Si nos atenemos a las previsiones, el pleno del Congreso del mes de noviembre debatirá el Estatuto catalán con el propósito de aprobar o rechazar su tramitación. El procedimiento es, por tanto, idéntico al que siguió el proyecto de reforma del Estatuto vasco que, como recordarán, fue rechazado gracias, entre otros, a los votos del Grupo Socialista. En el pleno, celebrado el pasado 1 de febrero, el portavoz socialista —Pérez Rubalcaba— anunció que «vamos a votar no» y adujo, entre otras razones, la inconstitucionalidad del proyecto: «el plan desborda claramente nuestro marco constitucional» y «los socialistas nunca estaremos detrás de un proyecto, [...], que exija un cambio de la Constitución, nunca». Finalmente apostilló: «estamos ante un proyecto de reforma que reclama un cambio radical y sustancial de nuestra Constitución, y desde esa perspectiva es un proyecto mal concebido, porque se nos trae a esta Cámara como una reforma del Estatuto de Guernika y no es verdad; para que esta reforma fuera viable —y ese es el debate que tenemos hoy aquí— habría que haber cambiado radicalmente la Constitución». El Estatuto vasco fue finalmente despachado y su tramitación rechazada.
¿No nos encontramos ahora en el mismo caso? ¿Acaso el estatuto catalán no esconde una reforma encubierta de la Constitución? Destacados dirigentes socialistas como Manuel Chaves y Rodriguez Ibarra han recalcado su oposición al proyecto, y el propio Rodríguez Zapatero admitió su inconstitucionalidad al reconocer la necesidad de reformar hasta cinco puntos clave del nuevo Estatuto «para adecuarlo a la Constitución».
¿Por qué entonces admitirlo a trámite? ¿Por qué no se rechaza? ¿Por qué no se devuelve como se hizo con el estatuto vasco? Sólo cabe una respuesta: Zapatero es rehén, no sólo de ERC e IU, sino del PSC (Partit dels Socialistes de Catalunya). La pretendida igualdad entre todos los españoles se diluye ante el doble rasero utilizado por los socialistas: siendo aplicables los argumentos esgrimidos por aquéllos tanto para uno como para el otro, el vasco fue rechazado por el Congreso y el catalán recibirá el visto bueno para comenzar su tramitación.
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88'8%, ¿Sabe a que corresponde dicho porcentaje?
Esa es la principal diferencia, entre otras, entre la propuesta vasca y la catalana.
Que pena, en menuda fábrica de "independentistas" estan convirtiendo Uds, los nacionalistas españoles (que por deshonestos no tienen ni el valor de aceptar que lo son), a Cataluña.
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¿Y sabe usted, Casticida, cuál es la diferencia entre la Constitución española y el Estatut catalán? Pues resulta que no tienen nada que ver aunque el segundo deba cumplir el primero.
Por otro lado, yo no soy nacionalistas, quiero decir que tenemos bastante claro lo que es y no es una nación, y tampoco me parece que por leer en voz alta lo que dice el Estatut nadie vaya a adquirir una ideología. O a lo mejor sí pero entonces no creo que el desconocimiento y el rencor o el victimismo sean unas buenas razones.
Salud!
konde