Colaboración: Lengua y conflicto

Por A. Espinosa.

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Los derechos lingüísticos en el nuevo Estatuto de Cataluña

Muchos de los que vivimos en Cataluña pensábamos que la normalización lingüística del catalán significaba hacer que el catalán dejase de estar en desventaja en relación al castellano. Que las políticas de normalización pretendían la igualación entre castellano y catalán; que buscaban restituir el catalán a todos los ámbitos de la comunicación pública y privada y ocupar esos espacios en un plano de igualdad con el castellano.

En Cataluña muchos ciudadanos pensamos que los poderes públicos deben garantizar el conocimiento del catalán y del castellano, deben garantizar el derecho al uso de ambos, e incluso adoptar medidas encaminadas a conseguir la igualdad de uso de las dos lenguas.

Muchos pensamos también, que la administración y las instituciones públicas no tienen lengua propia, no pueden hacer suya la lengua de la mitad de la población y excluir la otra mitad. Son los ciudadanos los que tienen lengua propia y el derecho a su uso. Ellos son los que pueden expresarse sólo en catalán, sólo en castellano o en ambos. La administración, que ha de garantizar ese derecho, debería ser la primera que se dirigiera a los administrados en la lengua de éstos, ya sea de forma oral o escrita.

Los nacionalistas no piensan igual, para ellos la normalización lingüística es un proceso mediante el cual el catalán, a través de diferentes estadios: igualdad-preferencia-dominación-exclusividad, ocupe los ámbitos claves de la comunicación pública y privada.

El nuevo Estatuto recoge y plasma esta idea nacionalista. Así, si bien en su artículo 33.1 reconoce el derecho de opción lingüística para todos los ciudadanos, el artículo 6.1 lo restringe para los castellanoparlantes al establecer “el catalán es la lengua propia de Cataluña” y en consecuencia “es la lengua de uso normal y preferente de las administraciones públicas y medios de comunicación públicos de Cataluña”. Es decir, el castellanohablante tiene derecho a dirigirse a la administración en castellano, pero no tiene derecho a que aquella se dirija a él en su idioma. Por el contrario, los catalanoparlantes avanzan en el ejercicio efectivo de su derecho de opción lingüística mediante lo dispuesto en el artículo 33.2: “Todas las personas, en las relaciones con las administraciones de justicia, el ministerio fiscal, el notariado y los registros públicos, tienen derecho a utilizar la lengua oficial que elijan”….”y a recibir toda la documentación oficial emitida en Cataluña en la lengua solicitada”.

Con otras palabras, en la administración judicial, donde el catalán se encuentra en situación de desventaja, remueven los obstáculos para la igualdad y nada hay que objetar a ello. Lo que si resulta denunciable es que en la administración ejecutiva, directamente dependiente del poder político, plasmen y consoliden jurídicamente el estadio preferente-dominante del catalán…. con la vista puesta en la exclusividad.

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Bilingüismo y sociolingüística del conflicto:

Sostiene la sociolingüística del conflicto [1], en la que se apoyan los nacionalistas catalanes, que el bilingüismo, cuando trasciende la esfera de lo individual y adquiere una dimensión social, deviene un conflicto lingüístico y cualquier conflicto de naturaleza lingüística acaba, necesariamente, desembocando en una situación de monolingüismo. Dicho de otra manera, para los nacionalistas, en Cataluña existe un conflicto lingüístico cuyo desenlace final no puede ser otro que el monolingüismo catalán. No puede ser de otra manera si, para ellos, su lengua es el ADN (Maragall), el nervio (Omnium Cultural) o el fundamento (Jordi Pujol) de la nación catalana. Aunque seas nacido en Cataluña, si quieres dejar de ser “inmigrante de tercera generación” debes abrazar el catalán como lengua de uso, no sólo en las aulas, también en el patio, en el recreo, ….. en el fútbol o en la discoteca.

Dicen ellos, que el final monolingüista no es ideología, es la “ciencia de la sociolingüística la que demuestra la imposibilidad del bilingüismo, la que impone la desaparición de una de las lenguas que están en conflicto”.

Como afirman el sociolingüista Albert Bastardas y el sociólogo Norbert Elias, citado por el primero [2]: “El bilingüismo es un paso necesario para que una lengua sustituya a otra. Es una condición necesaria pero no suficiente, para explicar la evolución hacia el abandono intergeneracional de la lengua propia”. Para que se produzca esa sustitución resulta fundamental el papel de los poderes públicos. Bien que saben esto los nacionalistas y de ahí sus políticas lingüísticas. Sólo cuando la sustitución sea promovida por el poder político y las élites dominantes y durante mucho tiempo, se producirá.

Que catalán y castellano convivan y pervivan en Cataluña, sin supremacía de una lengua sobre la otra, depende de que la sociedad lo quiera, de que sus dirigentes lo quieran, pues ya sabemos que, incluso en democracia, unos ciudadanos cuentan más que otros.

Por razones históricas y migratorias, por todos conocidas, la realidad sociolingüística en Cataluña es única en el mundo, aunque haya alguna parecida. El bilingüismo forma parte de la identidad común y real de los ciudadanos de Cataluña frente a la identidad imaginada y moral que quiere construir el nacionalismo catalán.

La coexistencia y la perdurabilidad del castellano y del catalán es un valor compartido por la mayoría de la sociedad catalana. A nadie excluye, a nadie impone lealtades involuntarias. Tiene una función de cohesión, supone la imbricación de dos comunidades lingüísticas. Una sociedad que comparte valores de igualdad y solidaridad, no puede aceptar como “ley social natural” las relaciones de dominación y subordinación entre grupos lingüísticos distintos.

El bilingüismo por el que abogo es en primer lugar institucional: de los poderes públicos, de las instituciones públicas. Es también un bilingüismo social en el que ambas lenguas comparten los ámbitos formales e informales y en el que los poderes políticos, mediante una política lingüística, actúan e intervienen en el “mercado lingüístico” para corregir desequilibrios, no para crearlos.

Su carácter institucional y social es el que garantizará que los catalanoparlantes y los castellanoparlantes, si lo desean, puedan “vivir” en catalán, castellano o en ambos. Es decir, trabajar, ver televisión, ver cine, utilizar el ordenador, comprar…..y estudiar en catalán o castellano.

Notas:

  1. Concepto cuya paternidad se debe al sociolingüista LLuís Viçens Aracil.
  2. Conferencia impartida en el Forum Universal de las culturas, Barcelona 2004

104 comentarios


  1. Gracias Mínimo. Con vuestra colaboración, al final escribiré en castellano cómo si fuera mi propia lengua. Ya veis, ni con una escolarización 100% en castellano se consigue no hacer faltas de ortografía, si uno no es un poco listo. Si tienes un rato corrige el texto de Pilar. Seguro que te lo agradecerá. Me parece que el Estatut dice otra cosa sobre cual es la lengua propia de Catalunya, pero ya se sabe, que derecho a voto sólo tienen los “propietarios”. Seguro que los andaluces que emigraron a Alemania tuvieron mucha más suerte con su lengua. Seria que tenían más espíritu de lucha…

    De todas formas, cada vez estoy más de acuerdo con que haya escuelas en las que se enseñe en castellano. Así los hijos de los “propietarios” se ahorraran compartir aula con niños andaluces, ecuatorianos y gambianos, que lo único que hacen es retrasar el ritmo de la clase.

    Me juego una caña a que, si esto llega a pasar, los que ahora reivindican la segregación se volverán locos por seguir en las mismas escuelas. Cosas de la vida…

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  2. "Es muchísimo más: es una manera de pensar y de sentir, y por lo tanto de ser."

    Tengo curiosidad. ¿Cómo es esa manera de pensar y de sentir y, por lo tanto, de ser? Estoy completamente de acuerdo en que las lenguas, aún siendo una herramienta de comunicación no son sólo una herramienta de comunicación que, como ya se ha escrito en este foro, hay una relación emocional entre la lengua y el hablante. ¿Pero puede la lengua configurar una manera de ser? ¿Todos los que hablan una lengua son de la misma manera? ¿O estoy interpretando mal lo que quieres decir?

    Salud!

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  3. Propietarios, Vitruvi, así, como suena. Aquellos que dicen, que decís, sin ninguna vergüenza, “si no te gusta te marchas”, aquellos son los propietarios porque se erigen como tales en virtud de su clase social y ellos dirigen al pueblo. Ellos, vosotros los propietarios, Vitruvi, redactáis y aceptáis nuevos estatutos (pudimos ver cómo el clamor popular pedía nuevas normas de convivencia) que han de ser votados en bloque por el pueblo. Los propietarios habéis decidido que la lengua propia de un pedazo de tierra es la vuestra. El caso es que la lengua impropia es hablada por la mitad o más de la mitad de la población (¿y subiendo?) de vuestro pedazo de tierra (igual que en Alemania, vaya, que es el ejemplo que tú me pones), pero todos sabemos que estos otros son sólo Juanis -y qué vida pública podría llevar una Juani- españolistas desagradecidos, o fascistas impositores. Y que se revisen expedientes médicos sin autorización de los pacientes, porque la imposición (normalización, dicen ellos) de la lengua está por encima del derecho a la confidencialidad de un informe sobre tu salud, para controlar en qué lengua están redactados, o que se llegue a señalar a profesionales que utilizan el castellano en sus relaciones extra-profesionales en informes sobre los medios redactados por el Gobierno, todo esto, digo, al propietario de la lengua propia le parecerá normal y propio. A mí no.

    Hablas de segregación, Vitruvi. ¿Recuerdas cuándo y cómo nació el concepto de “llengua propia” reivindicado por los catalanohablantes? Qué fácil hubiese sido utilizar el mismo argumento, el de la segregación, cuando las clases en los colegios se impartían en castellano, desde el franquismo, y los catalanoparlantes teníamos que tragárnoslo con patatas.

    De todas maneras, si por segregación entiendes la libertad de elegir el idioma de aprendizaje y evitar la imposición de la “lengua propia” de los propietarios, bienvenida sea la segregación, yo abogo por ella. Y conceptos como el de “lengua propia”, “normalización lingüística”, “reconstrucción nacional” siguen sonándome a rancio (¡y a propietario!), los esgrima quien los esgrima.

    Konde:

    El tema es complejo, y entraríamos dentro de la Filosofía del Lenguaje.
    Hay mucha literatura al respecto desde los griegos hasta hoy. Se da buena cuenta de él, del tema, en, por ejemplo, “Presencias reales”, de Steiner, que coincide con Wittgenstein en que los límites propios del lenguaje constituyen los límites del mundo que se puede conocer. Dice, por ejemplo: “Cada lengua expresa el mundo a su propia manera. Cada una edifica mundos y contramundos a su modo. El políglota es un hombre más libre”.

    Así, a bote pronto, he encontrado este artículo sobre Sapir y Whorf, que definieron aquello del determinismo lingüístico para hacerte una idea de lo que pretendía decir: http://es.wikipedia.org/wiki/Hip%C3%B3tesis_de_Sapir-Whorf

    Todo esto NO quiere decir que yo piense que los catalanes que hablan catalán piensen todos de una misma manera y sean todos de una misma manera, pero en mi opinión nuestras práticas lingüísticas tienen relevancia en la forma en que interpretamos la realidad, que nos llega e interpretamos siempre de manera mediatizada a través del lenguaje.

    Pero para que no se me malinterprete, copio un fragmento que expresa mejor que yo lo que yo mismo pretendo decir, de un artículo titulado “Lenguaje, evolución y nacionalismo a propósito del libro ‘Lenguas en guerra’ de Ester Astudillo, publicado en Astrolabio, y cuyo enlace al artículo completo es:
    http://www.ub.es/astrolabio/Articulos2/Ester.astudillo.cast.pdf (en castellano)
    http://www.ub.es/astrolabio/Articulos2/Ester.astudillo.cat.pdf (en catalán)

    “Los culturalistas, seguidores de Sapir y el determinismo lingüístico, plantean que la lengua es anterior a la construcción social del mundo (cultura) y al pensamiento, son relativistas; los innatistas defienden que el pensamiento antecede el lenguaje, son esencialistas. En realidad, plantear así la disyuntiva es una falacia: lenguaje, pensamiento y cultura son herramientas interdependientes y mutuamente ajustadas para garantizar la máxima adaptabilidad de los individuos a su medio. Sin duda que la cultura, y la cosmovisión que lleva asociada, depende del lenguaje, pero sólo en la misma medida en que el lenguaje depende de la cultura: en la historia de los homínidos, el lenguaje no habría surgido sin el pósito de sociabilidad, gregarismo y altruismo que empezó a caracterizarnos antes de convertirnos en Sapiens y que se pueden considerar los fundamentos de la primera cultura humana. Es una obviedad, pero una obviedad fundamental y crítica, que el lenguaje y las lenguas son el reflejo del medio en que viven sus hablantes, y no a la inversa, aun cuando esto no quita que el lenguaje sea creativo y pueda instaurar nuevas realidades, como veremos más adelante. Tal y como denuncia el libro, resulta absurdo, además de retrógrado, pensar, según la interpretación más puramente relativista/culturalista, que haya ideas inaccesibles para los hablantes de determinadas lenguas sencillamente porque la sintaxis o el léxico de la lengua concreta no sean proclives, postura comparable a la actitud de desprecio, tan digna de hilaridad desde la perspectiva actual, que las lenguas vernáculas despertaban entre escribas y personas cultas por su rudeza y vulgaridad frente al latín en la Edad Media.”

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  4. Hello

    As newly registered user i only wanted to say hi to everyone else who uses this board B-)

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