Cortometraje

El director de cine Sumito Sakakibara explora la memoria y el tiempo en su película de animación «Iizuna Fair»:

En medio del frenesí nocturno, un hombre se encuentra perdido en la grieta del tiempo.
No eran los seres grotescos ni los monstruos, sino que era él quien «estaba aquí, pero no estaba aquí»
Él era el fantasma.
Enterrado bajo recuerdos llenos de inhibición y promesas que nunca cumplió —palabras arrastradas hasta la orilla— el tiempo le mantiene a distancia del «lugar»
Y oye poemas que vienen sobre las olas desde el otro lado, rimando y rompiendo en la orilla.

En fotogramas pintados a mano que se funden gradualmente de una escena a otra, Sakakibara se adentra en los matices de la nostalgia, la experiencia humana, el arrepentimiento, el dolor y lo que significa estar realmente vivo. Escenas aparentemente inconexas se desarrollan simultáneamente, entrando y saliendo de diferentes periodos de tiempo y acontecimientos, centrándose en una feria que ha llegado a la ciudad de Iizuna.

«Iizuna Fair» fue un encargo del Museo de Arte de la Prefectura de Nagano, donde se exhibe actualmente en una enorme pantalla de 26 metros de ancho en forma de L.

Nota: el cortometraje solo estará disponible en Vimeo hasta el 15 de diciembre de 2023. Les dejo un enlace alternativo.

El 6 de enero de 1979 dos encapuchados, miembros de ETA, se plantaron delante de un Renault 5 en Beasáin (Guipúzcoa). En él viajaban Antonio Ramírez Gallardo y Hortensia González Ruiz, una pareja de 24 y 20 años que acababa de comprometerse. Antonio era guardia civil y estaba destinado en Villafranca de Ordizia; Hortensia había ido a pasar las vacaciones navideñas con él. Les acribillaron a tiros con un subfusil Sten y una pistola calibre 9 mm Parabellum. Recibieron 18 disparos: ocho Antonio, 10 Hortensia. El claxon del vehículo se mantuvo sonando durante 27 minutos sin que nadie acudiera a ayudarles.

Y «27 minutos» es el título de este corto que no sólo recoge la historia de los conocidos como los «novios de Cádiz», sino que también refleja la espiral del silencio social que rodeó a los atentados de ETA durante décadas. La idea partió de José Luis Rancaño, a la postre productor del corto, y fue dirigido por Fernando González Gómez.

«A sense of scale es una reminiscencia del famoso documental Sense of Scale (*) de Berton Pierce de 2011. Al igual que el documental, mi cortometraje experimental se centra en los detalles y en la belleza de los efectos prácticos. Quiero destacar el significado de los efectos visuales hechos a mano y el esfuerzo que supone montar escenarios a pequeña escala. He capturado áreas muy pequeñas de pintura que fluyen en un trozo de papel mientras me acercaba lo más posible con una configuración de lente personalizada. Todas las tomas están realizadas con mi RED DSMC2 en 8K y varios objetivos macro. Me llevó alrededor de 1 año terminar esta pieza. El color está graduado y optimizado para dispositivos HDR» — Roman de Giuli (Sitio web - Instagram).

(*) El documental es una historia oral del trabajo artesanal que ha producido los mejores efectos especiales cinematográficos de los últimos años.

«El círculo evoca el tiempo, o más exactamente, los fragmentos de tiempo que se acumulan en un vasto escenario de momentos y recuerdos únicos. Es un viaje introspectivo de asombro e imaginación a través de estos destellos de tiempo. Esta forma simple ha sido un personaje presente en mi trabajo durante años, representa el cuidado, la calma y la atención para lograr su máxima perfección. Somos un círculo, sin límites, sin principio ni fin. Infinito, Unidad, conexión, solo un círculo en expansión.» – Ezequiel Pini, fundador del estudio de diseño 3D Six N. Five.

«Quería mostrar diferentes estados de la naturaleza y elementos: nieve, hielo, agua, viento, fuego ... y combinar todo esto con la danza de una elegante bailarina y el toque de un violonchelista. Por tanto, todo se rodó en distintas épocas del año. Comenzamos a filmar la parte de baile en el lago Baikal e incluso llevamos a cabo una filmación en las montañas de Sayan. Pero la mayor parte de los bailes se filmaron en las montañas de Georgia, a donde fuimos expresamente. Y por extraño que parezca, el rodaje más duro para nuestra bailarina no fue en enero en el hielo del lago Baikal, sino en mayo junto a una cascada en Georgia. Cómo soportó Galya esta ducha fría con su ligero vestido y al mismo tiempo bailar para todos nosotros sigue siendo un misterio.» —Stas Tolstnev

La grabación del cortometraje duró dos años (2017-2019) y no hay nada en él digital. Todas las tomas son reales.

Mike Olbinski (cineasta, fotógrafo y cazador de tormentas) acaba de lanzar Shadows in the Sky, una muestra de lo que muchas veces nos perdemos por no levantar la cabeza en esos días de tormenta o cuando sopla el viento con fuerza. El corto, por cierto, no se puede entender sin la aportación musical de Eric Kinney y Danica Dora: The Last Goodbye.

Dougal tiene una fobia muy peculiar ya que, a pesar de ser un pájaro, tiene un miedo irracional a volar. El encantador cortometraje (cuenta con 13 premios), escrito y dirigido por Conor Finnegan, narra la historia de como se enfrenta a sus miedos (no solo el de volar) e intenta superar numerosos obstáculos. Dirigido a los niños, la animación cautiva también a los adultos porque, de una manera u otra, todos nos reconocemos en Dougal con nuestros particulares miedos y fobias.

Nada mejor para el inicio de fin de semana que dejar volar la imaginación con Anywhere Can Happen, el surrealista cortometraje del director argentino Fernando Livschitz (Black Sheep Films). Un universo psicodélico ambientado con una versión de «What a Wonderful World» (*) interpretada por Reuben and the Dark y AG.


(*) La canción fue escrita por Bob Thiele y George David Weiss y cantada por primera vez por Louis Armstrong.

Ocho años de trabajo han sido necesarios para que Suresh Eriyat y su compañía Studio Eeksaurus dieran vida a la plastilina en el corto Tokri, realizado mediante la técnica llamada «animación fotograma a fotograma». El trabajo ha merecido numerosos premios y habla sobre la familia, los errores y el perdón. Sin diálogos, la fuerza narrativa se encomienda a la música, el ruido ambiental y sobre todo al lenguaje gestual de sus protagonistas.

La historia transcurre en Bombay (India) y retrata la vida de una familia con escasos recursos. La hija rompe sin querer un valioso objeto de su padre e intenta remediar el descuido tejiendo y vendiendo cestas a los transeúntes. Intenta así ganar el dinero necesario para repararlo.

La idea del corto surgió de una experiencia personal del propio Suresh. Una niña se le acercó un día e intentó venderle una canasta. En Bombay, a menudo, se encuentran mendigos en los semáforos y la mayoría de ellos suelen ser niños. Suresh no pensó mucho en eso y la ahuyentó. Mientras se alejaba se sintió culpable y se preguntó cuáles eran las circunstancias que habían llevado a esa niña a vender canastas y si su rechazo no había hecho sino prolongar su situación por más tiempo. Quizás fue su enésimo intento de venderlas. Allí comenzó su inspiración para la historia.