, Goya, etc.), dirige y protagoniza esta película documental. En ella retrata la evolución y la relación del arte con la pared como lienzo de creación desde las primeras revoluciones gráficas de las cuevas prehistóricas hasta las expresiones urbanas más vanguardistas. Un apasionante y personal viaje acompañado por personalidades como Juan Luis Arsuaga, el gran pensador de la evolución humana, y Miquel Barceló, artista icono del arte contemporáneo. Además, han participado con su mirada transgresora del arte en las paredes el grafitero Zeta, la escritora de graffitis Musa y el creador urbano Suso33.

Nota: el video está disponible en RTVE Play, pero sólo hasta el 02/09/2024. Por ese motivo lo he subido a YouTube.

Fotografía: Miguel Moliné. Localización: púlpito de la Catedral de San Esteban, Viena(Austria). Fecha: 02/10/2017. Cámara: Nikon D80 - Distancia focal (DX): 70 mm - Diafragma: f/4.5 - Velocidad de obturación: 1/80s - Sensibilidad ISO: 1600.
Fotografía: Miguel Moliné. Localización: púlpito de la Catedral de San Esteban, Viena(Austria). Fecha: 02/10/2017. Cámara: Nikon D80 - Distancia focal (DX): 70 mm - Diafragma: f/4.5 - Velocidad de obturación: 1/80s - Sensibilidad ISO: 1600.

La primera mención documental de la Iglesia y Parroquia de San Esteban la encontramos en un acuerdo de permuta entre el margrave Leopoldo IV de Austria y el obispo Reginmar de Passau que data de 1137. Esta año se acepta generalmente como la fecha de inicio de la construcción de la primera Iglesia de San Esteban. Desde entonces se han ido sucediendo diversas obras y restauraciones cuyo resultado final podemos ver en este espectacular recorrido virtual.

La Catedral es realmente magnífica y resulta difícil escoger un detalle de entre todos los elementos pictóricos, escultóricos y arquitectónicos que la componen. Al final, me he decantado por el púlpito de piedra, una obra maestra de la escultura gótica tardía. Atribuido durante mucho tiempo a Anton Pilgram, hoy en día se considera más probable que fuera su tallador el holandés Niclaes Gerhaert van Leyden. Como en muchas otras iglesias, el púlpito se apoya en un pilar de la nave, en lugar de estar en el presbiterio, con el fin de que los fieles pudieran oír mejor el sermón.

La estructura se sostiene por formas que representan todo el repertorio decorativo de la arquitectura del Gótico Flamígero: arcos con todo tipo de nervios y adornos, fustes filamentosos, gabletes, elementos vegetales muy estilizados, pináculos con mil y una caladuras, etc,

Sobre los pétalos góticos hay retratos en relieve de los cuatro Doctores originales de la Iglesia (San Agustín de Hipona, San Ambrosio, San Gregorio Magno y San Jerónimo). Cada uno de ellos se corresponde a un temperamento distinto en un momento concreto de la vida. Si se observa de derecha a izquierda se puede ver a:

  • san Ambrosio, con la mitra y el libro que representa el tipo sanguíneo.
  • san Jerónimo, con el capelo cardenalicio y el libro representando al anciano colérico.
  • san Gregorio, portando la tiara, el libro y la lupa imitando al escéptico flemático de edad intermedia.
  • y san Agustín, con la mitra, el libro y el tintero, es el joven melancólico sumido en sus pensamientos.

La barandilla de la escalera que rodea el pilar desde el suelo hasta el púlpito está decorada con fantásticos sapos y lagartijas que se muerden entre sí, simbolizando la lucha del bien contra el mal. En lo alto de la escalera, un cachorro de piedra protege al predicador de los intrusos.

Debajo de la escalera se encuentra uno de los símbolos más curiosos de la catedral: una figura en piedra de un mirón (en alemán: gucken) asomado a una a una ventana (en alemán: fenster) y conocido por ello como el Fenstergucker. El cincel en la mano del sujeto y la marca de la firma del cantero en el escudo sobre la ventana hicieron especular con la posibilidad de que se tratara de un autorretrato del escultor.