Pasadas ya las doce de la noche, escribo este comentario tras asistir a una interesante propuesta de la Fundación Bernardo Aladrén, a saber, una jornada de trabajo en el que diferentes actores y testigos de lo que acontece en el País Vasco han planteado, y confrontado con el público asistente, sus propuestas sobre el futuro del País Vasco.
La primera ponencia de la tarde —no he podido asistir a las de la mañana— ha reflejado la profunda división existente en la sociedad civil vasca. Así, las bienintencionadas propuestas de Paúl Ríos, coordinador de Lokarri, se contraponían al discurso de Joseba Arregui, presidente de Aldaketa y ex consejero del gobierno vasco.
Arregui, con el que he tenido la oportunidad de hablar en privado durante un buen rato, ha basado su discurso en tres ejes fundamentales: las víctimas, el lenguaje y negociación. En relación al primer punto, ha pedido respeto a las víctimas cuya memoria, ha dicho, debería preservarse. Del lenguaje baste decir que ha renunciado expresamente a mencionar la palabra 'paz' porque —así lo entiende— aquí no hay un guerra. Se ha declarado a favor de la negociación pero sólo para tratar de la desaparición de ETA y rechaza el derecho de autodeterminación como fórmula para solucionar los problemas del País Vasco.
En cuanto a Paúl Ríos, ha adoptado desde el primer momento una actitud defensiva acusando incluso a los que formulábamos preguntas de malinterpretar sus opiniones. Ha defendido un gran acuerdo de todos los grupos políticos, la necesidad de una consulta popular, la constitución de una mesa política en la que estuvieran representadas todas las sensibilidades y la reconciliación como métodos para solucionar el 'problema vasco'. Sus propuestas partían de las premisas de "no violencia" y "Derechos Humanos". Escrito así podría parecer laudable pero lo que subyacía en su mensaje era una perfecta "equidistancia" entre los asesinos y los demócratas. Poner, por ejemplo, al mismo nivel la legítima violencia ejercida por el Estado para defender a sus ciudadanos —detener a un asesino para que sea juzgado— y la de los etarras da idea de por dónde camina el discurso: el mismo por el que discurre el de Batasuna.
La segunda ponencia trataba sobre el papel de los medios de comunicación durante la negociación. Ambos ponentes, Emilio Alafaro —Subdirector de "El País" en el País Vasco— y Pedro Ontoso —subdirector de "El Correo"— han expresado parecidas conclusiones: honestidad, responsabilidad, precaución, ... en el ejercicio de la profesión periodística, especialmente ahora, por todo lo que la sociedad española se juega en el envite. A pesar de estar ya fuera de tiempo, he tenido la oportunidad de preguntar: si durante la negociación con ETA consiguieran el documento sobre el que se trabaja, ¿lo publicarían? Pedro Ontoso ha respondido afirmativamente; Emilio Alfaro, sin embargo, ha introducido dos reflexiones. La primera sobre el perjuicio que podría propducir tal publicación. La segunda, sobre un supuesto incumplimiento del gobierno de sus promesas respecto a la negociación. En el primer caso, valorarían las consecuencias de hacer público el documento. En el segundo, lo publicarían siempre.
Hasta aquí el resumen de lo acontecido aunque, a decir verdad, no hace justicia a todo lo que en el Centro de formación "Arsenio Jimeno" se ha dicho y comentado. Mi más sincera enhorabuena a los organizadores.
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Lokarri y batasuna, que yo sepa, no sólo no tienen nada que ver si no que estan enfrentados en cuestiones básicas. La principal, el principio de "no violencia". Meter en el mismo saco a HB y lokarri puede responder a la misma estrategia que mezclar HB, PNV ERC, y últimamente hasta PSOE. Un discurso que ha tocado fondo y que espero que pronto sea superado por que, en el fondo, los ciudadanos, tan ingenuos no somos.