Arco de Constantino (Roma)

El arco de triunfo es un monumento típicamente romano que, en su origen, tenía una función ritual. El general que regresaba a Roma tras una gran victoria tenía derecho a un recibimiento multitudinario, pero el ejército en armas podía resultar peligroso dentro de la ciudad. Para conjurar esta amenaza, debía atravesar las murallas, pasando bajo un arco de triunfo. Con este acto mágico y ritual, se suponía que perdía su poder destructor y quedaba purificado de la guerra.
Con el tiempo, los arcos de triunfo adquirieron un carácter conmemorativo de las grandes victorias y empezaron a jalonar todo el recorrido de estos desfiles que seguían siempre el mismo itinerario. Se iniciaban en el Campo de Marte, pasaban por el Foro Boario, donde está ahora la Bocca della Verità junto al Tíber y después entraban en el circo máximo. Desde allí enfilaban la gran avenida que ahora se llama Vía de San Gregorio, llamada entonces Vía Triunfal, para dirigirse hacia el Arco de Constantino.
La muchedumbre se apretaba a ambos lados del desfile para victorear a los soldados y ver los trofeos de guerra y los prisioneros. El general victorioso, anunciado con trompetas y aclamado por la multitud, iba montado en un carro tirado por cuatro caballos blancos, vestido como Júpiter, con una capa color púrpura y la cabeza coronada de laurel. El medio de esta apoteosis, el engreimiento de un héroe militar era una tentación fácil y muy peligrosa para la ciudad. Por eso un esclavo le acompañaba en su cuadriga, susurrándole al oído, «recuerda que eres un hombre», y sus soldados podían dirigirle, en voz alta, bromas y canciones burlescas. Al llegar al punto donde ahora está el arco de triunfo, el cortejo giraba 90 grados, tomaba la Vía Sacra en dirección al foro y después de atravesarlo se dirigía al templo de Júpiter para ofrecer un sacrificio en lo alto del Capitolio. Con el final de la República y el advenimiento del Imperio, desapareció la figura del héroe privado y los triunfos quedaron reservados al emperador.
De los tres arcos de triunfo que se conservan en Roma, el de Constantino es el más grande y valioso. Se trata de un monumento de extraordinaria importancia por su estado de conservación y la calidad de sus relieves. Fue erigido para conmemorar la victoria de Constantino sobre Majencio, que aspiraba como el al trono imperial en el año 312 después de Cristo.
Para entender mejor esta circunstancia, tenemos que retroceder algunos años. A finales del siglo III después de Cristo, Roma presentaba alarmante signos de decadencia y la presión de los bárbaros por el norte era cada vez más fuerte. El emperador Diocleciano, considerando que el imperio era demasiado grande para una sola persona, lo dividió en cuatro zonas y repartió el gobierno entre cuatro emperadores o tetrárcas. Cada uno fijó su residencia en una ciudad distinta, todas ellas situadas cerca de las fronteras donde estaban los principales problemas.
Roma sufrió entonces una conmoción: dejó de ser la capital del imperio que ella misma había creado, quedando relegada a un segundo plano. La tetrarquía funcionó bien durante unos años, pero esta división en varias zonas era ya el preludio de la descomposición del imperio y en seguida generó graves problemas sucesorios. Seguir leyendo ...