Ray Collins tuvo por primera vez entre sus manos una cámara fotográfica en 2007 y la utilizó para fotografiar a sus amigos haciendo surfing cerca de su casa en la ciudad minera de Thirroul (Nueva Gales del Sur, Australia). Collins, que es daltónico, pronto se sintió atraído por las olas, más por las formas y el juego de luz y agua que por los colores, y esta afición acabó convirtiéndose en su pasión que ha sido plasmada en el libro "Found at Sea". Su paso de minero a fotógrafo lo define como un equilibrio entre “black life and blue life.”
Podéis ver sus obras tanto en su página web como en Instagram.