Aragón

Fotografía: Miguel Moliné. Localización: Bóveda Catedral de Jaca (Aragón, España). Fecha: 28/07/2022. Cámara: Nikon D780 - Distancia focal (FX): 24 mm - Diafragma: f/4.5 - Velocidad de obturación: 1/25s - Sensibilidad ISO: 32000.
Fotografía: Miguel Moliné. Localización: Bóveda Catedral de Jaca (Aragón, España). Fecha: 28/07/2022. Cámara: Nikon D780 - Distancia focal (FX): 24 mm - Diafragma: f/4.5 - Velocidad de obturación: 1/25s - Sensibilidad ISO: 32000.

A lo largo del siglo XVI se efectuaron grandes trabajos en la Catedral de Jaca, incluyendo las bóvedas de la nave central y el retablo mayor cuando ya finalizaba dicha centuria. En 1597, el notario Tadeo de Lasala en una de las memorias incluidas en sus protocolos, nos dice: En este anyo [...] se trata de hazer un retablo del altar mayor y la bobeda del ángulo de enmedio de la Seo de limosna que dan los executores del testamento del arcidiano de la camara don Damian Garces de Asin de Huesca1. Este y el sacristán Martín Íñiguez habían dejado sendas mandas para estas obras y obispo y cabildo habían tomado la decisión de realizarlas. Apareció otro mecenas: el camarero de la Seo zaragozana, don Francisco de Herbás, que fue el impulsor decidido de la obra. El 9 de junio de 1598 don Francisco escribía al capítulo jaqués informándole del cumplimiento de su encargo de negociar con el architecto Juan de Bescós la construcción de bóvedas y retablo y excusándose por el retraso en haberlo llevado a cabo.1

Tras un duro regateo, pues el maestro pedía en un principio 8000 libras jaquesas (1 libra = 20 sueldos) y asesorado por cuatro oficiales del arte, Herbás logró reducir el precio a 6300 libras: 4300 por el retablo y 2000 por las bóvedas, con un plazo de ejecución de dos años y medio. La misiva concluía solicitando la conformidad de sus colegas jaqueses y modificando la traza: el cuadro que enmarcaba la imagen de San Pedro, titular del mueble, era menor que el superior, el óculo para el Santísimo Sacramento era demasiado pequeño. Del párrafo final de la carta se desprende que Bescós había visitado la Catedral y discutido con los canónigos las grandes líneas de la obra, que el cabildo aceptó. Transmitió al concejo jaqués la misiva de Herbás y el 18 de junio los munícipes decidieron contribuir con 600 libras (casi el 10% del total). Y, como se desprende de la capitulación, concedieron asimismo la licencia para el corte de la madera necesaria para la obra.2 Seguir leyendo ...

Capitel de la «Creación de Adán».  Claustro de la Colegiata de Santa María la Mayor (Alquézar, Huesca). Fotografía: Miguel Moliné.
Capitel de la «Creación de Adán».  Claustro de la Colegiata de Santa María la Mayor (Alquézar, Huesca). Fotografía: Miguel Moliné.

Entre los capiteles que adornan las columnas del Claustro de la Colegiata de Santa María la Mayor (Alquézar, Huesca), suele destacarse el que muestra el llamado «Sacrificio de Isaac»: Dios puso a prueba a Abraham pidiéndole que sacrificara a su hijo Isaac. Llegados al lugar elegido, Abraham construyó un ara, amontonó leña, ató a su hijo y se dispuso a cumplir su palabra, momento en el que un ángel detuvo su brazo, mostrándole un carnero enviado por Dios para que realizara con él el sacrificio (Génesis 22: 1-19).

Sin embargo, hay otro capitel que destaca entre todos porque en él se representa a la Trinidad de una forma única dentro del estilo románico. Se le denomina de la «Creación de Adán». Dios es esculpido con una figura de tres cabezas para mostrar de forma didáctica el Misterio de la Trinidad e infundiendo el alma mediante el contacto de su dedo índice derecho en el oído izquierdo de Adán. La escena se inscribe en el interior de una mandorla sustentada por cuatro ángeles colocados en posición invertida para amoldarse al volumen lateral del capitel. El capitel conserva parte de su policromía original en color rojizo.

Fotografía: Miguel Moliné. Localización: Jaca (Aragón, España). Fecha: 29/01/2022. Cámara: Nikon D80 - Distancia focal (DX): 18 mm - Diafragma: f/3.5 - Velocidad de obturación: 1/60s - Sensibilidad ISO: 220.
Fotografía: Miguel Moliné. Localización: Jaca (Aragón, España). Fecha: 29/01/2022. Cámara: Nikon D80 - Distancia focal (DX): 18 mm - Diafragma: f/3.5 - Velocidad de obturación: 1/60s - Sensibilidad ISO: 220.

A las calles principales relativamente amplias y rectas, confluyen otras más pequeñas en sentido perpendicular, alguna de las cuales están cubiertas. Son los llamados «Callizos», que se aprovechaban para situar habitaciones voladas, ganando así espacio para la casa. A veces servían para cobijar las largas escaleras de madera de chopo para varear oliveras. Según se cuenta, en el pasado era posible cruzar Alquézar de un extremo a otro, sin necesidad de poner un pie en la calle.

El callizo de la imagen es el llamado «Pasador de Casa Lailla». Con el transcurso del tiempo, el suelo ha quedado tan pulido que en el pueblo es conocido como «la eslizadera».

El pueblo de Anento, un municipio de España situado en la comarca natural de Campo Romanos (Zaragoza, Aragón), no alcanzaba los 100 habitantes en 2021 cuando literalmente fue invadido por miles de turistas durante los fines de semana. Las razones de tal avalancha fueron el levantamiento parcial de las restricciones impuestas por nuestros gobernantes a causa de la pandemia de COVID. Entre ellas, se nos privó de elegir libremente nuestra residencia y de circular por el territorio nacional. A pesar de tratarse de un derecho fundamental contemplado en la Constitución (art. 19), al gobierno le pareció suficiente aplicar el «estado de alarma» que en ningún caso recoge la suspensión de los derechos fundamentales. En lugar de dicha medida, hubiera sido necesario aplicar el «estado de excepción», que sí recoge dichas suspensiones (artículo trece de la Ley Orgánica 4/1981). Tanto es así que el Tribunal Constitucional declaró inconstitucional el primer estado de alarma en julio de 2021. El Gobierno actuó así porque de esa forma soslayaba las dificultades políticas y el control por parte del Parlamento que acarreaba el «estado de excepción».

Pero volvamos a Anento. Tras disminuir la gravedad de la pandemia, se produjo una desescalada gradual. En Aragón, a partir del 1 de diciembre de 2020 se pudo viajar sin restricciones por toda la provincia. Tras meses encerrados, aquéllo fue como el pistoletazo de salida en una carrera de 100 metros lisos. Miles de personas se lanzaron en busca de pueblos pintorescos, rincones de la naturaleza, entornos tranquilos,.... a donde viajar los fines de semana. Uno de esos lugares fue el pueblo de Anento. Casi un año más tarde, cuando tomé estas fotografías (septiembre de 2021), el pueblo había retomado su apacible normalidad. Les invito a descubrir el aguallueve, la Iglesia de San Blas, su castillo y por supuesto a pasear por sus calles.

Y para finalizar, una galería de fotografías del pueblo de Anento y su entorno:

Interior de la Iglesia de San Andrés (Abay). Fotografía: Miguel Moliné.
Interior de la Iglesia de San Andrés (Abay). Fotografía: Miguel Moliné.

Abay es un pueblo situado a 775 metros de altitud, en el centro de la «corona» de Abay, en una amplia explanada entre los ríos Aragón y Lubierre sembrada de campos de cereal. Pertenece a Jaca desde 1963, aunque desde 1834 fue un municipio independiente que incorporó Aseara (1845), Banaguás y Guasillo (1862), y Araguás del Solano y Caniás (1944). En 1495, el fogaje (censo) del Reino de Aragón daba a Abay 13 fuegos. Su población creció desde finales del siglo XVIII, alcanzó 173 habitantes (1857) y se fue reduciendo hasta llegar a 24 en 1991. En 2003 tenia 53.

Su existencia está atestiguada desde el año 1030. Se conocen nombres de «seniores» (Alón, Blasco Jimenez, García Blasco) que, durante el siglo XI, detentaron en tenencia el lugar, propiedad del rey de Aragón. El conde Sancho Galíndez, señor de Atarés tuvo propiedades en Abay, que donó a Santa María de Iguácel y al monasterio de San Juan de la Peña en sus testamentos de 1063 y 1080. En cuanto a la iglesia, existe un documento en el que consta que fue donada por Ramiro I a la catedral de Jaca, pero se trata de una falsificación del siglo XII realizada con el fin de legitimar los derechos del obispado de Jaca (a finales de dicho siglo Abay dependía del obispado de Huesca-Jaca). En 1830 el lugar consta todavía como de señorío eclesiástico.

La iglesia parroquial de San Andrés es un sobrio edificio de piedra que fue restaurado y recuperado para el culto en 1990. Del primitivo templo románico, de planta poco habitual (una nave con estancia adosada al sur), se conservan los dos ábsides y el arranque de la torre (su acceso es visible en el interior). La iglesia fue ampliada a tres naves en 1575. Entonces se labró la nueva portada clasicista y se recreció la torre (dejando oculto el ábside lateral románico). En el siglo XVIII se abovedaron las naves. La iglesia alberga un pequeño museo de arte sacro en el que se exponen la teca (relicario de consagración), cruz procesional (la más antigua de Aragón) y crismón de la iglesia románica, además de una talla de la Virgen con el Niño (siglo XIII), que puede proceder de la pardina de Arnasillo, y varias pinturas murales góticas de Huértalo).

Muy cerca se levanta la ermita de la Asunción. Fue edificada en 1781, quizá sobre otra románica, con las limosnas que, según tradición, recolectaba un ciego llamado Jerónimo Piedrafita, vecino de Abay. Conserva dos buenas pinturas de fray Manuel Bayeu, datables en 1792. Nada queda de las ermitas de Santa Columba, Arnasillo y santos Cosme y Damián (pardina de San Cos). Próximo a la población, en el antiguo camino de Jaca a Berdún, se alza un bello ejemplar de crucero de piedra.

En Abay sorprende la disposición diseminada de sus edificios sobre el llano. La arquitectura muestra los usos tradicionales de la zona: construcción en piedra, tejados de losas con chimeneas troncocónicas coronadas por espantabrujas, casas con patios, bodegas y leñeros, pajares y bordas en las eras. etc. Algunas son: Casa Juan Ramón. Roldana, Benita. Bernardo (siglo XVIII), Gabriel. Juan José, Angela, Fabián, Pedro, Pelao. Pablo y Sastre. Conserva las antiguas escuelas, edificio aledaño al ayuntamiento, recuperado como Casa Social, así como el horno de pan.

Toda la vida de una ciudad, en torno a un gran espacio. De Cesaraugusta, pasando por Saraqusta a Zaragoza. Desde los romanos hasta la actualidad, la Plaza de las Catedrales ha visto celebraciones, juicios, asedios, ampliaciones y reformas. Y, en torno a ella, los espectadores conocerán alguno de los edificios emblemáticos, como la Lonja, el Museo del Foro, el Palacio Arzobispal y, por supuesto, la Seo y la Basílica del Pilar.

Juan Emilio Naya, un niño de 8 años del pueblo de Villanueva de Sigena, escucha el relato de cuando su abuela era niña y se sentía privilegiada de poder ac­ceder al monasterio. La abuela narra con detalle el glorioso pasado de una sala de incalculable valor artístico, antes de que en 1936, con el inicio de la Guerra Civil, el monasterio se destruyera tras un incendio.

Juan Emilio le prometía que, algún día, restauraría la gloria del monasterio. Han pasado muchos años y Juan, alentado por los recuerdos y la memoria de sus abuelos, decide emprender el mayor proyecto de su vida: reconstruir la Sala Capitu­lar del Monasterio de Sigena. Con algunos recuerdos y escasa documen­tación se inicia un proyecto imposible. Pero, ¿dónde encontrar más información?, ¿qué técnicas utilizar para reproducir la sala con vera­cidad?, ¿qué colores podían dar vida a aquellas pinturas?, ¿cómo debían ser los techos?, y ¿cómo completar aquellas partes que fueron desapareciendo con el paso de los años? Comienza el viaje.

Fuente: https://www.rtve.es/play/videos/somos-documentales/el-sueno-de-sigena/6773252/


Al margen del video propiamente dicho, es increíble que RTVE, un servicio público pagado por todos los españoles, no ofrezca ningún método para compartir los contenidos publicados en su web. Al final, nos obliga a buscar trucos para hallar la URL del video y así poder descargarlo o incrustarlo en nuestro sitio.

Yacimiento íbero de Azaila
Yacimiento íbero de Azaila

Esta ruta comienza en el Campo de Belchite, para continuar acompañada por el río Ebro desde la localidad de Quinto hasta Mequinenza. La Ribera Baja del Ebro conserva emplazamientos romanos y visigodos así como un amplio legado dejado por los árabes.

El río, a su paso por estas tierras, deja también varios puentes. Pero antaño la comunicación entre riberas se realizaba a través de barcas. Hoy apenas subsisten testimonios de ellas en forma de pontones y sirgas. Azudes que jalonan el tramo del río, norias, acequias, ruedas, acueductos, molinos, centrales hidroeléctricas, diques, escolleras, embarcaderos… salpican las riberas de sus municipios.

En este recorrido seguiremos las huellas de uno de los genios de la pintura universal: Francisco de Goya, y contemplaremos de cerca nuestra historia más reciente en Belchite. También podremos admirar el monumental yacimiento íbero de Azaila, el Monasterio de Rueda, el impresionante embalse de Mequinenza conocido como “Mar de Aragón” o la histórica ciudad de Caspe.

Ver mapa de la ruta e indicaciones: www.slowdrivingaragon.com/ruta/ebro-goya-vestigios-la-guerra/

Trasmoz (Moncayo)
Localización: Trasmoz (Zaragoza) - Fecha: 30/11/2012 - Cámara: Nikon D80 - Distancia focal (DX): 70 mm - Diafragma: f/7.1 - Velocidad de obturación: 1/125s - Sensibilidad ISO: 200.

En las faldas del Moncayo surge el castillo de Trasmoz, un pueblo donde la brujería y el paganismo camparon a sus anchas desde tiempo remotos.

Una historia que nos describe Nacho Caballero en el artículo Brujería y paganismo en Trasmoz, el único pueblo excomulgado de España:

Un vasto manto de oscuridad envolvió al minúsculo pueblo de Trasmoz en 1512. Un conflicto que tiene su origen en un problema de riego, provocó que el Monasterio de Veruela lanzara una maldición a esta pequeña aldea maña situada a las faldas del Moncayo y custodiada por un imponente castillo. Pero no sólo arrastra esta condena, sino que, doscientos años antes, fue excomulgado del catolicismo por los siglos de los siglos y no ha encontrado su revocación en los últimos meses de vida de 2019.

El halo de misterio que se apropió de este diminuto pueblo no sólo perdura, sino que se ha extendido como la pólvora. Una historia que hace las delicias de los idólatras de lo oculto. Un destino que embruja al turista que se atreve a deslizarse por sus calles vacías de humanidad, pero plenas de enigmas y un embaucador romanticismo becqueriano.

Trasmoz es una especie de pueblo ‘maldito’ que, siete siglos y medio después de ser condenado, continúa excomulgado por la Iglesia Católica. El motivo fue que se negó a someterse al poderoso monasterio de Veruela, el primero de la orden cisterciense de Aragón. A partir de ese momento se han sucedido una serie de acontecimientos que llaman a visitar y aprender de su historia:

Con la Iglesia toparon

En 1255, el abad del Monasterio de Veruela, Andrés de Tudela, arrancó el catolicismo de cuajo de las vidas de los vecinos de Trasmoz. El motivo de este castigo divino halla su explicación en un conflicto por la leña. El clérigo, hastiado de las discusiones con los habitantes del pueblo por la provisión de madera del Monte de la Mata, excomulgó a la aldea, apartándola del Reino de los Cielos para toda la eternidad.

Pero Dios le tenía preparado un destino aún más cruel para la supersticiosa población que moraba por aquel pueblo rebelde. Casi tres siglos más tarde, de nuevo, el Monasterio de Veruela, dirigiría sus iras contra los habitantes de Trasmoz. Esta vez, la leña se sustituía por el agua como eje de un nuevo conflicto con la Iglesia.

El señor de Trasmoz en 1511, Pedro Manuel Ximénez de Urrea, se enfrentó al abad del Monasterio debido a que el curso del agua transitaba por zonas que pertenecían al convento. Los clérigos de Veruela desviaron la natural circulación del agua y esta no llegaba a las familias trasmoceras. Las Cortes de Aragón mediaron en el conflicto en favor del señor de Trasmoz. Pero al abad hizo oídos sordos y maldijo al pueblo.

Según relatan algunos expertos, el abad, en plena madrugada, cubrió el crucifijo del altar con un velo negro y recitaron el salmo 108 de la Biblia – una maldición de Dios contra sus enemigos -. Cada frase iba acompañada de un toque de campana para que los vecinos del pueblo lo escuchasen y constase en acta. Trasmoz fue maldita con nocturnidad y alevosía.

Fiestas paganas

Desde entonces, la leyenda ha marcado con letras tétricas y negras al pueblo de Trasmoz. Brujas, aquelarres, nigromancia… Todas las actividades insalubres para el alma humana transcurrían entre las lindes de esta aldea incómoda para los vecinos con hábito que moraban a escasos kilómetros.

Las oscuras leyendas sobre este área de terreno maldito han perdurado hasta nuestros días. Incluso han inspirado a algunos de los grandes autores de la literatura española. El misterio que envolvió a este pueblo y las supersticiones propias de tiempos pasados en los que el temor a un Dios que les había abandonado se sobreponía a la razón.

Leyendas Románticas

El paso del tiempo moldeó y alimentó estos mitos a su antojo, habitando de por vida en el imaginario colectivo de los trasmoceros y, por supuesto, del resto del país. Pero las llamas de estas leyendas se vieron avivadas gracias a la maestría de un enfermo Gustavo Adolfo Bécquer.

En pleno Romanticismo, el poeta y escritor sevillano, se mudó durante un tiempo al ínclito Monasterio de Veruela para respirar el aire puro que le despojara de la tuberculosis que le perseguía desde 1857. Un lugar idóneo para un romántico, tan apasionado de lo oculto y lo fantástico.

Durante su estancia en el pueblo, Bécquer gestó algunas de sus narrativas más emblemáticas, como el relato de la Tía Casca. En Cartas desde mi Celda, el poeta andaluz, a caballo entre un relato y una crónica periodística, cuenta las andanzas de este misterioso y ‘peligroso’ personaje que habitaba en Trasmoz.

“Los sábados, después de que la campana de la iglesia dejaba oír el toque de las ánimas, unas sonando panderos, y otras, añafiles y castañuelas, y todas a caballo sobre escobas, los habitantes de Trasmoz veían pasar una banda de viejas, espesas como las grullas, que iban a celebrar sus endiablados ritos a la sombra de los muros de la ruinosa atalaya que corona la cumbre del monte”. Así relató Bécquer la información que en este pagano resquicio de España pudo recabar.

En la actualidad, la historia de Trasmoz sigue presente, aunque no muchos conocen sus sutilezas. De hecho, Javier Olivares realizó un pequeño homenaje a esta desconocida historia de nigromancia y paganismo en su magistral creación que lleva por título El Ministerio del Tiempo. En el capítulo Tiempo de Hechizos (3x03), se narra con precisión quirúrgica lo acontecido en esta aldea condenada, a la par que presenta la figura de un Gustavo Adolfo Bécquer atraído por la historia de Trasmoz.

Incluso ha merecido la atención de Cuarto Milenio: La historia y magnetismo de la localidad zaragozana de Trasmoz siguen vivos:

Normalmente, esta sección hace honor a su título y solo consta de una fotografía más el correspondiente texto explicativo. Esta vez, sin embargo van a encontrarse con varias imágenes del llamado Monasterio Nuevo de San Juan de la Peña.

Tras el incendio en 1675 que arrasó casi por completo el Real Monasterio de San Juan de la Peña, se inició la construcción de un nuevo monasterio en el Llano de San Indalencio, una pradera muy cercana al viejo monasterio. Estuvo ocupado hasta el año 1835 y llegó al siglo XXI en estado de ruina. Fue restaurado gracias al interés del Gobierno de Aragón por el lugar y hoy en día se ha convertido en un espacio rehabilitado que recibe numerosas visitas.

En su interior, una estructura de cristal por la que se puede caminar permite ver bajo nuestros pies las diferentes dependencias de lo que fue el Monasterio: cocina, botica, refectorio, despensa, ... todas ellas ambientadas con figuras de frailes a tamaño natural así como los correspondientes utensilios. Además, paneles informativos, pantallas táctiles e imágenes en 3D permiten descubrir la vida cotidiana de los monjes. Por último, en un edificio anexo, podemos visitar la reconstrucción de las otras dependencias como la panadería o la herrería.

Por su parte, el Centro de Interpretación del Reino de Aragón es un espacio interactivo integrado en la iglesia barroca de este nuevo monasterio. A través de grandes pantallas móviles adaptadas a la arquitectura del templo, un espectacular audiovisual nos narra las claves del origen del Reino y la Corona de Aragón, con sorprendentes efectos de luces, sonido, maquetas, plataforma móvil de asientos... La narración, de 45 minutos de duración, nos adentra en la historia y las raíces de Aragón desde sus orígenes y relata cómo San Juan de la Peña fue un emplazamiento clave para el destino de esta tierra.