Un niño pequeño está en casa en la sala de estar, cochecitos de juguete a sus pies. Los objetos y las figuras adornan las paredes, la televisión se escucha el fondo: una escena cotidiana pero con una gran diferencia. Sentado frente a él hay una extraña criatura de otro mundo que bien podría haber saltado de la pantalla del televisor. El monstruo es uno de los 'Panzudos' que se esconden en el barrio de La Merced en San Cristóbal de las Casas en Chiapas, México: los protagonistas imaginarios del proyecto del fotógrafo mexicano Diego Moreno In My Mind There is Never Silence (En mi mente nunca hay silencio) . Cada 22 de septiembre, día de la fiesta de Nuestra Señora de la Merced, renace de la tradición de “los panzudos mercedarios”, guardianes del mencionado barrio. “Los panzudos” representan los pecados. Mientras más pecados tenga que expiar la persona, más grande y fea será su indumentaria para curarse de ellos en mayor medida. Estas figuras anuncian la fiesta de la Virgen de la Merced y la acompañan, purificándose en este proceso.
Estas imágenes reúnen este imaginario ancestral a la exploración de un universo familiar, denso y psicológicamente inquietante, trastocándolo al convertirlo en un espacio poblado por personajes que se conectan con pesadillas y temores, símbolos de la reflexión sobre sus orígenes personales y culturales y fusionándolo con tradiciones prehispánicas y visiones apocalípticas de la religión católica.
El trabajo de Moreno de la iconografía tradicional toma un giro mágico al colocar a Los Panzudos Mercedarios en la casa, en el corazón de su vida familiar. "Integro este mundo imaginario con la exploración de dinámicas familiares, convirtiéndolo en un lugar lleno de personajes que habitan y se conectan con las pesadillas y los temores que surgen de mi historia personal", explica. Adornado en brillantes patrones y en todas las formas y tamaños, Moreno ve a estas figuras mágicas como producto de su inconsciente, transfigurado en realidad a través de la fotografía.
A primera vista, los panzudos son bestias peculiares y bastante feas. Pero en los escenarios surrealistas de Moreno, ese pasado encaja perfectamente en el presente ya que estos fantasmas se convierten en parte de la familia en lugar de amenazar a los visitantes de otra dimensión. Aceptado pacíficamente en la esfera doméstica, la elegía íntima del fotógrafo a sus parientes tardíos apunta a creencias culturales más amplias. "Intento reestructurar la intrincada red entre lo oculto y lo visible", reflexiona. "Pero también se trata de la conexión entre el inconsciente individual y colectivo, especialmente en el mapa contradictorio de la coexistencia de las culturas en el México actual".