Brexit

En primer lugar, la victoria de los partidarios del Brexit, o lo que es lo mismo, la victoria del populismo y del racismo debe servir para impulsar la idea de "más Europa". Es cierto que la crisis económica y la falta de liderazgo han empujado con fuerza las velas de la demagogia no solo en el Reino Unido sino también en Francia, Italia, Austria y España. Eso debe cambiar. Los líderes europeos deben dar un puñetazo en la mesa y avanzar en materia financiera, impositiva, social, etc de forma rápida y decidida.

Por otra parte, cabe también una consideración acerca de las mayorías simples y su uso para la toma de decisiones que puedan tener consecuencias tan graves como la salida de la Unión Europea. Resoluciones tan trascendentales no pueden ni deben tomarse con tan solo un 51 % de los votos a favor. La democracia, por ejemplo, exige mayorías cualificadas para modificar determinados aspectos -los considerados fundamentales- de las Constituciones. ¿Por qué entonces una votación para salir de la Unión Europea no debe contar con un respaldo más claro?

Por último, los líderes europeos deben ser inflexibles en las negociaciones que se abren a partir de ahora para la salida del Reino Unido de la Unión Europea. Hay que tomar medidas drásticas para evitar el contagio. Entre ellas propongo romper los acuerdos comerciales y la vuelta a los aranceles para los productos del Reino Unido, imponer el visado, expulsar a los equipos de la isla de las competiciones europeas, apoyar a Escocia y hacerles saber que su ingreso en la Unión Europea sería automático en caso de que se independizaran, y cualesquiera otra medida que lance un mensaje nítido a los partidarios de abandonar la Unión Europea. Huir como ratas asustadizas del barco europeo no puede ni debe salir gratis. Setenta años de paz y prosperidad no pueden tirarse por la borda así sin más.