Agricultura

Vendimia de uvas moscatel en la ladera de Montaña Diama, Finca La Geria, propiedad de la Familia Hernández desde hace al menos cinco generaciones. Lanzarote, España.
Vendimia de uvas moscatel en la ladera de Montaña Diama, Finca La Geria, propiedad de la Familia Hernández desde hace al menos cinco generaciones. Lanzarote, España.

Desde que comenzó la domesticación de las plantas hace unos 11.000 años, el ser humano ha convertido el 40% de la superficie terrestre en tierras de cultivo. Se calcula que la población mundial alcanzará los 9.700 millones de habitantes en 2050, lo que, unido al aumento del nivel de vida en los países en vías de desarrollo, nos obligará a aumentar el suministro mundial de alimentos en un 60%.

El proyecto Feed the Planet es un análisis de cómo el mundo puede hacer frente al reto en rápida expansión de alimentar a la humanidad sin poner más tierras naturales bajo el arado. La mayoría de nosotros sólo tenemos contacto con alimentos crudos en el supermercado, y desconocemos los métodos utilizados para cultivarlos. En muchos casos, la industria alimentaria hace todo lo posible para evitar que veamos cómo se producen nuestros alimentos. El acceso a esta información es fundamental para las decisiones personales que tomamos sobre lo que comemos, que en conjunto tienen un enorme impacto medioambiental. Este proyecto pretende mostrar cómo se producen nuestros alimentos, para que podamos tomar decisiones con más conocimiento de causa.

George Steinmetz, fotógrafo.

Abejas contra elefantes Cercas de colmenas
Cercas de colmenas

La convivencia entre animales salvajes y personas en África no es fácil. A los ataques de los carnívoros se suman los destrozos ocasionados por los herbívoros en las granjas, especialmente si son elefantes. La práctica habitual para defenderse y proteger aquéllas ha sido la de construir vallas reforzadas o zanjas muy anchas. Sin embargo, tales barreras no siempre resultan efectivas y además ponen en peligro tanto a los elefantes como a las propias personas.

Parecía que no había más soluciones que las descritas, pero la zoóloga Lucy King tuvo una idea, a saber, utilizar a las abejas. Descubrió que los elefantes temen a estos pequeños insectos y huyen cuando escuchan su zumbido. Al parecer, suelen picarles dentro de sus trompas y eso les produce un dolor insoportable. El siguiente paso fue rodear las granjas con colmenas suspendidas cada cierta distancia y comprobar si esta cerca tan especial mantenía alejados a los elefantes. Las primeras pruebas se realizaron en 2009 y fueron todo un éxito, lo que llevó a crear The Elephant and Bees Project. La solución ha sido implantada en una docena de países tanto africanos como asiáticos. No solo protege los campos de cultivo sino que evita daños a los elefantes, mejora la polinización de las plantas y además proporciona ingresos adicionales por la venta de la miel.

La granja hidropónica subterránea más grande del mundo

Se preguntaran ustedes qué significa eso de "hidropónica"... pues se trata de un método muy particular que permite cultivar plantas usando disoluciones minerales en vez de tierra. Un huerto de esas características es lo que han montado en Londres aprovechando un refugio subterráneo de la Segunda Guerra Mundial.

El huerto en concreto se llama Growing Underground (blog) y cultivan hortalizas a 33 metros por debajo de las calles del barrio de Clapham. Por supuesto, se trata de un cultivo libre de pesticidas que se desarrolla a lo largo del todo el año y en el que se combinan los últimos sistemas hidropónicos con la tecnología LED. Incluso esperan obtener pronto el certificado de Carbono Cero.

Tal vez en España deberíamos aprender a desarrollar este tipo de agricultura en lugar de poblar nuestras tierras con miles de metros cuadrados de plástico haciendo un uso infame de los recursos naturales.

FertilizantesComo cada mes, la revista científica Nature nos presenta un nuevo reportaje publicado en español. Su autora, Natasha Gilbert, nos revela una alternativa frente a la escasez de rocas de fosfatos, fundamentales para la fabricación de fertilizantes: la estruvita, un molesto desecho que tapona las tuberías de los desagües.

El nutriente en vías de extinción.

[Vía: Ministerio de Educación]

La Organización de las Naciones Unidas predice que en los próximos 25 años casi todo el crecimiento poblacional tendrá lugar en las ciudades del mundo en desarrollo. Al ritmo actual, se espera que para el año 2030 un 60% del total de la población mundial viva en ciudades, crecimiento que viene aparejado con el aumento de los pobres en la ciudad y por ende el desempleo, el hambre y la desnutrición. El escaso dinero que los pobres logren traer a casa será para comprar comida y mantenerse vivos. Cualquier alimento que puedan obtener gratis es beneficio extra, por eso que cada vez hay más personas que tratan de cultivar lo que pueden para complementar su precaria dieta y módicos ingresos. Pero con frecuencia las municipalidades perciben estos cultivos citadinos —agricultura urbana— como un problema a ser erradicado y no como parte de la solución para hacer más sustentable la ciudad y su medio ambiente [Seguir leyendo en el Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo].

Ayer por la mañana tuvo lugar en Madrid la primera reunión del órgano rector del Tratado Internacional sobre los Recursos Filogenéticos para la Alimentación y la Agricultura, promovido por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).

Durante la presentación se hizo hincapié en la importancia de este Tratado ya que «supone un importante avance en materia de acceso a los recursos filogenéticos, y sienta las bases para un reparto más justo derivado de la utilización de dichos recursos, incluyendo los derechos de los agricultores en la distribución de beneficios comerciales, lo que puede contribuir a paliar el hambre y la pobreza en el mundo».

Según la FAO, la conservación y la utilización sostenible de los recursos genéticos son condiciones indispensables para la seguridad alimentaria y la eliminación de la pobreza, en particular en las zonas rurales. La organización estima que en el último siglo se ha perdido el 75% de la diversidad genética de los cultivos y hoy se cultivan sólo unas 150 especies de las siete mil que solía usar el hombre. Doce de estas 150 representan el 70% del consumo humano actual.

Los cultivos transgénicos están muy concentrados en apenas 6 países, en unos pocos cultivos y en unas pocas características. Aunque hay muchas plantas transgénicas, sólo unas pocas se cultivan. La soja transgénica, con 41,4 millones de hectáreas en 2003, representó el 61% del área transgénica mundial; el maíz, con 15,5 millones de hectáreas, el 23%. El resto corresponde al algodón, con 7,2 millones de hectáreas y el 11% del total mundial, y a la colza, con 3,6 millones de hectáreas y el 5% del total mundial [Seguir leyendo en Los Transgénicos en el mundo]

Greenpeace presentó su guía de alimentos «con y sin transgénicos». El riesgo que suponen los transgénicos, los efectos irreversibles sobre el conjunto del planeta, el impacto sobre determinadas sociedades, sobre los derechos humanos y la justicia, la dependencia de la producción alimentaria con respecto a algunas empresas multinacionales y la potenciación de una agricultura agresiva e insostenible son algunas de las razones por las cuales no debemos aceptar transgénicos en nuestras mesas, afirma Juan-Felipe Carrasco, responsable de la campaña de Ingeniería Genética de Greenpeace.