Historia

Uno de los crímenes más brutales cometidos durante la Segunda Guerra Mundial por la Unión Soviética fue la masacre de Katyn. Uno a uno y a sangre fría, 22.000 personas, incluidos políticos, oficiales del ejército e incluso artistas e intelectuales, fueron ejecutadas con un tiro en la nuca entre los meses de marzo y mayo de 1940. La tristemente conocida como "matanza de Katyn" (un bosque próximo a la ciudad soviética de Smolensk donde fueron hallados los primeros cadáveres), supuso el exterminio, en menos de un año, de toda la élite polaca.

Arco de Constantino. Fotografía: Miguel Moliné.
Arco de Constantino. Fotografía: Miguel Moliné.

El arco de triunfo es un monumento típicamente romano que, en su origen, tenía una función ritual. El general que regresaba a Roma tras una gran victoria tenía derecho a un recibimiento multitudinario, pero el ejército en armas podía resultar peligroso dentro de la ciudad. Para conjurar esta amenaza, debía atravesar las murallas, pasando bajo un arco de triunfo. Con este acto mágico y ritual, se suponía que perdía su poder destructor y quedaba purificado de la guerra.

Con el tiempo, los arcos de triunfo adquirieron un carácter conmemorativo de las grandes victorias y empezaron a jalonar todo el recorrido de estos desfiles que seguían siempre el mismo itinerario. Se iniciaban en el Campo de Marte, pasaban por el Foro Boario, donde está ahora la Bocca della Verità junto al Tíber y después entraban en el circo máximo. Desde allí enfilaban la gran avenida que ahora se llama Vía de San Gregorio, llamada entonces Vía Triunfal, para dirigirse hacia el Arco de Constantino.

La muchedumbre se apretaba a ambos lados del desfile para victorear a los soldados y ver los trofeos de guerra y los prisioneros. El general victorioso, anunciado con trompetas y aclamado por la multitud, iba montado en un carro tirado por cuatro caballos blancos, vestido como Júpiter, con una capa color púrpura y la cabeza coronada de laurel. El medio de esta apoteosis, el engreimiento de un héroe militar era una tentación fácil y muy peligrosa para la ciudad. Por eso un esclavo le acompañaba en su cuadriga, susurrándole al oído, «recuerda que eres un hombre», y  sus soldados podían dirigirle, en voz alta, bromas y canciones burlescas. Al llegar al punto donde ahora está el arco de triunfo, el cortejo giraba 90 grados, tomaba la Vía Sacra en dirección al foro y después de atravesarlo se dirigía al templo de Júpiter para ofrecer un sacrificio en lo alto del Capitolio. Con el final de la República y el advenimiento del Imperio, desapareció la figura del héroe privado y los triunfos quedaron reservados al emperador.

De los tres arcos de triunfo que se conservan en Roma, el de Constantino es el más grande y valioso. Se trata de un monumento de extraordinaria importancia por su estado de conservación y la calidad de sus relieves. Fue erigido para conmemorar la victoria de Constantino sobre Majencio, que aspiraba como el al trono imperial en el año 312 después de Cristo.

Para entender mejor esta circunstancia, tenemos que retroceder algunos años. A finales del siglo III después de Cristo, Roma presentaba alarmante signos de decadencia y la presión de los bárbaros por el norte era cada vez más fuerte. El emperador Diocleciano, considerando que el imperio era demasiado grande para una sola persona, lo dividió en cuatro zonas y repartió el gobierno entre cuatro emperadores o tetrárcas. Cada uno fijó su residencia en una ciudad distinta, todas ellas situadas cerca de las fronteras donde estaban los principales problemas.

Roma sufrió entonces una conmoción: dejó de ser la capital del imperio que ella misma había creado, quedando relegada a un segundo plano. La tetrarquía funcionó bien durante unos años, pero esta división en varias zonas era ya el preludio de la descomposición del imperio y en seguida generó graves problemas sucesorios. Seguir leyendo ...

Galeón. Fotografía: Miguel Moliné.
Galeón. Fotografía: Miguel Moliné.

Este galeón junto a dos más y «La Balsa»  están situados en la Península de La Magdalena (Santander) y dan cuenta de la valentía de los marinos que surcaban las mares con ese tipo de embarcaciones. No son reproducciones a escala sino las auténticas naves que capitaneó Vital Alsar en pleno siglo XX. Casi podría decirse que rayaba en la locura adentrarse con ellas en los océanos, en especial en la época de los descubrimientos cuando se desconocía casi todo sobre los vientos y sus corrientes.

Lehmann, Henri (Kiel, 14-04-1814 - París, 31-03-1882): Portrait de Marie de Flavigny, comtesse d'Agoult, 1843. Museo Carnavalet, ParísBajo el seudónimo «Daniel Stern», la condesa d'Agoult, hija de un emigrado francés aristócrata y establecido en Alemania, escribió, con mucha diferencia, la mejor historia contemporánea de la Revolución de 1848 en Francia: Histoire de la Révolution de 1848 (1851, en dos volúmenes). No sólo fue escrita con elegancia, sino que, además, era analíticamente brillante, e historiográficamente consciente de que la narración se desarrollaba en el marco de una investigación sobre el papel de los antagonismos de clase en la causa y el curso de la revolución. Su investigación, ademán era mucho más profunda que cualquiera de las de sus competidoras: D'Agoult rastreó los archivos de los debates parlamentarios, informes, proclamas y peticiones; entrevistó a numerosos contemporáneos que habían participado en los acontecimientos, desde Louis Blanc, a quien visitó en su exilio de la isla de Jersey, a Ange Guépin, el sabio médico de Nantes, al que fue una vez ministro de la Guerra, el general Lamoricière, de quien obtuvo un mapa que ilustraba el despliegue de tropas contra los insurgentes parisinos en junio de 1848. D'Agoult fue extraordinariamente ecuánime en su reparto de críticas, y encontró defectos cruciales en prácticamente todos los actores político destacados.

D'Agoult fue una de las mujeres de mediados del siglo XIX que eligieron una vida totalmente autónoma, contraria a la moral burguesa de su tiempo, aunque no abrazó la política emancipadora de feministas como Jeanne Deroin y Suzanne Voilquin. Actualmente es más conocida por su relación con Franz Listz, con quien tuvo tres hijos. Marie no se casó con Listz ni se divorció de su marido, el conde d'Agoult. Cosima, la segunda hija que tuvo con Listz, se casaría posteriormente con Richard Wagner.

Colón ADN. Su verdadero origen

Ayer jueves, durante la presentación del documental que mañana día 12 de octubre emitirá RTVE en la 1, se desveló que los restos que se hallan en el catafalco de la puerta del Príncipe de la Catedral de Sevilla son de Cristóbal Colón. Aunque ya se llegó a esta conclusión tras el estudio acometido de 2003 a 2005, con el actual queda definitivamente zanjada esta cuestión tras la aplicación de los análisis genéticos más avanzados a los restos del almirante, su hijo Hernando y su hermano Diego Colón.

El esqueleto está incompleto y odría ser que parte de los huesos estén en Sevilla y parte en la República Dominicana. Sin embargo, los investigadores no han confirmar científicamente si los restos que se encuentran en Santo Domingo son también del almirante. Los intentos por certificarlo han fracasado ante la negativa dominicana a permitir su exhumación porque «no tienen dudas».

La otra gran incógnita, el origen de Cristobal Colón, no fue desvelado durante la presentación, pero los investigadores, liderados por el forense José Antonio Lorente, explicaron que aportaban una solución desde el punto de vista de la genética que será desvelado en el documental que mañana, día 12, se emite en RTVE 1 a las 22:30.

ACTUALIZACIÓN 14/10/2024: a pesar de que RTVE lo pagamos todos los españoles, sus contenidos están restringidos y es imposible compartir ya no las películas sino sus propias producciones. Incluso denuncian a canales de YouTube si suben el avance del documental. Increíble, pero cierto. Por fortuna, no se pueden poner puertas al campo: acceder al documental completo (no necesita registro).

Horrible massacre en Lyon de 1834. Bibliothèque nationale de France, Département Estampes et Photographie (RESERVE QB-370 (93)-FT4).
Horrible massacre en Lyon de 1834. Bibliothèque nationale de France, Département Estampes et Photographie (RESERVE QB-370 (93)-FT4).

Son casi las 7 de la mañana del lunes 21 de noviembre de 1831 cuando varios cientos de tejedores de seda se reúnen en la Croix-Rousse, un suburbio de la ciudad de Lyon (Francia). Su plan original es iniciar desde allí una marcha por la Grand Côte hasta llegar al centro de la ciudad y exigir a sus patronos, los comerciantes de seda, que acepten el salario mínimo acordado con los regidores del ayuntamiento unos días antes.

Aún no habían salido de La Croix-Rousse cuando cincuenta soldados de la Guardia Nacional intentan detener su avance. La milicia es recibida con una lluvia de piedras, rodeada y desarmada. Los tejedores siguen su avance por la Grand Côte hasta que se topan con los granaderos de la Primera Legión de la Guardia Nacional. Varios tejedores y un oficial caen heridos, los guardias se retiran, los manifestantes levantan grandes barricadas y enarbolan su bandera. En ella habían bordado las palabras Vivre en traivallant, mourir en combattant (Vive trabjando, muere luchando).

Estos fueron los primeros compases de la revuelta de los tejedores de seda de Lyon, conocidos coloquialmente como canuts, que tuvo lugar en noviembre-diciembre de 1831. La respuesta del Gobierno fue brutal. Adolphe Thiers, ministro del Interior, retiró las tropas de la ciudad, la cercó y luego la retomó, manzana a manzana, haciendo uso de la artillería y de cargas explosivas. Los tejedores acabaron finalmente capitulando y muchos de ellos fueron juzgados y condenados al exilio, largas penas de prisión o trabajos forzados.

La estampa Horrible masacre en Lyon (1834), obra de un grabador anónimo local, capta la calidad íntima, a quemarropa, de la violencia en los espacios pequeños de los centros urbanos. Más de trescientos obreros murieron y casi seiscientos fueron heridos en este conflicto social en torno a los salarios y los derechos de los trabajadores a asociarse e ir a la huelga,

Figuras silueteadas digitalmente de la cara frontal de la placa de pizarra tallada del siglo VI-V a.C hallada en el yacimiento tartésico Casas del Turuñuelo. E. Rodríguez / M. Luque / CSICLos trabajos arqueológicos desarrollados durante la VI Campaña de Excavaciones en el yacimiento arqueológico de Casas del Turuñuelo, en Guareña (Badajoz), han desvelado, entre el numeroso material recuperado, una placa de pizarra de unos 20 centímetros grabada en sus dos caras donde pueden identificarse varios motivos. En ella se combinan ejercicios de dibujo con la repetición continuada de rostros o figuras geométricas y una escena de combate en la que interactúan tres personajes.

Los primeros indicios apuntan a que esta pieza única en la arqueología peninsular serviría de apoyo al artesano a la hora de grabar motivos en piezas de oro, marfil o madera. La nueva campaña ha permitido, además, descubrir la ubicación de la puerta este que da acceso a la Estancia de las gradas, excavada en 2023 y conocida por el hallazgo de los primeros relieves figurados de Tarteso (Seguir leyendo en Investigadores del CSIC hallan escenas de guerreros de los siglos VI-V a.C.).

Más información recogida en esta bitácora: Tarteso: Casas del Turuñuelo y Los rostros humanos de las divinidades tartésicas.

Ilustración idealizada de los 13 neanderthales de El Sidrón (Asturias). CSIC
Ilustración idealizada de los 13 neandertales de El Sidrón (Asturias). CSIC

No se conoce con exactitud cuando se produjo la gran tormenta cuyas aguas arrastraron una gran cantidad de sedimentos que acabaron depositados en la zona conocida como la Galería del Osario. Sin embargo, todo parece indicar que esta inundación transportó, entre otros materiales, numerosas herramientas líticas y gran parte de los huesos de trece Homo neanderthalensis hasta dicha zona. Los diferentes métodos establecen para estos fósiles una cronología próxima a los 49.000 años. Estamos ante la colección de restos neardentales más numerosa y completa de la Península Ibérica y una de las más importantes del mundo.

Todos los estudios realizados han encontrado su espacio en la exposición Los Trece del Sidrón, en la localidad asturiana de Infiesto (Piloña, Asturias). En ella destaca la reconstrucción del esqueleto de un niño neandertal de 7,7 años y una estatura estimada de 111 cm. El estudio de sus pautas de crecimiento fue publicado en la prestigiosa revista Science y actualmente se investigan aspectos concretos de su maduración ósea.

La exposición cuenta con su propia página web y también podemos buscar información en el CSIC.

Fotografía: Miguel Moliné. Localización: Antakalnis Cemetery, Vilnius (Letonia). Fecha: 01/10/2019. Cámara: Nikon D80 - Distancia focal (DX): 70 mm - Diafragma: f/4.5 - Velocidad de obturación: 1/100s - Sensibilidad ISO: 400.
Fotografía: Miguel Moliné. Localización: Antakalnis Cemetery, Vilnius (Letonia). Fecha: 01/10/2019. Cámara: Nikon D80 - Distancia focal (DX): 70 mm - Diafragma: f/4.5 - Velocidad de obturación: 1/100s - Sensibilidad ISO: 400.

Las estatuas que venos en la imagen fueron levantadas en el Antakalnis Cemetery de la ciudad de Vilnius (Lituania) en 1951 para celebrar la victoria de la Unión Soviética sobre la alemania nazi. A finales de 2022, tres años más tarde de la toma de la fotografía, fueron retiradas y trasladadas al Grūto Parkas. Hubo cierta polémica ya que el Comité de Derechos Humanos de la ONU intentó paralizar su traslado, pero el alcalde de Vilnius Remigijus Šimašius zanjó la cuestión: «Las estelas, para que quede claro, no están sobre tumbas ni junto a lápidas. Este monumento es un símbolo de la ideología soviética que, de hecho, encarna el totalitarismo; no tiene nada que ver con las tumbas. Las tumbas no se desmantelan. Así pues, nos limitaremos a desembarazarnos de este símbolo soviético».

No ha sido el único monumento soviético que ha desparecido del paisaje lituano. Muchos de ellos también han sido trasladados al mismo sitio —el Grūto Parkas— donde se encuentran expuestos con el objetivo de «ofrecer a los lituanos, a los visitantes que vienen a nuestro país y a las generaciones futuras la oportunidad de ver al desnudo la ideología soviética que reprimió y dañó el espíritu de nuestra nación durante muchas décadas».

El historiador Guillermo Gortázar, en la biblioteca de su domicilio donostiarra
El historiador Guillermo Gortázar, en la biblioteca de su domicilio donostiarra

El historiador Guillermo Gortázar (Vitoria, 1951) aborda en 'Un veraneo de muerte-San Sebastián, 1936' un relato polifónico de los 57 días que transcurrieron entre el golpe de estado y la toma de la ciudad por las tropas franquistas. Unos días de «dominio revolucionario» que considera «un trasunto de lo que luego ocurrió durante dos años en el resto de España». Gortázar, que fue diputado durante tres legislaturas, afirma que ha escrito esta obra para «demostrar lo terrible que es levantar muros y hacer procesos políticos de polarización».

– ¿Cuál fue la chispa que le animó a escribir este libro?

– Básicamente, el hecho de que un día que iba al Náutico me paré a ver los nombres que figuraban en el monumentos a las víctimas de la Guerra Civil y observé que el alcalde, Eneko Goia, debe rectificarlo, ampliarlo o retirarlo porque incumple la Ley de Memoria Democrática ya que están ausentes 252 donostiarras vilmente asesinados entre el 18 de julio y el 23 de septiembre de 1936. La ley no hace distingos entre unas víctimas y otras.

– ¿Hay algún otro monumento en San Sebastián que recuerde a esas 252 víctimas?

– Ninguno. Había un monolito sin nombres en la antigua cárcel de Ondarreta, pero se retiró.

– ¿Ha intentado pasar a limpio una historia ya contada, pero poco conocida?

– Es un libro único en la literatura reciente de la Guerra Civil porque no es un relato de Guillermo Gortázar o el de un general, sino que cincuenta o sesenta protagonistas de la calle, algunos dirigentes políticos, otros ciudadanos, que cuentan sus vivencias en cuarenta capítulos que se pueden leer de forma independiente. Y sin discriminación ideológica: hay falangistas, anarquistas, comunistas, nacionalistas, sindicalistas del PSOE... Todos ellos cuentan cómo vivieron esos 57 días y dejo que el lector saque las conclusiones.

– ¿Cómo ha sido el trabajo de documentación en los archivos?

– Gracias a la digitalización es más fácil, aunque he tenido que desplazarme a los archivos militares de Ávila y Segovia. También he trabajado con el Archivo de Responsabilidades Civiles de Pamplona y en el Archivo Histórico General.

– Afirma que no ha buscado con este libro un ajuste de cuentas.

– La motivación es demostrar lo terrible que es levantar muros y hacer procesos políticos de polarización. La República fue recibida en 1931 con un enorme apoyo de la opinión pública, pero en lugar de hacer un sistema inclusivo, los dirigentes republicanos más extremistas –desde Azaña a Largo Caballero–, dividieron a la sociedad y practicaron la exclusión. Esto llevó a la Revolución de 1934, un levantamiento de izquierdas contra la República, y después a un golpe de estado de los militares también contra la República.

– También asegura que es un simplismo dividir a aquella sociedad en «fascistas» y «rojos».

– Efectivamente. En el bando de los 'nacionales' había de todo: monárquicos, católicos sin partido, requetés, tradicionalistas, republicanos de derechas –como los que venían del partido de Lerroux–... Y en el de los que defendieron la República no eran lo mismo los socialistas moderados que los revolucionarios, los comunistas o los anarquistas. El simplismo de 'rojos' y 'fascistas' sirvió para la polarización y en el frente militar, pero no describía la variedad de opiniones que había en España en 1936.

– ¿Cómo era el San Sebastián de los días previos al golpe de estado?

– Era una ciudad feliz, ajena a la inquietud que se vivía en Madrid y en otras ciudades españolas. Sin duda, había tensiones porque el funeral por Calvo Sotelo acabó en disparos, pero se vivía con una perspectiva de tres meses de verano por delante. Estaba la ciudad repleta de turistas ingleses, estadounidenses y franceses. La preocupación principal de las autoridades donostiarras era que no hubiera alteraciones del orden público porque el verano era fundamental para una ciudad que ejercía de lugar de veraneo de la aristocracia, grandes empresarios y embajadores. Era la segunda capital política del país. San Sebastián en esos 57 días padeció una situación revolucionaria muy violenta y, por otro lado, tuvo una influencia decisiva en el pacto de no intervención europea.

Un veraneo de muerte– ¿Hubo 'excesos represivos' tras la caída en septiembre de la ciudad'? Huyó la mitad de la población...

– Los 57 días de Guerra Civil y de dominio revolucionario son un trasunto de lo que luego pasó durante dos años en el resto de España en el sentido de que hubo una sublevación militar fallida, una ocupación del poder por parte de los comités milicianos, un avance militar de las fuerzas que venían de Navarra y finalmente, una división en el Frente Popular porque había diversas tendencias y no un mando único. Al final, tenemos un exilio masivo hacia Bilbao o Francia. Eso se reproduce luego en el resto de España.

– ¿Pero se cometieron 'excesos' a partir de septiembre?

– Efectivamente, el general Mola nombró alcalde a José Mújica, que era un liberal y que estuvo en el cargo cuatro meses. Parece ser que los choques con las autoridades militares que se excedieron con la represión le llevó a dimitir, lo cual demuestra que en el fragor del frente militar hubo sin duda excesos.

– Usted cifra en más de 450 los ejecutados en Gipuzkoa durante los 57 días de dominio republicano.

– Eso, en la provincia y luego está la de San Sebastián, que es de 252. En los apéndices del libro viene la relación nominal. Lo que es llamativo es que José Manuel Aizpurua, ejecutado en septiembre de 1936, no aparece en la lista, al igual que Javier Pradera Ortega, letrado del Ayuntamiento de San Sebastián. Hubo muchísimos que fueron vilmente asesinados en esos 57 días simplemente porque sospechaban que habían votado a la derecha.

– Cuenta el caso de un señor de Murcia que pescaba en el Paseo Nuevo.

– El primer día de la sublevación militar se generó un clima de histeria colectiva en San Sebastián y un abogado de Murcia que estaba pescando con caña en el Paseo Nuevo fue acusado de hacer señales a los barcos de Franco para que bombardearan cerca del María Cristina, cuando éste aún no había llegado a Marruecos, ni tenía la flota preparada para nada. Esa historia la cuenta el encargado del cementerio de Polloe.

– ¿Queda más por investigar sobre estos 57 días?

– Es un libro bastante completo, pero a diferencia de lo que dicen los historiadores de la Memoria Histórica que generan una verdad oficial, la Historia está siempre pendiente del paso del tiempo, que da otra perspectiva, y de la aparición de nuevos documentos o testimonios. En Historia no hay nada definitivo, excepto los hechos: que hubo una sublevación militar, que hubo una situación de represión... Eso es incontrovertible, pero siempre se pueden matizar o ampliar.

Entrevista realizada por Alberto Moyano, periodista en la sección de Cultura. Fuente: El Diario Vasco.