Arte románico

Ábside de San Martín en Fuentidueña

Ábside de la Iglesia de San Martín de Fuentidueña (Segovia, España), ca. 1175–1200
The Cloisters, The Metropolitan Museum of Art (Accession Number: L.58.86a–f).


Rodeada de poderosas murallas de piedra y custodiada por un castillo, la ciudad fortificada de Fuentidueña se estableció hacia el siglo XI en el valle del Duero, una disputada región fronteriza entre los territorios de la Península Ibérica gobernados por cristianos y musulmanes.

A finales del siglo XII, tras la conquista definitiva de esta región por las fuerzas cristianas, los habitantes de Fuentidueña construyeron la iglesia de San Martín junto a una maciza puerta que regulaba la entrada de los visitantes a la ciudad. El ábside de la iglesia, con sillares de piedra tallada y esculturas arquitectónicas, fue construido y decorado en el estilo románico utilizado en toda la Iberia gobernada por los cristianos, así como en la mayor parte de Europa occidental, en esta época. Al adoptar el estilo predominante en la cristiandad occidental, los constructores de la iglesia transmitieron las lealtades religiosas, políticas y militares de Fuentidueña a todos los que cruzaban la puerta.

El ábside de San Martín de Fuentidueña, obtenido en préstamo a largo plazo de España en 1957, fue desmontado y reconstruido en The Cloisters para crear esta galería con aspecto de capilla, que se abrió al público por primera vez en 1961. Esta es la narración oficial; la verdadera difiere bastante: Mr. Marshall venía a expoliar iglesias románicas.

Fotografía: Miguel Moliné. Localización: cripta Iglesia de Santa María (Aínsa, Huesca). Fecha: 27/07/2017. Cámara: Nikon D80 - Distancia focal (DX): 18 mm - Diafragma: f/3.5 - Velocidad de obturación: 1/2.5s - Sensibilidad ISO: 400.
Fotografía: Miguel Moliné. Localización: cripta Iglesia de Santa María (Aínsa, Huesca). Fecha: 27/07/2017. Cámara: Nikon D80 - Distancia focal (DX): 18 mm - Diafragma: f/3.5 - Velocidad de obturación: 1/2.5s - Sensibilidad ISO: 400.

La villa de Aínsa, sita en la comarca del Sobrarbe (pirineo oscense), cuenta con un casco antiguo que fue catalogado como Conjunto Histórico-Artístico en el año 1965. Destaca en él la Iglesia de Santa María de siglo XII (Guía digital del Arte Románico; parte I - parte II - parte III), uno de los mejores ejemplos del románico del Alto Aragón.

Bajo su ábside hay una cripta que fue descubierta durante la restauración del templo. Destruida durante la Guerra Civil, fue asimismo restaurada junto al resto del conjunto. Seis capiteles son originales y el resto reconstruidos, por lo que aparecen marcados con una «R». Las bóvedas, totalmente arruinadas, han sido rehechas en su totalidad a partir de hormigón armado y ladrillo.

Cabecera de la Iglesia de San Bartolomé
Localización: detalle de la cabecera de la Iglesia de San Bartolomé, Larrosa (Huesca) - Fecha: 26/jul/2013 - Cámara: Nikon D80 - Distancia focal (DX): 38 mm - Diafragma: f/6.3 - Velocidad de obturación: 1/60s - Sensibilidad ISO: 200.

La construcción del embalse de Yesa conllevó la expropiación de terrenos y la desaparición de los pueblos de Ruesta, Tiermas y Escó. Otros, como Larrosa, Villanovilla, Bescós de Garcipollera, Bergosa, Acín, y Yosa de Garcipollera en el valle de la Garcipollera, se vieron afectados ya que también se expropiaron terrenos para replantar pinos con la finalidad de evitar la colmatación del vaso de la presa.

Larrosa, compuesto en aquellos años por 18 casas y con un censo de 100 habitantes, quedó desierto, olvidado y engullido por la maleza. Se puede acceder a él por la carretera de La Garcipollera, desde Castiello en dirección este. Pasado el poblado de Acín, y cruzando el río Iguácel, se debe tomar una pista a la derecha que nos lleva en media hora al antiguo poblado.

Entre los innumerables pueblos abandonados en la provincia de Huesca, Larrosa destaca por la iglesia de San Bartolomé que data del último tercio del siglo XI y que conserva su ábside románico:

La parte más destacada es la cabecera, pues el resto de la iglesia sufrió grandes modificaciones en la época Moderna, que desfiguraron su aspecto original sin aportar, aparentemente, nuevos elementos específicos de interés.
La cabecera está realizada en sillarejo, y recorrida en su parte superior por un friso de baquetones, bajo el que se desarrolla una hilera de arquillos de tipo lombardo, con factura tosca mediante dovelas de desigual longitud. En la parte central del ábside hay una ventana en arco de medio punto con doble derrame.
Ver Ficha elaborada por el Sistema de Información del Patrimonio Cultural Aragonés.

En 1985 fue limpiada y consolidada gracias al trabajo de la Asociación Sancho Ramírez, pero desde entonces nada se ha hecho para conservarla. Debido a su abandono, la Asociación Hispania Nostra la incluyó en 2012 en su Lista Roja del Patrimonio: «En proceso de ruina por abandono. Cubierta de la nave hundida y parte de la cubierta de la torre. Daños por vegetación. Conserva íntegro su ábside semicircular con bóveda de horno del segundo cuarto del siglo XI».

Fotografías del pueblo de Larrosa tomadas el 26 de julio de 2013:

Ermita de Santa María de Iguácel: Pintura al temple sobre madera de pino, principios del siglo XIII (h. 1300-1315)

Románico, principios del siglo XIII (h. 1300-1315).
Pintura al temple sobre madera de pino.
Procede de la ermita de Santa María de Iguácel.


Esta obra románica fue dada a conocer internacionalmente en 1928 por el historiador norteamericano Arthur K. Porter. Sin embargo, pocos años después el antipendio desapareció y resultó imposible de localizar hasta que, durante las obras de restauración de la ermita de Santa María de Iguácel, en 1977 se decidió retirar la tarima de la ermita y se descubrió el frontal boca abajo en la zona del altar.

Esta circunstancia explica en parte el deterioro que ha sufrido la pintura. Pese a ello, todavía se pueden apreciar perfectamente las escenas representadas, que forman un ciclo dedicado a la vida de la Virgen (titular del templo). Se trata de un tema poco habitual en la pintura románica, que cobra auge a partir del siglo XIII con el desarrollo del culto mariano.

La composición se divide en ocho viñetas organizadas en dos registros. Iniciando la lectura en la esquina superior izquierda, encontramos la escena de la Anunciación, seguida de la Duda de José. Debemos omitir la parte central para continuar al otro lado, donde veremos a María e Isabel abrazadas conforme a la iconografía habitual de la Visitación. A continuación, la franja superior culmina en una escena doble: en un paisaje rocoso y de clara influencia bizantina, al fondo se desarrolla el Anuncio a los Pastores, mientras en primer plano tiene lugar la Natividad. El registro inferior ha de leerse de derecha a izquierda, y en él encontramos representadas la Adoración de los Magos y la Presentación de Jesús en el templo. El relato finaliza en la parte central del antipendio, donde la acción se desarrolla de abajo a arriba: tras la Dormición de la Virgen (siguiendo el modelo bizantino de la Koimesis), su alma, que ha adoptado forma infantil, se eleva a los cielos en brazos de su Hijo.

Debido a la sorprendente expresividad de los personajes, algunos autores como Joan Sureda han propuesto para el frontal de Iguácel una cronología más próxima al Gótico. Destacan también los detalles anecdóticos introducidos por el pintor, como vemos en la escena de la Natividad: dos comadronas asisten a la Virgen mientras, al fondo, el Niño tiene su cuerpo completamente fajado de acuerdo a una costumbre medieval que buscaba evitar malformaciones en los bebés.

El autor quiso que este emulase el aspecto de una rica pieza de orfebrería. Prueba de ello son las cavidades que pueden observarse en el marco del antipendio, que probablemente estuvieron rellenas de esmalte para imitar el engaste de piedras preciosas. Los fondos dorados con relieves y el uso de brillantes colores (como el rojo y el azul) también pretendían reforzar esta impresión de suntuosidad.

Fuente texto: Museo Diocesano de Jaca.

Iglesia de San Adrián de Sasabe
Localización: Iglesia de San Adrián de Sababe (Borau, Huesca) - Fecha: 04/01/2007 - Cámara: Nikon D80 - Distancia focal (DX): 70 mm - Diafragma: f/6.3 - Velocidad de obturación: 1/125s - Sensibilidad ISO: 200.

La historia de la iglesia de San Adrián de Sasabe, de origen visigótico, está llena de misterios y leyendas que vinculan su emplazamiento con fuerzas telúricas. Se sabe que formó parte de uno de los monasterios más importantes de la historia de Aragón y que fue sede de la Diócesis de Huesca mientras la ciudad estuvo bajo dominio musulmán.

Según la leyenda, este monasterio fue una de las ubicaciones del Santo Grial en el Pirineo en su viaje a San Juan de la Peña y posteriormente a la Catedral de Valencia. A mediados del siglo XI (1050), Ramiro I reformó el cenobio, cuya ubicación en la confluencia de los barrancos Calcil y Lupán, nacimiento del río Lubierre, ha sido históricamente un foco de problemas para su conservación. Las habituales avenidas del curso fluvial dejaron prácticamente enterrado durante siglos el edificio, que no fue rescatado hasta los años 1957-1961. Cuatro años después fue declarado Monumento Nacional.

El edificio es de una gran austeridad y sencillez. Consta de nave única con techumbre de madera cerrada en ábside semicircular de bóveda de horno. En San Adrián de Sasabe es posible apreciar con claridad las relaciones entre el románico jaqués y el lombardo, sobre todo en el exterior del ábside y en la portada principal. En ambas se utilizan relieves ornamentales como las palmetas o el ajedrezado, típico elemento del románico jaqués, extendido posteriormente a través del Camino de Santiago.

El Gobierno de Aragón promovió entre los años 1990 y 2005 diversos trabajos de restauración que se centraron en la consolidación de la cubierta y de parte de sus muros, así como de los muros de la torre. También se recuperaron las tres puertas de acceso y se realizaron trabajos en la cubierta y las fachadas. Fue declarado Bien de Interés Cultural de Aragón en febrero de 2004.

Más información en La Guía digital del arte románico.

Reconstrucción del coro del Maestro según Ramón Otero y Ramón Yzquierdo Perrín. Santiago de Compostela, Museo Catedral
Reconstrucción del coro del Maestro según Ramón Otero y Ramón Yzquierdo Perrín. Santiago de Compostela, Museo Catedral

El proyecto del Maestro Mateo para la catedral de Santiago de Compostela incluyó la construcción de un coro de granito que ocupaba los primeros tramos de la nave central, en cuyo programa iconográfico continuaba el mensaje apocalíptico y salvífico del Pórtico de la Gloria.

A lo largo del suglo XVI, cambios litúrgicos, modificaciones en la reglamentación capitular y las disposiciones del Concilio de Trento hicieron que el coro perdiese parte de su funcionalidad; sobre todo, a partir del nombramiento de Juan de Sanclemente como arzobispo de Santiago en el año 1587. En los años siguientes, el cabildo accedió a los deseos del prelado y planteó la realización de reformas en la sillería mateana, hasta que en 1599 dispuso que se realizaran determinadas obras. Esto hizo que se comenzara a derribar en los primeros días de 1604 el coro del Maestro Mateo.

Tras su derribo, algunas piezas del coro se reutilizaron en otros lugares de la catedral y otras muchas se emplearon como simple material constructivo en diversos proyectos que, en aquel momento se llevaban a cabo en la catedral.

En las primeras décadas del siglo XX comenzó el interés por el coro mateano, sobre todo a partir de la identificación y los hallazgos de diversos elementos pertenecientes a este conjunto. En 1978, unas obras realizadas en la parte superior de la escalinata del Obradoiro permitió la recuperación de un buen número de restos y, con ello, incentivó el trabajo de investigación acerca del mismo.

A partir de los estudios publicados por los profesores Otero Túñez e Yzquierdo Perrín y con el mecenazgo de la Fundación Barrié, en 1999 se inauguró en una nueva sala del Museo Catedral de Santiago una reconstrucción parcial hipotética del coro, en concreto de diecisiete sitiales de la sillería alta, de su cabecera y de un tramo de la cerca exterior, que se completó, además, con otras piezas escultóricas en exposición permanente en el mencionado museo. Todo ello permite aproximarse a una obra clave en la historia de la catedral que complementaba y formaba un todo unitario con el Pórtico de la Gloria.

Catedral de Jaca
Catedral de Jaca

Se daba por sentado que la de Santiago fue la primera catedral románica de España, pero ese privilegio es cuestionado hoy en día. En los últimos años, varios historiadores han puesto en duda que la de Jaca comenzara a construirse por encargo de Sancho Ramírez y afirman que fue a instancias de su padre, Ramiro Primero. La diferencia en años no llegaría a dos décadas, pero para la historia supondría considerar la de Jaca como la primera catedral románica de España, por delante de la de Santiago de Compostela, ya que el inicio de la obra sería hacia el 1.060.

El último en defender dicha cronología es el Catedrático de Arte Antiguo y Medieval por la Universidad Autónoma de Madrid, Isidro Bango Torviso:

Más información en Radio Huesca: ¿Fue la de Jaca la primera catedral románica de España?.

Románico: Sala BagüésEl Museo Diocesano de Jaca alberga una de las más bellas colecciones de pinturas murales románicas del mundo. La “joya” de la colección es la Sala Bagüés puesto que representa el conjunto de pintura mural más grande que conservamos en España de estilo románico. Estas pinturas fueron incorporadas al museo en 1970 y para su presentación se construyó una sala que reproduce exactamente las mismas dimensiones de la iglesia de las que fueron trasladadas. Ahora, gracias a la tecnología podemos disfrutar de una visita virtual extraordinaria (clic en la esquina superior derecha para pasar de la sala a la iglesia donde originalmente estaban las pinturas). Y también os dejo un vídeo donde se explica la historia del traslado: Catedral de Jaca - Audiovisual Sala Bagüés.

Información sobre el pueblo y las visitas guiadas en la Fundación Uncastillo y en la web del ayuntamiento.

Sirva de muestra las siguientes fotografías para comprobar que merece la pena la visita: Seguir leyendo ...

Al primer acercamiento de las iglesias serrablesas, se añadió hace poco la de san Bartolomé de Gavin y hoy le toca el turno a la Iglesia de Santa Eulalia (Orós Bajo):

Consta de nave única, presbiterio atrofiado, que se manifiesta al exterior mediante prominentes contrafuertes, ábside semicircular y torre y sacristía adosadas al costado norte de la nave.

La nave cubre con techumbre de madera, el presbiterio con arco de medio punto y el ábside con bóveda de horno que arranca de imposta.

En el muro meridional se abre una sencilla portada de medio punto cobijada por un atrio de mampostería añadido en época moderna.

Se decora el ábside con siete arcos ciegos que apean, a través de impostas biseladas, en seis lesenas mediales y dos marginales, elevadas sobre un zócalo liso. La arcada central cobija un ventanal en triple arco y doble derrame.

Iglesia de Santa Eulalia (Orós bajo)Iglesia de Santa Eulalia (Orós bajo)Iglesia de Santa Eulalia (Orós bajo)Iglesia de Santa Eulalia (Orós bajo)Iglesia de Santa Eulalia (Orós bajo)

Fuente texto: Sistema de Información del Patrimonio Cultural Aragonés