Ainsa

La villa de Aínsa, capital del antiguo y legendario condado de Sobrarbe y en la actualidad de la comarca oscense del mismo nombre, levanta su caserío en situación privilegiada sobre un promontorio que emerge entre los cauces y valles de los ríos Cinca y Ara, muy cerca de su confluencia, al abrigo del macizo del Monte Perdido y la Peña Montañesa. Incorporado este territorio a Aragón en el siglo XI -al parecer existía ya una población en este lugar en 1055-, el rey Alfonso I le concedió en 1124 fuero de repoblación, que tenía una orientación mixta por su estratégica situación: por un lado, militar, para potenciar la defensa del territorio frente a Francia, y por otro, para favorecer las concentraciones mercantiles. Comenzó entonces una época de esplendor, que hizo necesaria la ampliación de su muralla, por lo que el rey Juan I concede en 1338 para este fin la autorización para cobrar impuestos sobre la carne, el pan y el vino. Su importancia comercial queda reafirmada cuando en 1404 el rey Martín I le concede permiso para celebrar ferias de diez días, de carácter internacional, con motivo de la festividad de San Lorenzo, el día 10 de agosto.

Las construcciones que configuran la Plaza Mayor de Aínsa muestran sus restaurados muros de sillarejo y tejados de pizarra o teja árabe.
Las construcciones que configuran la Plaza Mayor de Aínsa muestran sus restaurados muros de sillarejo y tejados de pizarra o teja árabe.

Afortunadamente, como consecuencia de la decadencia sufrida por la población durante los últimos siglos, y gracias a la creación de un nuevo barrio bajo, conserva Aínsa su urbanismo medieval, que desde lejos, como afirma Ángel Conte, «aparece como un apiñado caserío uniforme y proporcionado, enormemente armónico, con dos notas destacadas: la esbelta torre de la colegiata y el enorme recinto del castillo, casi tan grande como todo el resto del pueblo».

Así, en un lado del promontorio, hacia el noroeste, se levantan los restos del castillo, que sufrió sucesivas obras de remodelación y ampliación hasta el siglo XVII, y en el otro, el casco urbano primitivo, origen de la población que alcanza un momento de esplendor en el siglo XIII. Entre ambos núcleos se irá construyendo, a lo largo de los siglos XIV y XV, la soportalada Plaza Mayor, que ocupa un espacio inicialmente vacío -tal vez utilizado ya como mercado, si tenemos en cuenta la escasez de espacio en el interior de la población- y protegido por la muralla construida a mediados del siglo XIV. En esta plaza, que se irá ampliando paulatinamente hasta alcanzar sus dimensiones actuales, convergerán las dos principales calles de la villa. Seguir leyendo ...