Arquitectura

Arco de Constantino. Fotografía: Miguel Moliné.
Arco de Constantino. Fotografía: Miguel Moliné.

El arco de triunfo es un monumento típicamente romano que, en su origen, tenía una función ritual. El general que regresaba a Roma tras una gran victoria tenía derecho a un recibimiento multitudinario, pero el ejército en armas podía resultar peligroso dentro de la ciudad. Para conjurar esta amenaza, debía atravesar las murallas, pasando bajo un arco de triunfo. Con este acto mágico y ritual, se suponía que perdía su poder destructor y quedaba purificado de la guerra.

Con el tiempo, los arcos de triunfo adquirieron un carácter conmemorativo de las grandes victorias y empezaron a jalonar todo el recorrido de estos desfiles que seguían siempre el mismo itinerario. Se iniciaban en el Campo de Marte, pasaban por el Foro Boario, donde está ahora la Bocca della Verità junto al Tíber y después entraban en el circo máximo. Desde allí enfilaban la gran avenida que ahora se llama Vía de San Gregorio, llamada entonces Vía Triunfal, para dirigirse hacia el Arco de Constantino.

La muchedumbre se apretaba a ambos lados del desfile para victorear a los soldados y ver los trofeos de guerra y los prisioneros. El general victorioso, anunciado con trompetas y aclamado por la multitud, iba montado en un carro tirado por cuatro caballos blancos, vestido como Júpiter, con una capa color púrpura y la cabeza coronada de laurel. El medio de esta apoteosis, el engreimiento de un héroe militar era una tentación fácil y muy peligrosa para la ciudad. Por eso un esclavo le acompañaba en su cuadriga, susurrándole al oído, «recuerda que eres un hombre», y  sus soldados podían dirigirle, en voz alta, bromas y canciones burlescas. Al llegar al punto donde ahora está el arco de triunfo, el cortejo giraba 90 grados, tomaba la Vía Sacra en dirección al foro y después de atravesarlo se dirigía al templo de Júpiter para ofrecer un sacrificio en lo alto del Capitolio. Con el final de la República y el advenimiento del Imperio, desapareció la figura del héroe privado y los triunfos quedaron reservados al emperador.

De los tres arcos de triunfo que se conservan en Roma, el de Constantino es el más grande y valioso. Se trata de un monumento de extraordinaria importancia por su estado de conservación y la calidad de sus relieves. Fue erigido para conmemorar la victoria de Constantino sobre Majencio, que aspiraba como el al trono imperial en el año 312 después de Cristo.

Para entender mejor esta circunstancia, tenemos que retroceder algunos años. A finales del siglo III después de Cristo, Roma presentaba alarmante signos de decadencia y la presión de los bárbaros por el norte era cada vez más fuerte. El emperador Diocleciano, considerando que el imperio era demasiado grande para una sola persona, lo dividió en cuatro zonas y repartió el gobierno entre cuatro emperadores o tetrárcas. Cada uno fijó su residencia en una ciudad distinta, todas ellas situadas cerca de las fronteras donde estaban los principales problemas.

Roma sufrió entonces una conmoción: dejó de ser la capital del imperio que ella misma había creado, quedando relegada a un segundo plano. La tetrarquía funcionó bien durante unos años, pero esta división en varias zonas era ya el preludio de la descomposición del imperio y en seguida generó graves problemas sucesorios. Seguir leyendo ...

Pila bautismal de la Colegiata de Santa Juliana (Santillana del Mar). Fotografía: Miguel Moliné
Pila bautismal de la Colegiata de Santa Juliana (Santillana del Mar). Fotografía: Miguel Moliné

Bajo la torre de la colegiata de Santa Juliana de Santillana del Mar se conserva una pila románica, considerada una de las mejores de este estilo en Cantabria, junto a las de Bareyo y Santoña. Más monumental que aquéllas, sin embargo su estado de conservación es bastante peor, dado que está realizada en piedra arenisca que se ha ido erosionando con el paso de los años. Todas ellas comparten una misma cronología, pues se hicieron entre las postrimerías del siglo XII y los inicios de la siguiente centuria.

La pila debió ubicarse en el lugar donde podemos verla en la actualidad en 1734, a raíz de la construcción del coro bajo de la colegiata. En ese momento se solicitaron los servicios del maestro de cantería Pedro de Cereceda para determinar si dicha obra haría peligrar o no la fábrica de la iglesia, dado que los vecinos de la villa de Santillana habían denunciado que la construcción del coro no sólo era innecesaria sino que, además, ocasionaría graves perjuicios al templo. Entre ellos citaban la ruptura de pilares y columnas, así como la apertura de la torre en su parte baja con el fin de albergar la pila bautismal que, además, podía sufrir graves desperfectos en su traslado. Finalmente, Pedro de Cereceda trazó un nuevo coro, cuya construcción debió traer consigo el traslado de la pila bautismal a la zona inferior de la torre, donde se encuentra hoy en día.

Presenta forma troncocónica, con boca rematada con una banda de entrelazo vertical y base ligeramente abultada y decorada con un motivo de sogueado. Lo más interesante de esta pila es el relieve del frente donde se esculpe, en rehundido, a Daniel entre dos leones que, en actitud sumisa, le lamen los pies, mientras el profeta bendice con una mano. Esta interpretación iconográfica está plenamente aceptada en la actualidad, si bien, a lo largo del tiempo se han barajado otras hipótesis como la que sostuvo Ortiz de la Azuela, quien afirmó que lo allí representado era un símbolo del bautismo. Asimismo, otros historiadores han querido ver en ese relieve la representación alegórica de la vida de la Gracia, con dos ciervos bebiendo de la fuente de la Vida y el alma del cristiano que surge de ella.

Esta pieza ha sido atribuida al artista que talló los capiteles del lado meridional del claustro, considerados lo mejor de toda la colegiata, pues ambos se hicieron por los mismos años y comparten una estética similar.

En fechas semejantes se realizaron los relieves del tímpano de la iglesia de Santa María de Yermo, que comparten elementos comunes con algunos capiteles del claustro de Santillana. Este hecho, sumado a la proximidad geográfica entre ambos templos, ha llevado a concluir que es más que probable que en ambos edificios trabajar un mismo maestro.

Podría tratarse de Pedro de Quintana quien, de manera excepcional, aparece referido como autor de la decoración de Yermo en una inscripción que se sitúa a la entrada de la iglesia. Quintana no sólo trabajaría en Yermo, sino que también sería el artífice de los relieves del claustro de la colegiata de Santillana y de su pila bautismal.

Fuente: La pieza del mes (Aula de Patrimonio Cultural, Universidad de Cantabria). Texto de Isabel Cofiño Fernández, doctora en Historia del Arte por la Universidad de Cantabria.

La Villa Quijano, popularmente conocida como El Capricho, es un edificio modernista situado en la localidad cántabra de Comillas. Fue proyectado por Antoni Gaudí y construido entre 1883 y 1885 bajo la dirección de Cristóbal Cascante, ayudante del arquitecto reusense, por encargo del indiano Máximo Díaz de Quijano. Es una de las pocas obras que Gaudí proyectó fuera de Cataluña, junto al Palacio Episcopal de Astorga y la Casa Botines de León.

Cementerio de Comillas. Fotografía: Miguel Moliné
Cementerio de Comillas. Fotografía: Miguel Moliné

No es habitual que un cementerio figure en las guías como lugar de interés turístico, pero el sito en el municipio de Comillas merece tal distinción. En un municipio donde destacan la antigua sede de la Universidad Pontificia Comillas o las vistas al mar Cantábrico desde la estatua al Marqués de Comillas, el camposanto sorprende por su muro de mampostería rematado por pináculos, la fachada de acceso al recinto y sobre todo por al escultura de El Ángel Exterminador (obra de Josep Llimona). Estos elementos se añadieron en la reforma de finales del siglo XIX que dirigió el arquitecto modernista Lluís Domènech i Montaner.

La Real Fábrica de Armas de Orbaitzeta está considerada como uno de los mejores exponentes de arquitectura industrial del XVIII. Se construyó bajo la influencia del Enciclopedismo francés, con una moderna visión donde además de la producción cobraba protagonismo la salud y vida diaria de los trabajadores. Más de 150 trabajadores y sus familias, junto a tropas de vigilancia vivieron durante años en este frondoso y perdido rincón de la Selva de Irati.

El conjunto de la Real Fábrica queda articulado en tres diferentes niveles: en el nivel más elevado se levanta la zona de residencia, servicios y vigilancia en torno a una plaza cerrada en un extremo por la iglesia y en el otro por el cuartel, en el centro se construye el palacio; en el segundo nivel se sitúan los depósitos de menas, las carboneras y las casas de los operarios; en el tercer nivel se encuentran el patio para depósito de municiones, la sala de reconocimientos, tornos al aire, limpieza de municiones, refinería y hornos de reverbero para la fundición de los modelos en bronce. Aguas arriba se realizó una presa de piedra de sillería.

Fue fundada en 1784 por una Real Orden de Carlos III, en el lugar de la antigua ferrería del Valle de Aezkoa, construida en 1432, cuando la reina doña Blanca de Navarra la autorizó para explotar la riqueza en hierro, plata y plomo del valle. Este proyecto fue idea del conde de Lacy, inspector general del Real Cuerpo de Artillería. Durante casi un siglo se consideró junto con Trubia el centro industrial militar más importante del norte de España y su finalidad principal fue el abastecimiento de munición al ejército. Fue ocupada por los franceses, que la destruyeron parcialmente durante la Guerra de la Independencia Española. Malviviendo desde 1869 tras un incendio fortuito, terminó cerrando sus puertas en 1884 por el auge de los Altos Hornos.

Todo el conjunto fue declarado Bien de Interés Cultural en el año 2008. En la actualidad se pueden visitar las ruinas, parcialmente consolidadas, así como el edificio de Hornos y el Palacio, ambos rehabilitados por el Gobierno de Navarra. Para llegar a ella, debemos llegar al pueblo navarro de Orbaizeta y seguir por la NA-2030 en dirección norte unos 4 Km.

EDIFICIO DE HORNOS

Es un gran espacio rectangular que estuvo cubierto con techumbre a dos aguas sujeta en parte por dos grandes pilares de piedra. A través de cinco puertas se comunicaba con el canal de hornos, con diversos talleres y con los depósitos de mineral y zonas de residencia y servicios. En el centro estaba la torre que albergaba en su interior dos altos hornos de fundición de figura circular, denominados como Etna o Santiago y Vesubio o San José. Esta construcción al exterior presenta dos cuerpos diferenciados y delimitados por una cornisa corrida. En el inferior, ligeramente tronco piramidal y levantado con grandes sillares, se abren cuatro bocas abocinadas. Las dos opuestas eran para los fuelles, dos por horno, movidos por ruedas hidráulicas que proporcionaban el aire para la combustión, y las otras dos, ubicadas en la misma fachada, para extraer las escorias y el hierro fundido que era vertido en los moldes de hierro o arcilla. En el centro hay un vano que fue abierto en la segunda mitad del siglo XIX para la instalación de un fuelle auxiliar para cada horno. El cuerpo superior, de mampostería y sillares en las esquinas, tenia dos puertas enfrentadas por donde entraban las materias primas, para alimentar los hornos por sus bocas superiores, que eran conducidas por pasos elevados utilizando carretillas y vagonetas desde los distintos almacenes.

ESPACIO DEL CANAL DE HORNOS

Albergaba las dos grandes norias que movían los fuelles de los hornos. Se encuentra situado entre el edificio de hornos y la arcada, con veintiún arcos de medio punto, que canaliza el río Legartza. Se accedía desde la zona del edificio de hornos mediante dos puertas, situadas en los extremos, con escaleras. La zona de tránsito fue pavimentada con grandes losas. A un nivel inferior se construyó el canal, utilizando grandes bloques de sillería para las paredes y el fondo, por donde circulaba el agua que era evacuada directamente al cauce fluvial. Para apoyar el eje de las norias fue necesario construir dos soportes de sillares de grandes dimensiones a los que se accedía por una escalera que permitía el mantenimiento de los ejes y ruedas. El agua llegaba desde la regata de Iturrioz al espacio del canal de hornos a través de un acueducto, apoyado sobre grandes pilares, y de una conducción aérea hasta la primera noria formada por cajones de madera que eran movidos al caer el agua por gravedad. La segunda giraba por el empuje del agua que circulaba por el canal. Estas norias trasmitían su giro a través de un vano al sistema de balancines que movían los fuelles, de forma alterna, para insuflar aire al interior de cada horno.

Fotografía: Miguel Moliné. Localización: Bóveda Catedral de Jaca (Aragón, España). Fecha: 28/07/2022. Cámara: Nikon D780 - Distancia focal (FX): 24 mm - Diafragma: f/4.5 - Velocidad de obturación: 1/25s - Sensibilidad ISO: 32000.
Fotografía: Miguel Moliné. Localización: Bóveda Catedral de Jaca (Aragón, España). Fecha: 28/07/2022. Cámara: Nikon D780 - Distancia focal (FX): 24 mm - Diafragma: f/4.5 - Velocidad de obturación: 1/25s - Sensibilidad ISO: 32000.

A lo largo del siglo XVI se efectuaron grandes trabajos en la Catedral de Jaca, incluyendo las bóvedas de la nave central y el retablo mayor cuando ya finalizaba dicha centuria. En 1597, el notario Tadeo de Lasala en una de las memorias incluidas en sus protocolos, nos dice: En este anyo [...] se trata de hazer un retablo del altar mayor y la bobeda del ángulo de enmedio de la Seo de limosna que dan los executores del testamento del arcidiano de la camara don Damian Garces de Asin de Huesca1. Este y el sacristán Martín Íñiguez habían dejado sendas mandas para estas obras y obispo y cabildo habían tomado la decisión de realizarlas. Apareció otro mecenas: el camarero de la Seo zaragozana, don Francisco de Herbás, que fue el impulsor decidido de la obra. El 9 de junio de 1598 don Francisco escribía al capítulo jaqués informándole del cumplimiento de su encargo de negociar con el architecto Juan de Bescós la construcción de bóvedas y retablo y excusándose por el retraso en haberlo llevado a cabo.1

Tras un duro regateo, pues el maestro pedía en un principio 8000 libras jaquesas (1 libra = 20 sueldos) y asesorado por cuatro oficiales del arte, Herbás logró reducir el precio a 6300 libras: 4300 por el retablo y 2000 por las bóvedas, con un plazo de ejecución de dos años y medio. La misiva concluía solicitando la conformidad de sus colegas jaqueses y modificando la traza: el cuadro que enmarcaba la imagen de San Pedro, titular del mueble, era menor que el superior, el óculo para el Santísimo Sacramento era demasiado pequeño. Del párrafo final de la carta se desprende que Bescós había visitado la Catedral y discutido con los canónigos las grandes líneas de la obra, que el cabildo aceptó. Transmitió al concejo jaqués la misiva de Herbás y el 18 de junio los munícipes decidieron contribuir con 600 libras (casi el 10% del total). Y, como se desprende de la capitulación, concedieron asimismo la licencia para el corte de la madera necesaria para la obra.2 Seguir leyendo ...

Fotografía: Miguel Moliné. Localización: Jaca (Aragón, España). Fecha: 29/01/2022. Cámara: Nikon D80 - Distancia focal (DX): 18 mm - Diafragma: f/3.5 - Velocidad de obturación: 1/60s - Sensibilidad ISO: 220.
Fotografía: Miguel Moliné. Localización: Jaca (Aragón, España). Fecha: 29/01/2022. Cámara: Nikon D80 - Distancia focal (DX): 18 mm - Diafragma: f/3.5 - Velocidad de obturación: 1/60s - Sensibilidad ISO: 220.

A las calles principales relativamente amplias y rectas, confluyen otras más pequeñas en sentido perpendicular, alguna de las cuales están cubiertas. Son los llamados «Callizos», que se aprovechaban para situar habitaciones voladas, ganando así espacio para la casa. A veces servían para cobijar las largas escaleras de madera de chopo para varear oliveras. Según se cuenta, en el pasado era posible cruzar Alquézar de un extremo a otro, sin necesidad de poner un pie en la calle.

El callizo de la imagen es el llamado «Pasador de Casa Lailla». Con el transcurso del tiempo, el suelo ha quedado tan pulido que en el pueblo es conocido como «la eslizadera».

Fotografía: Miguel Moliné. Localización: Palacio de Cristal (Madrid). Fecha: 26/12/2019. Cámara: Nikon D80 - Distancia focal (FX): 18 mm - Diafragma: f/8 - Velocidad de obturación: 1/80s - Sensibilidad ISO: 200.
Fotografía: Miguel Moliné. Localización: Palacio de Cristal (Madrid). Fecha: 26/12/2019. Cámara: Nikon D80 - Distancia focal (FX): 18 mm - Diafragma: f/8 - Velocidad de obturación: 1/80s - Sensibilidad ISO: 200.

Madrid es una ciudad que atesora un patrimonio artístico y arquitectónico único, pero en términos populares el Parque de El Retiro, con su estanque y el Palacio de Cristal, es sin duda uno de los lugares favoritos de los madrileños y de los forasteros que visitan la ciudad.

El estanque fue construido entre 1634 y 1636 por el arquitecto Cristobal de Aguilera y estaba comunicado por una ría con la capilla de San Antonio de los Portugueses, hoy desaparecida; incluso contaba con sus propias atarazanas para construir navíos. Por entonces, el estanque tenía en el centro una isla de forma elíptica que servía para realizar representaciones teatrales o musicales. En el último tercio del siglo XVIII las aguas cubrieron la isla central del estanque grande y en 1902 se levantó el monumento a Alfonso XII, que fue financiado por suscripción popular y que es un ejemplo sobresaliente de la arquitectura historicista. Diseñado por José Grases Riera y finalizado por Teodoro Anasagasti, la estatua ecuestre que lo corona es obra de Mariano Benlliure.

En cuanto al Palacio de Cristal, debemos primero mencionar al Crystal Palace que Joseph Paxton construyó en 1851 para la Exposición Universal de Londres. El edificio revolucionó la arquitectura al crear un espacio inédito, permeable visualmente gracias a su estructura de vidrio y metal, y por introducir la prefabricación. El palacio madrileño, concebido por Velázquez Bosco, se inspiró en el londinense. Tuvo desde el primer momento vocación de permanencia porque, una vez finalizada la exposición en la que debían exhibirse flores y plantas exóticas traídas de Filipinas, se proyectó como museo ultramarino.

Su planta asemeja una cabecera de iglesia gótica, con ábside, dos brazos y un deambulatorio a modo de girola, coronado por una espléndida cúpula de 24 m. de altura y cuatro paños, que sobresale por encima de las demás cubiertas, éstas realizadas con bóvedas de medio cañón. La estructura es totalmente de hierro, a excepción del pórtico de acceso, configurado por columnas y semicolumnas de orden jónico sobre un basamento, al que se accede por una amplia escalinata de granito, y rematado por una extensa terraza carrada con una balaustrada corrida. Los paramentos no acristalados se decoran con azulejos del célebre ceramista Daniel Zuloaga.

Fotografía: Miguel Moliné. Localización: Catedral de la Theotokos (Madre de Dios) de Vilna (Lituania). Fecha: 01/10/2019. Cámara: Nikon D80 - Distancia focal (DX): 18 mm - Diafragma: f/9 - Velocidad de obturación: 1/160s - Sensibilidad ISO: 200.
Fotografía: Miguel Moliné. Localización: Catedral de la Theotokos (Madre de Dios) de Vilna (Lituania). Fecha: 01/10/2019. Cámara: Nikon D80 - Distancia focal (DX): 18 mm - Diafragma: f/9 - Velocidad de obturación: 1/160s - Sensibilidad ISO: 200.

La Catedral de la Theotokos (Madre de Dios) de Vilna (Lituania) fue construida durante el reinado del Gran Duque de Lituania Algirdas para su segunda esposa ortodoxa Uliana de Tver, finalizando las obras en 1348. Se levantó, por tanto, antes de la cristianización de Lituania, cuando el Gran Ducado de Lituania era el último estado pagano de Europa. La iglesia está situada en una pintoresca orilla del río Vilnelė, junto a la iglesia de Santa Ana y el complejo Bernardino, construidos posteriormente.

Tras la conversión de Lituania al catolicismo romano, la catedral ortodoxa fue protegida por los príncipes Konstanty Ostrogski y Konstanty Wasyl Ostrogski, que la restauraron tras el derrumbe de la cúpula en 1506. Tras su muerte, la iglesia católica uniata se hizo cargo de la catedral en 1609 y fue reconstruida en un típico estilo de la región.

No fue la única reforma acometida en la Catedral porque a lo largo de su historia fue destruida o abandonada en varias ocasiones:

En 1748, la catedral fue abandonada tras un gran incendio y el edificio se utilizó para otros fines. En 1785 se reconstruyó en estilo barroco. La catedral fue destruida de nuevo por el ejército ruso durante el levantamiento de Kościuszko.

En 1808, un prelado local vendió el edificio abandonado a la Universidad de Vilna, que lo modernizó en 1822 en estilo neoclásico por Karol Podczaszyński. Después, el edificio albergó un aniteatro anatómico, una biblioteca y otras instalaciones universitarias durante medio siglo.

La antigua catedral fue confiscada y transferida a la Iglesia Ortodoxa Rusa por iniciativa del conde Mijaíl Nikoláievich Muraviov y su hermano durante la campaña de rusificación. El arquitecto ruso Nikolai Chagin se encargó de su reconstrucción desde 1865 hasta 1868 en un estilo que imitaba la arquitectura georgiana medieval.

La catedral sufrió daños durante la Segunda Guerra Mundial, pero fue restaurada en 1948, aunque sus reformas no concluyeron hasta 1957. En la actualidad, pertenece a la Iglesia Ortodoxa Rusa y fue renovada de nuevo en 1998. Hoy luce espléndida.

 

La iglesia de San Pedro y San Pablo situada en el barrio Antakalnis de la ciudad de Vilna, capital de Lituania, es un templo católico de estilo barroco que data del siglo XVII-XVIII. Es famosa por su magnífico diseño interior barroco, que debe su creación al mecenazgo del Hetman Michael Casimir Pac. El programa ideológico del diseño interior refleja la piedad sármata y al mismo tiempo el orgullo magnate del fundador, que planeó el templo como su mausoleo y un monumento que ensalzara sus logros militares.

La iglesia fue construida en 1668-76 por el arquitecto Jan Zaor de Cracovia. Fue un exvoto de agradecimiento a Michał Kazimierz Pac, Gran Hetman de Lituania, por liberar Vilna de la ocupación rusa en 1661. En 1677-1682 se construyeron junto a la iglesia los edificios del monasterio de los canónigos de Letrán. En 1864, tras el levantamiento de enero, las autoridades zaristas liquidaron el monasterio y sus edificios se convirtieron en cuarteles. Durante la época soviética, la iglesia fue una de las pocas activas de Vilna.

La iglesia barroca consta de un cuerpo de dos tramos, flanqueado por pares de capillas, crucero con cúpula sobre la intersección de las naves y presbiterio cerrado con ábside semicircular y sacristías anexas en los laterales. La fachada de la iglesia es de dos pisos, tripartita, enmarcada por dos torres. La parte central está separada por pares de columnas corintias que soportan un balcón en el piso inferior y un frontón escarzano interrumpido en el superior, inscrito en un frontón triangular. Los nichos de los campos laterales del piso superior contienen esculturas de San Pedro y San Pablo. En la grada inferior, sobre el portal, está el escudo de armas de la familia Pac - Gozdawa. Las torres son redondas en la parte inferior y se convierten en octógonos en la superior, y están cubiertas con pequeñas cúpulas. Los alzados laterales de la iglesia están enmarcados por pilastras. Los muros de los brazos del crucero y del presbiterio están rematados con frontones triangulares. La nave, los brazos del transepto y el presbiterio están cubiertos por tejados a dos aguas, con tejados a un agua sobre las naves laterales. La cúpula está sostenida por un alto tambor octogonal, enmarcado por pares de pilastras y rematado por una linterna. En el interior, los muros están enmarcados por pares de pilastras corintias, que sostienen bóvedas de columnas con lunetos sobre trompas.

La decoración escultórica y de estuco de alta calidad fue ejecutada por un grupo de escultores italianos entre 1677 y 1684 y hasta 1702. Entre estos artistas, Giovanni Pietro Perti y Giovanni Maria Galli destacaron por su gran maestría. La decoración incluye más de dos mil figuras, que representan un rico programa teológico, aunque también hay temas militares y heráldicos. Entre las numerosas estatuas destacan las figuras de Cristo Salvador y Juan Bautista. También es importante la decoración pictórica de Micheleangelo Palloni.

En el presbiterio se encuentra el cuadro Despedida a los santos Pedro y Pablo, pintado por Franciszek Smuglewicz. A sus lados hay esculturas de los cuatro profetas: Daniel, Jeremías, Isaías y Elías, realizadas en 1804 por Casimir Jelski. El pilar de la esquina, cerca del presbiterio, contiene en un nicho una estatua del Cristo de Madrid, regalo del papa Inocencio XII al voivoda de Vilna Jan Kazimierz Sapiecha en 1700, conservada originalmente en la cercana iglesia trinitaria de Antokol. El púlpito rococó fue realizado en 1803 por Giovanni Baretto y Nicolo Piano de Milán. La magnífica araña calada realizada por artistas de Lipava (actual Letonia) data de 1905. En la planta baja de la torre norte hay dos marmitas turcas, capturadas por el Hetman Pac en la batalla de Chocim en 1673. El Hetman fue enterrado en la iglesia; originalmente, la tumba se encontraba en el vestíbulo y estaba cubierta por una losa con la inscripción Hic iacet peccator Pac (Aquí yace Pac el pecador). Cuando un rayo dañó la losa a finales del siglo XVII, los restos del fundador se trasladaron al sótano y la losa, tras ser reparada, se colocó en el muro frente a la entrada principal.