Nos encontramos en lo que es sin duda la gran muestra de este otoño, y no ya sólo en el ámbito nacional, probablemente también en el internacional. Por primera vez una exposición aborda con la altura que merece la evolución de un género que ha sido clave en la evolución de la escuela española, una escuela, no lo olvidemos, que tradicionalmente ha sido calificada de “realista”. “En esto de retratos”, aseguraba en el siglo XVII Jusepe Martínez, “ha habido muchos (españoles) admirables como nos lo enseñan sus obras que se ven hoy día patentes, con grande estimación veneradas”, y basta pensar en cuadros como Las meninas, El caballero de la mano en el pecho, La condesa de Chinchón o el Retrato de Gertrude Stein de Picasso para corroborarlo. Aunque El Greco, Velázquez, Goya y Picasso constituyen el núcleo fuerte de la exposición, tampoco puede pasarse por alto la personal aportación que supone para la historia del retrato la obra de artistas como Ribera; Murillo, que renovó el panorama del género en la Sevilla de su tiempo; Carreño, que aportó su sello inconfundible a la representación de la corte de Carlos II; o Meléndez y Paret que en el siglo XVIII se enfrentaron al retrato con ojos nuevos.
Federico de Madrazo: La condesa de Vilches, 1853.
Museo Nacional del Prado
La nómina de obras expuestas, procedentes de colecciones públicas y privadas de todo el mundo, quita la respiración. Por citar sólo algunas: Fray Hortensio Félix Paravicino, del Greco (Boston, Museum of Fine Arts); Alonso Verdugo de Albornoz, de Francisco Zurbarán (Berlín, Staatliche Museen zu Berlin, Gemäldegalerie); La infanta Margarita en traje azul y El príncipe don Felipe Próspero, de Velázquez (Viena, Kunsthistorisches Museum); Retrato de Don Justino Neve, de Murillo (Londres, National Gallery); Autorretrato, de Luis Meléndez (París, Musée du Louvre); los dos retratos de cuerpo entero de la Duquesa de Alba, de Goya (Madrid, Fundación Casa de Alba, y Nueva York, The Hispanic Society of America) -que se exhibirán juntos por primera vez-; Autorretrato con el doctor Arrieta, de Goya (The Minneapolis Institute of Arts); La familia del Infante don Luis, de Goya (Parma, Fundación Magnani-Rocca); Gertrude Stein, de Picasso (Nueva York, Metropolitan Museum of Art); el Autorretrato (1901) de Picasso, (París, Musée Picasso), el Autorretrato de Miró (París, Musée Picasso)...
Bartolomé E. Murillo: Cuatro figuras en un escalón
Fort Worth, Texas, Kimbell Art Museum
A través de las distintas secciones que articulan la muestra, el visitante descubrirá los orígenes del género de la mano de artistas de tradición flamenca que introducen en su obra donantes o personajes religiosos con rasgos muy individualizados como el Santo Domingo de Silos de Bartolomé Bermejo o el Ezequías de Berruguete. Dentro del siglo XVI, podemos contemplar un impresionante desfile de caballeros del Greco, al tiempo que asistimos a la consolidación del retrato cortesano gracias a las aportaciones del italiano Tiziano y el flamenco Antonio Moro, cuyo legado será recogido por Sánchez Coello, Pantoja y desde luego Velázquez. Este retrato representativo y oficial, pensado para transmitir la noción de majestad, encuentra su contrapartida en los retratos de bufones y “hombres de placer” llevados a cabo por Velázquez.
Diego Velázquez: Felipe IV, a caballo, 1635-36
Museo Nacional del Prado
Junto con Ribera, este maestro tensará los límites entre realidad y ficción con enigmáticas representaciones de figuras de la Antigüedad como Esopo o Arquímedes, dos personajes reflejados con una profundidad psicológica que lleva a pensar en retratos encubiertos. En el siglo XVIII y por medio de pintores como Goya, asistimos a una progresiva valoración de los sentimientos y la naturalidad, una nueva sensibilidad que se manifiesta en especial en los retratos infantiles. El siglo siguiente, representado por obras de Pinazo o Rosales, conocerá la democratización del género y su extensión a un espectro mucho mayor de clases sociales, mientras que el siglo XX, con obras de Casas, Solana, Picasso, Juan Gris o Miró, vestirá el retrato de vanguardia, renovándolo con las novedades del expresionismo o el cubismo. Otro de los capítulos abordados en la exposición es el autorretrato, que incluye el de un joven Jacinto Meléndez autorretratado a la francesa y orgulloso de su oficio, o el de un Picasso ya anciano que se observa perplejo y atisba tras su cara la forma de una calavera.
Exposición virtual: www.museodelprado.es/actualidad/exposicion/el-retrato-espaol-del-greco-a-picasso/f01ee4cc-4e1b-47dc-b97c-f304ef8ca687