Abanicos

Abanico conmemorativo de la boda de Luis Fernando, delfín de Francia, y María Teresa Rafaela, infanta de España,  Francia 1745.

Abanico conmemorativo de la boda de Luis Fernando, delfín de Francia, y María Teresa Rafaela, infanta de España,  Francia 1745.
Material. País: Papel. Varillaje: Marfil. Madera, plata y nácar
Dimensiones. País: Altura = 9,60 cm; Anchura = 46,50 cm. Varillaje: Altura = 24 cm.
Museo Lázaro Galdiano (Madrid), Inv. 318.
Descripción:

Varillaje de marfil calado, cincelado, pintado y dorado, con aplicación de lámina de madreperla y plata (6+2).
País doble de papel pintado con gouache y oro (Vuelo 182º).
En el varillaje de este abanico, concretamente, en las fuentes y centrales y en las palas, aparecen representadas las armas de Felipe V y de Luis XV, bajo ellas Onfalia y Minerva.
La cartela central del país representa a la Justicia, la Prudencia y la Abundancia junto a Hércules expulsando a la Discordia. Esta flanqueada, a la derecha, por putti1 que porta el cetro, una flor de lis entre ráfagas, ramas de olivo y palma como símbolo de paz y victoria, las trompetas de la Fama y las armas de los Borbones. A la izquierda, un putto1 apoya la corona real sobre cojín carmesí bajo la que aparecen la banda roja del Toisón de Oro y la azul con la orden del Espíritu Santo; otro, lleva las armas de los Borbones y un tercero, realiza una ofrenda de corazones.
En el reverso, una escena única, aludiendo a la Concordia.
Todo el país lleva orla dorada de estilo Luis XV.

Iconografía: Alegoría de la Justicia, la Prudencia y la Abundancia.

Según Carmen Espinosa, la interpretación heráldica y la pintura del país, donde vemos la exaltación de la Casa de Borbón y las virtudes necesarias para la práctica del buen gobierno, lleva a pensar que este abanico fue realizado para conmemorar el matrimonio entre Luis Fernando (1729-1765), delfín de Francia, y María Teresa Rafaela (1726-1746), infanta de España, segunda de las hijas de Felipe V e Isabel de Farnesio, que se celebró el 23 de febrero de 1745 y que marcó la reconciliación entre ambos países tras el fallido matrimonio de Luis XV con la infanta María Ana Victoria.

En 1745, un año antes de fallecer Felipe V, se acordó con Luis XV que la segunda de las hijas que el monarca español había tenido en su matrimonio con Isabel de Farnesio, la Infanta María Teresa Rafaela, debía contraer matrimonio con el heredero de la Corona francesa, el Delfín Luis Fernando. No se trataba de un enlace más. En la memoria de todos permanecía aún el eco de la ofensa que había supuesto en 1725 la devolución de otra Infanta, María Ana Victoria, a la Corte de Madrid. Luis XV la rechazó para casarse con una princesa polaca, y la pequeña Marianina acabó siendo… Reina de Portugal. En esta ocasión, la propia Isabel de Farnesio se aseguró muy bien de los términos del acuerdo. Y no es extraño que se quisiera que hasta en las artes decorativas quedaran huellas de tan intensa amistad entre ambas ramas de la familia Borbón. En este abanico se recoge la exaltación de la Casa en las armas heráldicas que aparecen en su varillaje central. Incluso en la segunda cartela de la izquierda del país (la decoración en papel que se extiende sobre el varillaje en la parte superior), aparece claramente un escudo con los tres lirios Borbones, así como las órdenes dinásticas del Toisón de Oro y del Espíritu Santo.

Cualquier duda sobre la datación del matrimonio regio franco español se disipa al aportar Espinosa el dato concluyente de la orla dorada de guirnaldas y amorcillos, palmas y rocalla, elementos decorativos muy característicos de aquella etapa del reinado de Luis XV. Persiste sin embarco una incógnita, la identificación o el sentido de las efigies masculinas de los medallones que presiden la cartela central del país. Con llamativa prudencia, la especialista no se aventura a asociar los nombres de Felipe V y Luis XV. La apariencia clásica o la edad de los personajes quizá apunte a representaciones virtuosas o estereotipadas de ambas monarquías, pero es difícil la visión al detalle. En todo caso, nos encontramos ante una pieza verdaderamente alegórica con un intenso sentido histórico y dinástico.


1 Los putti (plural de putto en italiano)​ son motivos ornamentales consistentes en figuras de niños, frecuentemente desnudos y alados,​ en forma de Cupido, querubín, angelote o amorcillo. Son también conocidos como erotes.