El Greco: La adoración del Nombre de Jesús (Alegoría de la Liga Santa)

Domenikos Theotokopoulos, El Greco (1541-1614): La adoración del Nombre de Jesús (Alegoría de la Liga Santa), ca. 1577-1580Domenikos Theotokopoulos, El Greco (1541-1614): La adoración del Nombre de Jesús (Alegoría de la Liga Santa), ca. 1577-1580
Óleo sobre lienzo, 140 x 110 cm
Patrimonio Nacional, Real Monasterio de San Lorenzo del Escorial, 10014683.


Esta enigmática obra, una de las más puramente pictóricas jamás realizadas por El Greco, ha sido objeto de muy diversas interpretaciones. No se poseen datos documentales sobre las circunstancias o la fecha de su ejecución. A partir de sus características estilísticas (entre las que deben citarse una suntuosidad de color absolutamente veneciana y la pervivencia evidente de elementos compositivos e iconográficos de estirpe bizantina que la aproximan a representaciones tempranas, como Alegoría del caballero cristiano del Tríptico de Modena), y de otros datos, como la grafía de la firma y lo que sabemos de las relaciones del Greco con Felipe II, se acepta generalmente que fue realizada entre 1577 y 1580, siendo muy probable que se trate de una de las primeras obras del artista en España. De hecho, la réplica que se conserva en la National Gallery de Londres está firmada en mayúsculas griegas, como los cuadros de época romana y de los primeros años en Toledo, y en la colección de don Gaspar Méndez de Haro, donde se encontraba en 1687, era considerada pareja de otra réplica del Expolio (actualmente en Upton Downs). Alguna vez se ha apuntado que El Greco pudo realizarla por iniciativa propia, para regalársela a Felipe II y hacer conocer así sus habilidades. Sin embargo, no hay ningún dato que corrobore la hipótesis.

El primero en referirse al cuadro fue, en 1657, el padre Santos, quien lo interpretó como una adoración del Nombre de Jesús por los Cielos, la Iglesia militante, el Purgatorio y el Infierno. Al tiempo, citaba como fuente de inspiración la epístola de san Pablo a los filipenses: «Por lo cual Dios le ha exaltado y le ha dado un nombre que está sobre todo nombre. Para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble, en los cielos, en la tierra y en los abismos» (2, 9-10). Entonces estaba colgado en la capilla del Panteón de los Reyes cerca de la cripta de los Infantes, y se le daba el título de La Gloria del Greco, poniéndolo en relación con La Gloria de Carlos V de Tiziano, que también se guardaba en El Escorial. A lo largo del siglo XIX, el hermetismo del cuadro (que admite varias lecturas no excluyentes entre sí) hizo que se citase con diversos títulos. Ceán se refirió a él como «un lienzo que representa la gloria y abajo el purgatorio y el infierno, con muchas figuras pequeñas». Otros siguieron citándolo como «La Gloria del Greco». Y simultáneamente la réplica (que estuvo en la Galería Española de Luis Felipe y de ella pasó a la colección Stirling-Maxwell) fue interpretada a veces como El Juicio Final y otras como Felipe II adorando el Nombre de Jesús en los Cielos. El nombre que hizo más fortuna fue, sin embargo, el que dio Poleró al lienzo del Escorial, El sueño de Felipe II, un título que generalmente se ha considerado caprichoso pero que presenta un claro paralelismo con el que se le asignaba a la réplica en 1687 en el inventario de la colección de Méndez de Haro: «Visión que tuvo Felipe II».

La interpretación que ha gozado de mayor predicamento en las últimas décadas es la que hizo en 1939-1940 Anthony Blunt, quien consideró el cuadro como una Alegoría de la Liga Santa (la alianza militar formada en 1571 por España, Venecia y el Papa contra los turcos) pensando que los personajes arrodillados del primer plano junto a Felipe II serían el papa Pío V (de frente) asistido por dos cardenales, el dux Alvise Mocenigo (de espaldas, con manto amarillo y cuello de armiño) y don Juan de Austria (de frente, idealizado, con armadura romana y los brazos sobre la espada apoyada en tierra). Esta interpretación, que según el mismo Blunt había sido ya atisbada por Stirling-Maxwell, fue insinuada por primera vez en 1838 en la Notice des tableaux de la Galerie Espagnole, a propósito de la réplica, y se vería reforzada por el hallazgo de un grabado conmemorativo de la batalla de Lepanto publicado en Venecia en 1614 y en el que se representaban, junto a Felipe II, a Pío V, al dux Mocenigo y a los tres generales: don Juan de Austria, Marcantonio Colonna (jefe de las fuerzas papales) y Sebastiano Venier (almirante veneciano). El hecho de que don Juan de Austria muriera en 1578 y el lugar en el que estaba colgado el cuadro a mediados del XVII hicieron, por otra parte, que Blunt pensara que éste se había realizado como un homenaje funerario al hermano del rey.

La hipótesis de Blunt no excluye la consideración de esta obra como una Adoración del Nombre de Jesús, sino que la complementa, enriqueciendo su significado alegórico. Sin embargo, presenta algunos puntos débiles que hace que no se la pueda aceptar como definitiva: no hay ninguna alusión clara a Lepanto, el personaje central del cuadro es Felipe II y no don Juan de Austria (y esto se observa con mayor claridad en la réplica) y, finalmente, no parece lógico que, en un cuadro destinado a recordar a don Juan de Austria, la pretendida figura de éste se haya idealizado hasta el punto de hacerlo irreconocible. Por otro lado, no parece que las dos figuras que cierran el círculo de adoradores a la izquierda puedan identificarse con Colonna y Venier, dejando un hueco interpretativo difícil de llenar. Todo ello, unido al ambiente visionario del cuadro, hace que no se pueda excluir que su tema sea, simplemente, la adoración del Nombre de Jesús o incluso un Juicio Final. De hecho, en 1966 Alian Braham relacionó el lienzo con un Juicio Final de Giovanni Battista Fontana, grabado por Pieter Balten en 1578. No parece probable que, como sostiene Braham, la obra de Fontana sirviese de inspiración al Greco. A la vista del Tríptico de Modena y de lo estereotipado de algunos elementos iconográficos, más bien cabría hablar de fuentes comunes. Sin embargo, el debate no puede darse por cerrado. Recientemente, Fernando Marías ha insistido en el «obvio sentido escatológico» de la composición y ha vuelto a llamarla Gloria de Felipe II, argumentando que en ella, y al igual que había hecho antes Tiziano en su Gloria de Carlos V, El Greco habría representado simplemente al monarca a la espera del Juicio Final o bien contemplando su propio Juicio Particular.

Fuente texto: Catálogo exposición El retrato español. Del Greco a Picasso.

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